Por Luis Américo Illuminati.-

La vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner denunció ante una comitiva de expertas de la OEA especializadas en violencia contra la mujer que desde hace dos décadas ella es víctima de una «escalada de violencia por motivos políticos y de género» que se profundizó «a lo largo de los mandatos» que ejerció al frente del Ejecutivo hasta llegar al «intento de magnicidio» del 1º de septiembre pasado, al que definió en un informe de 96 páginas como «el hecho de mayor violencia política desde el retorno de la democracia. (Noticias Argentinas).

Es evidente que semejante despropósito obedece a la circunstancia harto evidente de que fue confirmada la sentencia de seis años de prisión que le fue impuesta y teme ir presa, que es lo que a todas luces corresponde.

Como dice Rabindranath Tagore: «La maldad no sabe perder, el bien sí». La señora vicepresidenta es la mayor exponente de indignidad y bajeza moral de la Argentina, responsable del descalabro económico, social, moral y cultural que se tenga memoria. Quiso avasallar a la justicia y le fue como la mona, pudo hacerlo con una buena parte, pero no pudo con todos. Su misma lengua la hunde, es la mujer más odiosa de todos los tiempos. Una megalómana, una peligrosa demagoga, vengativa, perversa y mentirosa.

Su último e indigno recurso, hacerse la víctima, invocando su condición de mujer para presentar su caso de víctima a «expertas» de la OEA, las mismas que no dicen nada de las mujeres oprimidas y perseguidas por el régimen de Nicolás Maduro, su amigo. La locura de la señora vicepresidenta radica en la idea fija u obsesión de creer (con ceguedad y tozudez) que la puede salvar un «deus ex machina», recurso final en las obras teatrales de la Antigüedad, intervención de los dioses del olimpo que, a último momento, alguno de ellos descendía aparatosamente al escenario para salvar al personaje principal de la obra teatral cuando todo estaba perdido como en «Medea», la tragedia de Eurípides.

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