Por Carlos Tórtora.-

Habrá que ver los efectos políticos de la marcha en defensa de la universidad pública. Para empezar, la marcha cambió el clima social y podría generar una tendencia a colocar al gobierno a la defensiva. Sólo una movilización masiva de apoyo a Javier Milei podría contrarrestar la ofensiva opositora pero es dudoso que el gobierno tome por este camino.

Otro escenario es el Congreso, donde la influencia de la marcha puede endurecer a las bancadas dialoguistas y hacer que se trabe la Ley Ómnibus 2. El aumento de las dietas dispuesto por los senadores descolocó bastante a la oposición, que ahora necesita encontrar la forma de recuperar espacio.

En cuanto a los gobernadores, estos encuentran que en su pulseada con el gobierno pueden aparecer nuevos aliados, por ejemplo, el movimiento estudiantil.

Una de las incógnitas que plantea la situación es si la marcha fue el comienzo de una multiplicación de la cantidad y calidad de las movilizaciones callejeras. De ser así, el gobierno está frente a un problema complejo, porque la movilización de la clase media mellaría el núcleo del apoyo social a Milei.

Apretar el acelerador

Es probable que, antes de tomar decisiones, el gobierno espere a ver si efectivamente la marcha marcó un cambio de tendencia. A juzgar por el reciente discurso por cadena nacional que dio el presidente, éste no modificará el ritmo del ajuste sino que lo profundizará. Ayer se hablaba de renuncias en el área de Educación, que depende de Sandra Pettovello. El fortalecimiento de Luis Caputo indica a las claras que Milei se aferra a sus propias recetas. No cabe esperar cambios en función de la resistencia social y, ante la rebelión de la clase media, Milei respondería con más ajuste, hasta el límite que le marcan las encuestas de imagen, que todavía le dan altas.

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