Por Carlos Tórtora.-

La votación casi unánime del Senado aumentando las dietas provocó la lógica repulsa de JM que de este modo aprovechó para mostrar la diferencia entre los legisladores y el Poder Ejecutivo. Cualquier intento de erosionar con este tema a Victoria Villarruel resulta infructuosa. La vicepresidenta no percibe ingresos como senadora y nada pudo hacer ante el requerimiento unificado de casi todos los bloques. La maniobra contó con un obvio consenso político que la hizo entonces imparable.

Antecedentes

Pero tal vez lo más interesante es que los senadores no tuvieron empacho en plantarse ante la política de congelar aumentos del sector público dispuesta por la Casa Rosada. Se trata de la segunda confrontación abierta con el gobierno. La primera fue cuando el Senado, por 44 votos, rechazó el DNU 70/23.

En ambos casos, la vicepresidenta fue superada por la voluntad de la mayoría integrada por las bancadas de Unión por la Patria y la UCR.

Ambos antecedentes suman dudas a, por ejemplo, la sanción de la nueva ley ómnibus, cuyo tratamiento por el Senado todavía está lejano.

En el caso de las dietas, la repercusión mediática del tema es netamente favorable a Milei pero lo que importa no es esto sino la capacidad del Senado de plantársele al gobierno.

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