Por Sebastián Dumont.-

En medio del escándalo que sacude a la provincia de Buenos Aires por la fuga de los tres presos condenados por el triple crimen de General Rodriguez, la interna del peronismo bonaerense suma viejos y nuevos capítulos.

El caso de la fuga de los Lanatta pone otra vez de relieve la no saldada disputa en el justicialismo de la provincia que regó las elecciones pasadas y cuyas esquirlas se siguen observando hasta el día de hoy.

Con la mira hacia adelante, el ex gobernador Daniel Scioli trata de sobrevolarla y salió a mostrarse con los intendentes más dialoguistas con Cambiemos. Un tiro por elevación a Fernando Espinoza y Alejandro Granados.

Como en la política no hay casualidades, sino casualidades, llamó mucho la atención la aparición de Daniel Scioli recorriendo, casi como en su época de campaña, distritos gobernados por el peronismo. El tema es que en un sólo día fue a visitar a quienes quieren convertirse en los conductores de la primera y tercera sección electoral dentro de la nueva camada de intendentes, que no sólo compartirían su juventud, sino algunas cuestiones más relacionadas con lo personal. Ellos son Martín Insaurralde en Lomas de Zamora y Juan Zabaleta en el distrito de Hurlingham. Pretensiones quizá desmedidas para poder conducir un peronismo seccional que aún registra muchas heridas sin suturar.

El ex gobernador está dispuesto a encabezar en 2017 la lista de senadores y hasta en la intimidad suele decir que si Cristina Kirchner quiere presentarse por la provincia, estaría dispuesto a pedir interna. Raro eso de enfrentar a la dama cuando antes se lo pedían a los gritos y nunca lo hizo.

Ahora, hay que atar todos los cabos. Scioli quedó molesto por la reunión que armó Fernando Espinoza días atrás, donde le prometió la presencia de intendentes varios. Y no pudo cumplir. Sí fueron varios ex jefes comunales.

Está claro que la puja está desatada. Por un lado, aparecen los intendentes “nuevos” generacionalmente, que no quieren prestarse a ciertas fotos. Detrás de ellos se esconden fuertes diferencias entre Insaurralde y Espinoza.

También hay que seguir de cerca el andar de Alejandro Granados, quien fue el primero en decir que no tiene nada que ver con el Frente para la Victoria.

Scioli necesita nuclearlos a todos. Pero no es tarea fácil. En ese grupo de novatos tendría que estar, por edad, Juan Patricio Mussi, pero al parecer, Insaurralde pone frenos para su llegada. Cuestiones de cartel.

Otro de los alcaldes que arrancó con fuerza para marcar su postura es Gustavo Menéndez, quien destronó al Vasco Othacehé en Merlo. Ya avisó que está dispuesto a discutir los primeros lugares de la lista de senadores provinciales que elija la primera sección en 2017. Por lo bajo, algunos pares suyos le critican que va muy acelerado y les parece exagerado que se mueva habitualmente en helicóptero. La puja está desatada.

Claro que hablar de estas cosas en medio de la situación que vive la provincia es muy complejo. Daniel Scioli puede recorrer y mostrarse activo, pero la provincia que dejó tiene enormes dificultades e internas que no pudo saldar cuando tenía el poder.

El servicio penitenciario al que se le fugó Martín Lanatta era manejado por la gente que estaba durante la gestión de Casal. Allí apuntó Elisa Carrió cuando le preguntaron por el caso. Además, el crecimiento del narcotráfico durante los últimos años ha sido exponencial. Y nadie debe pasar por alto que los cambios en la cúpula de la bonaerense también pueden abonar al tema. Hay demasiados casos sin resolver en la provincia durante la era Scioli como para pensar en ordenar al peronismo. Desde el helicóptero desaparecido en el aire, el caso Candela, el triple crimen de Rodríguez, la muerte de los colombianos en Unicenter, el asesinato del Lauchón Viale y ahora esta fuga. Demasiadas coincidencias en un mundo donde las casualidades no existen.

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