Por Carlos Tórtora.-

La Vicepresidenta desembarcará el viernes en Pilar para formar parte de un acto de Unión Obrera Metalúrgica, donde se reclamará por salarios. Cristina sale así a tantear el terreno después del triunfo de Lula, que se supone que le crea condiciones favorables a su despliegue con vista a las elecciones. Pero la capitalización del efecto Lula viene complicada por la incidencia del divorcio entre el presidente y la vicepresidenta. Alberto desencadenó un operativo relámpago viajando a Brasil para abrazarse con Lula 24 horas después de su victoria. Horas antes, durante los festejos, el líder del PT había hecho un gesto importante calzándose la gorra de CFK 2023. Ahora y según trascendió en la Casa Rosada, el presidente estaría tratando de que el nuevo mandatario brasileño mantenga cierta actitud neutral en el pleito con Cristina. En esta pulseada, sería inminente un viaje de ella a San Pablo, algo que molestaría no poco a Alberto, que ahora quisiera encauzar la relación a través de la visita oficial que Lula haría a la Argentina antes de asumir.

El conflicto en torno al nuevo esquema de poder de Brasil es sólo uno de los aspectos de la nueva confrontación entre Cristina y Alberto. Ambos se preparan para intentar estrategias muy disímiles. Ella estaría dispuesta a dejar crecer el operativo clamor de los suyos para que se postule a presidente, mientras ve cómo evoluciona el panorama electoral. Su candidatura implica el riesgo de tener que cumplir una condena en caso de perder y de que salga perdidosa en la causa Vialidad, dos situaciones bastante probables. En lo inmediato, el cristinismo se propone evitar fisuras en su férreo control del PJ bonaerense. Por ejemplo, llegando a un acuerdo que disuada al Movimiento Evita presente listas disidentes en La Matanza y otros distritos importantes.

Alberto

En relación a Alberto y su creciente perfil diferenciado, el kirchnerismo duro apunta a la misma receta de antes: aislarlo impidiéndole que arme un sistema de alianzas que le dé peligrosidad. Casi todo gira hoy alrededor de si la vicepresidenta podrá conservar la voz cantante para imponer las principales candidaturas, tal como ocurrió en el 2019, o, por el contrario, habrá que llegar a un acuerdo con el kirchnerismo en retirada. Los albertistas especulan con que una eventual condena en la causa Vialidad produciría un serio debilitamiento político de la vicepresidenta. De ser así, creería el presidente que habría margen para su proyecto reeleccionista.

Por su parte, Sergio Massa trata de no inmiscuirse en esta pelea, sabiendo que la inflación de los próximos 60 días marcará la supervivencia de su gestión.

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