Por Carlos Belgrano.-

Con marcado estupor, pero sin ningún atisbo de sorpresa, desde esta mañana, un paper de la Agencia Nacional de Seguridad dio cuenta de que, como exclusiva consecuencia de un descabellado retraso salarial, un estado deliberativo, se está generando en todas las jefaturas de las Fuerzas de Seguridad argentinas, con un significativo epicentro y gravitación en las provincias del NEA y NOA de mi Patria.

De momento, dicha efervescencia no ha ganado aún a la Gendarmería Nacional, Policía Federal ni a la Prefectura Naval, sin perjuicio que los aquí especialistas de Fort Meade descuentan que la masiva adhesión de estas tres últimas será cuestión de días o, en el mejor de los casos, unas pocas semanas.

Que, antes o después, habrá de generar un efecto dominó inclusivo en las Fuerzas Armadas que, a pesar de todo, actualmente ejercen menos gravitación que las ya mencionadas, en virtud a la notoria inferioridad numérica de esas respecto de las primeras.

Y, sobremanera por sus menguados y cuasi inexistentes arsenales y demás equipamiento, ergo, en absoluta ausencia de lo que se conoce como «poder de fuego».

Del todo evidente resulta lo compungidos que muchos de nosotros expatriados advertimos en este polvorín en ciernes.

Por cuanto descontamos que, si esta especie de status quo se prolongase de una forma tan peligrosa y provocativa, los múltiples desbordes sociales devendrán en tan inexorables como indetenibles.

Todo lo cual tornaría los espeluznantes desatinos de «Krusty Milei», respecto de su delirante afán innovador legislativo, en un enternecedor cuento de hadas.

Sin embargo, luego de razonarlo unos instantes, me pregunto y traslado al lector, idéntico interrogante, a saber: ¿era necesario que la intelligence de este DC se expidiera sobre algo tan obvio como predecible?

Lo que me conduce al acertijo irresuelto que el periodismo argentino se encuentre tan adormilado como para no haberse anticipado a conjeturas asertivas, formuladas por la comunidad informativa de EEUU.

Aunque, a poco de meditarlo más reflexivamente, si un sujeto que se hizo conocido dos o tres años atrás, mediáticamente en un vodevil en el balneario de Mar del Plata, en el que al finalizar ese burlesque y disfrazado con una camisa de fuerza era ascendido con una polea por encima de los espectadores, es el actual presidente argentino, ¿qué podemos aguardar de toda esa argamasa de pedorristas alquilados?

Que, al fin de cuentas, me compele a deducir un estado de locura colectiva que se ha apropiado de las mentes de la inmensa mayoría de mis compatriotas, sin distingos entre ilustrados y lumpenaje.

Porque, de alguna forma muy particular, nos encontramos a punto de sentarnos en modestas butacas para asistir a la representación de un desenlace sanguinolento, desprovisto de una imprescindible prevención y disuasión policial.

Que incluso se aplica en la Franja de Gaza por los propios victimados palestinos, lo que arrastra a mi Patria en la reproducción y representación del como una Nación se destruirá a sí misma.

Y, carece de fenómenos comparativos, ni en los periodos más remotos en toda la historia de la Humanidad, por lo menos desde que, los neardentales abandonaron sus cuevas para asumir una actitud gregaria.

No descuento que este fermento uniformado sea más que la secuela lógica y hasta, debo de confesar que, previsible secuela de cuanto menos los últimos veinte años de administraciones gubernamentales que no alcanzaron a saciarse de tantas obscenidades sumergidas en la más inconfesable de la copofragia.

Acompañadas por un Poder Judicial que ha resultado ser el ágora de tantos impíos y vandálicos legisladores y gobernadores, «metidos en el ajo hasta las profundidades más insondables».

Que operará a esta suerte de hecatombe en proximidad, como el disparador que, en un plexo sanador, debió de acontecer hace décadas.

Los iniciales chispazos podrán apreciarse en un plano intrínseco, siempre y cuando la movilización popular del venidero miércoles, convoque al menos a medio millón de contestatarios.

Puesto que, de nuclear esa cantidad de gentes o incluso un poquito menos, veremos si una duplicación en el interior profundo hará de iniciador ígneo merced la ausencia de control policíaco.

Todo lo que me conduce a una sensación controversial, ya que, por una parte, deseo fervientemente que el pueblo finalmente se despierte de aquella tan prolongada y atávica siesta.

Pero también convive dentro de mí un muy fundado temor sobre los desbordes que en las capitales de provincias pudiesen desatarse sin barreras de contención disuasorias de «saqueos masivos y notoriamente indiscriminados».

Mucho me temo no contar con un pronóstico sobre cuál de ambos escenarios prevalecerá, por lo que debo de apegarme a la verosimilitud sobre…

UN INFORME INTERNO DE LA NSA ADVIERTE HOY SOBRE UN INMINENTE ESTADO DE ANARQUÍA POLICIAL EN ARGENTINA.

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