Por Guillermo Cherashny.-

El fiscal Fernando Cartasegna pasó de ser un ejemplo de la existencia de mafias que operan en nuestro país y que quieren desestabilizar al presidente Macri y a la gobernadora Vidal -cuando el domingo pasado, en un reportaje, denunció que había sido abordado en su auto por desconocidos que lo amenazaron de muerte- a un mentiroso. Los grandes medios escritos, radiales y televisivos, desde ese día hasta anteayer jueves, salieron en cadena nacional -especialmente los medios afines al gobierno- a presentarlo como un atentado de gravedad institucional contra la democracia, sin chequear absolutamente quién era este fiscal. Y es obvio que desde la jefatura de gabinete de Marcos Peña se instruyó a esos medios para que difundieran esa interpretación de victimización de un gobierno que enfrenta a las mafias, pero después de las agresiones en su despacho, donde nadie sabe cómo entraron o entró su o sus agresores, o cómo salieron, en una parodia del film nacional «El misterio del cuarto amarillo», se pasó al silencio total cuando el procurador de la provincia de Buenos Aires, Julio Conte Grand, recibió el informe medico diciendo que Cartasegna sólo había sufrido un leve rasguño y que tenía serios problemas psicológicos. Desde el gobierno provincial se bajó la orden de bajar el rating del incidente, dudar del testimonio del fiscal y sacarlo de todas las causas que investiga, en un virtual suspensión de tareas.

Entonces los mismos medios que habían hablado de mafias contra el gobierno dejaron el tema y fueron de darle manija a la inauguración del Metrobus de La Matanza y la viralización de un audio donde una dirigente cristinista de ese distrito invitaba a todas las unidades básicas a repudiar la visita del presidente y la gobernadora dejando de lado cualquier noticia sobre el fiscal Cartasegna, que desparecióo de las noticias del día viernes, es decir ayer, como si nunca hubiera existido.

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