Por Carlos Tórtora.-

Una comedia de enredos se desató ayer en torno al aumento de sueldos del 48% para los cargos jerárquicos del Estado, dispuesto por el presidente a través del Decreto 206/24. La explicación de JM de que se otorgó un aumento automático por la aplicación de un decreto de Cristina Kirchner del 2010 es inaceptable. El presidente firmó el Decreto 206 y no puede excusarse de su responsabilidad diciendo que él no estaba enterado de un aumento que ya había cobrado. Aparece entonces la pregunta de si en la Casa Rosada evaluaron que el aumento podía pasar desapercibido. Un político como Milei, que se dedica a las redes sociales, no puede ignorar la extrema sensibilidad que un tema así provoca en el tejido social. Es prematuro evaluar cuál es el costo que el episodio tendrá en las encuestas y si la rápida reacción de Milei asegurando que se dejará sin efecto la medida será suficiente para cerrar la crisis.

Por otra parte, la subsistencia que el tema de los sueldos va a tener en la opinión pública en los próximos días le juega en contra al presidente.

Dejando sin efecto el Decreto 206, Milei obligaría a que los diputados y senadores nacionales sancionen una ley anulando la resolución que dispuso el 30% de aumento para el personal legislativo.

Ni a favor ni en contra de los jueces

Más complicado todavía es qué hacer con los enormes sueldos judiciales, que en el caso de la Corte Suprema superan los 12 millones de pesos. José Mayans anunció que el bloque peronista de senadores presentaría un proyecto de ley equiparando los sueldos de la Corte Suprema con los de los diputados y senadores. El gobierno no dice una palabra del tema y tiene motivos. La Corte tiene en sus manos fallar sobre la constitucionalidad del DNU 70/23 y entonces Milei elude cualquier choque.

Los miembros de la Corte podrían llegar a oponerse a que el Congreso legisle sobre sus sueldos invocando que esta facultad es exclusiva de la propia Corte. Obviamente Milei está condenado a tratar de no decir nada, ya que no puede atacar a los jueces pero tampoco defenderlos. En este tema el presidente tiene poco o nada para ganar.

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