Por Guillermo Cherashny.-

La conducción de la CGT sigue firme con su idea de una paro general y movilización para el 24 de enero, porque están convencidos de que el gobierno quiere destruir la organización sindical como la conocemos ahora y no sólo por la redacción del DNU y de la ley ómnibus, aunque festejaron el fallo de la Cámara del Trabajo que concedió el amparo del capítulo laboral del DNU y mucho más el de Lavié Pico, el juez en lo contencioso administrativo que convalidó el tratamiento en el fuero la laboral del amparo de la CGT, pero no festejaron por mucho tiempo, porque esta semana la Cámara Contenciosa aceptará el criterio del gobierno rechazando los amparos, por lo cual el plan de lucha será confirmado para esa fecha.

Está claro que Sturzenegger y Posse están muy firmes en eliminar el aporte obligatorio de los trabajadores a la organización sindical, que es la última línea de resistencia de los popes gremiales, porque están dispuestos a aceptar la flexibilización laboral y el régimen de indemnizaciones de la UOCRA pero son intransigentes con el aporte obligatorio y retener la cuota de las obras sociales de los trabajadores que se quieren ir a la medicina privada. En ese sentido, se vieron sorprendidos cuando Armando Cavalieri se cortó solo y «arregló» con Horacio Pitrau -el no designado Subsecretario de Trabajo- el mantenimiento de aporte obligatorio a cambio de aceptar el régimen de indemnizaciones. Pero la «avivada» duró poco. Nicolás Posse convenció al presidente de echar al casi Subsecretario de Trabajo por alterar el espíritu del DNU.

El sindicalismo la tiene difícil, porque el PRO y la UCR coinciden en destruir el poder gremial y, por tanto, su única alianza es con la UP, que no tiene poder de bloqueo, por lo cual sólo le queda tener un diálogo mano a mano con el presidente, porque desde que actuó en política, es decir desde el 2021, nunca se manifestó contra los gremios y ahora habría cambiado a instancias de Posse y Sturzenegger.

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