Por Elena Valero Narváez.-

La marcha de la economía no debiera depender de los intereses políticos del partido gobernante ni de sus intereses electorales, después de un año de gobierno los argentinos exigen más.

El presidente enunció los problemas fundamentales y fijó objetivos, alguno de ellos tomados del campo de la utopía, como pobreza cero, pero los resultados apenas se alcanzan a ver.

No se nos pasa que no se puede hacer milagros, tampoco que hay que cuidar no solo el sistema económico sino también los fines y objetivos que demanda la política y que no se pueden separar. Pero es importante que el Gobierno no subordine la economía a la política al punto de estar sometida a reclamos sociales imposibles de satisfacer.

No hay economista que no se preocupe por el nivel de gasto público. El sobredimensionamiento del Estado es uno de los problemas a resolver porque no permite que baje lo suficiente. También se espera una reforma laboral que flexibilice las normas y así favorezca la creación de empleo. Los líderes sindicales parecen no entender que aunque los trabajadores ganen menos, siempre será mejor que estar sin trabajo o con miedo a perderlo, 9,9 % de desocupación es un número preocupante.

Tanto el gobierno como los empresarios y sindicalistas debieran hacer un acuerdo realista para que baje el porcentaje, teniendo en claro que el trabajo es una fuente de integración, no solo social, sino también psicológica.

En cuanto al asistencialismo, se equivoca el Gobierno. No puede darse indiscriminadamente y por mucho tiempo. Tiene que ser transparente para que no suceda como en el gobierno anterior: quien repartieron se quedaron con la mejor parte.

Con doce años de populismo, los argentinos aprendimos que el Estado es un enemigo potencial de la libertad humana. Por eso los medios de producción deben volver del Estado a la actividad privada. De esta manera habrá menos gasto publico, menos burocracia y por ello menos corrupción. Y, por otro lado, mejorará la eficiencia y la producción. El campo muestra como dejándolo de estorbar con impuestos se reacomoda rápidamente y se convierte en un sector productivo.

El estatismo siempre fue atractivo para los gobiernos argentinos y tiene aún el favor de la gente. No entienden que debilita los poderes espontáneos de la sociedad civil, concentrándolos en el Estado, genera afán desmesurado de lucro en la burocracia estatal y pérdida de grados de libertad.

También conduce a extraer de la actividad privada contribuciones excesivas. Es así como le impide prepararse para competir y causa, por necesidad de pagar los gastos que genera, inflación o endeudamiento.

Aunque el Gobierno se decida por un rumbo menos incierto, es real que el Congreso ayuda poco. Espero que los legisladores recuerden la tormentosa época que vivimos durante el gobierno del presidente De La Rúa. El impuestazo impulsado por José Luis Machinea, como forma de paliar la crisis que se avecinaba, en diciembre de 1999, le significó al Gobierno la enemistad de varios sectores económicos y la desconfianza de la sociedad en su conjunto.

El peronismo dominaba el Senado, costo sangre que los legisladores accedieran a votar cualquier ley. De allí ¨los presuntos favores personales¨ y demás yerbas. Entre ellas, vimos a un funcionario, apoyado por la Justicia, violar la propiedad privada de un inversor norteamericano en un campo de Entre Ríos.

La seguridad Jurídica es lo que están pidiendo los inversores. Ella les muestra el nivel de confianza que genera el país. Es sinónimo de respeto a las instituciones y a la ley.

El presidente Macri tiene aún el apoyo de buena parte de la sociedad. Ya se le dio el tiempo para preparar a su gobierno. Ahora es tiempo de explicar debidamente hacia dónde vamos y qué se espera lograr. No se pueden dilatar más las soluciones. Los argentinos y los inversores quiere saber donde están parados y para ello el presidente tiene que hacer lo que no hizo: determinar un rumbo bien definido para lograr el consenso necesario en la opinión pública. Falta una conexión mas estrecha. Mas que los timbreos, los medios de comunicación deben ser mejor aprovechados, evitando errores, para atraer el esfuerzo y la tolerancia de la gente y seguir manteniendo la confianza.

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