Por Carlos Tórtora.-

El éxito del paro general de ayer le plantea a la CGT un escenario complicado. La central obrera debe ahora definir cómo seguirá su oposición a la política económica del gobierno, ante la seguridad de que éste no dará marcha atrás en el proceso de ajuste. La presión sindical se ejerce ahora sobre el Senado, que es donde se puede frenar la sanción de la ley ómnibus. El otro gran tema, el DNU 70/23, se encuentra en una situación muy particular. Germán Martínez, en nombre del bloque de UP, le reclamó a Martín Menem la convocatoria de una sesión especial para tratar la aprobación o el rechazo definitivos del DNU, pero Menem eludió el tema y no se sabe nada más.

Si el Senado no sanciona la ley ómnibus y Diputados deroga el mega DNU, Milei quedaría en una situación próxima a la ingobernabilidad. Por esto, hay que descontar, aun con el riesgo de que escale el conflicto, que Menem accede a que se vote sobre el Decreto. En cuanto a la ley ómnibus, el oficialismo está confiado en que podría alcanzar la mayoría por un pequeño margen.

Con este panorama, la CGT no tiene otra alternativa que esperar a resultas de lo que pase en el Congreso. El gobierno, a todo esto, esperaba algunos tibios indicadores de reactivación económica para el mes en curso, pero la realidad se impuso y sólo se remarca la caída de la actividad.

Pendientes de las encuestas

El show oficial en Córdoba por el Pacto de Mayo es obviamente un recurso escaso para remontar la actual situación. La oposición funciona con un ojo puesto en las encuestas de imagen del presidente, que se mantienen altas pero generan una marcada incertidumbre.

Una eventual caída en los números de Milei podría implicar que los sectores de la política que se arrimaron a la Casa Rosada a partir del 1 de marzo tomen distancia velozmente. La debilidad política estructural de los libertarios sigue intacta si la comparamos con diciembre pasado.

Nunca en la historia un gobierno dependió tanto de las encuestas.

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