Por Alexis Di Capo.-

A esta altura de los acontecimientos, los obstáculos que surgen en el camino, tanto del mega DNU como de la ley ómnibus, despiertan ciertos reflejos de autocrítica -aunque no pública- en las filas del gobierno. En el caso del DNU, son muchos los que apuntan al padre de la criatura, Federico Sturzenegger. Lo que se cuestiona es algo que es obvio: ambas normas adolecen de una deficiente técnica legislativa. Para empezar, acumulan una diversidad de temas tan grande que abarcan a prácticamente toda la agenda del gobierno. Esta acumulación de temas dificulta al máximo el tratamiento legislativo y hace que el mismo se demore.

En el caso del DNU, aun cuando los tribunales y en especial la Corte terminen aceptando su constitucionalidad, habría numerosos artículos del mismo que podrían ser declarados inconstitucionales. Cabe preguntarse si una estrategia más prolija, por ejemplo dictando un DNU para cada tema, no hubiese sido menos escandalosa y más fácil de ser aprobada. Veamos el caso del DNU en el Congreso. El mismo, de acuerdo a lo establecido por la ley 26122, sólo puede ser rechazado o aprobado por ambas cámaras en forma íntegra, es decir que no caben pronunciamientos parciales. De este modo, el gobierno se arriesga a que el Congreso rechace todo el decreto cuando, si hubiese dictado varios decretos, tendría más posibilidades de que algunos fueran aprobados.

Algo similar ocurre con la ley ómnibus. Si se hubiesen enviado al Congreso varios proyectos de ley, seguramente se podría negociar que algunos sean sancionados rápidamente, quedando los más discutibles para después. Es obvio que el gobierno intentó avasallar al Congreso con dos paquetes enormes de medidas, pero el efecto del impacto disminuye a medida que pasan los días.

Es tarde para negociar

La estrategia del todo o nada, expresada a través del mega DNU y de la ley ómnibus, podría no ser la más conveniente para un gobierno que se encuentra en minoría en ambas cámaras del Congreso. A esta altura ya es análisis contrafáctico pensar qué hubiera ocurrido si Milei hubiese optado por negociar desde un comienzo con la oposición ambas normas. Está claro que ya en el punto en el cual están las cosas, la negociación se vuelve más difícil, porque ambas partes partieron de la confrontación.

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