Por Carlos Tórtora.-

La elección de Karina Milei como su mano derecha política fue una de las decisiones más polémicas de Javier Milei. El hecho de convertir el armado político en un asunto familiar provocó tensiones desde el primer momento. Karina no vaciló, puso en marcha un estilo basado en aplicar todo el peso de la Secretaría General de la Presidencia a cada situación política. Esta metodología es la que ahora empieza a entrar en crisis.

Ramiro Marra fue barrido de la presidencia del bloque de diputados porteños por una directiva de Karina, que impuso a su operadora Pilar Ramírez. Pero Marra consiguió su revancha y con la firma de 4 diputados destituyó a Ramírez, que ahora se resiste a dejar su cargo.

Esto se suma a la rebelión de Marcela Pagano en el bloque de diputados nacionales, que se niega a dejar la presidencia de la Comisión de Juicio Político como le exigen Karina y Martín Menem.

En suma, al menos una parte de La Libertad Avanza está hoy fuera del control de Milei, al cual los rebeldes no cuestionan directamente aunque sí indirectamente.

¿Habrá cambios?

La pregunta que se impone es si Karina está fracasando como organizadora de LLA y si las sucesivas crisis son el resultado de un manejo político rígido y con escasa predisposición para la negociación. Lo concreto es que la rebelión contra Karina empieza a deteriorar al presidente, que se está exhibiendo como un líder político que no puede controlar sus propias huestes.

La evolución de la crisis interna de LLA tiene un pronóstico incierto. Pero parece difícil que Karina pueda recomponer la unidad si persiste en su estilo confrontativo.

Cabe entonces la pregunta de si Milei intervendrá para contener las aguas o si dejará que Karina siga colisionando. Por ahora la situación se estira, pero este panorama sería insostenible en un año electoral.

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