Por Carlos Tórtora.-

«Los outsiders como Milei desaparecen en un año porque no tienen gobernabilidad». La tesis quedó planteada así por Jaime Duran Barba en un reportaje en lapoliticaonline. El gurú ecuatoriano sostiene entonces que el líder libertario está condenado a seguir el camino de Pedro Castillo y Guillermo Lasso, presidentes efímeros sin sustentación en la política tradicional.

Pero el argumento de Durán Barba no es una mera especulación intelectual. Apunta a convertirse en una herramienta para la batalla electoral. Efectivamente, si Milei no va a poder gobernar, ¿para qué votarlo? En el mismo sentido va la afirmación de Patricia Bullrich de que le preocupa la supuesta inestabilidad emocional de Milei. Así es que la mayor incógnita deja de ser si La Libertad Avanza puede ganar, lo cual es obvio, y pasa a ser si puede gobernar.

No hay duda de que Milei carece de una estructura política importante, al estilo del PJ, la UCR y el PRO. Hacen falta cerca de 5.000 funcionarios para controlar la administración pública nacional y Milei no los tiene. Esto, en principio, le restaría gobernabilidad.

Tampoco cuenta con un sistema de alianzas definido, aunque su alineación con los EEUU e Israel es toda una definición.

Su debilidad en el Congreso, donde contaría solo con 40 diputados y media docena de senadores, sería un factor de ingobernabilidad importante.

El gobierno de Mauricio Macri, por ejemplo, consiguió trabajosamente su gobernabilidad por tener de aliado en Cambiemos a la UCR y porque además negoció permanentemente los grandes temas con el peronismo. En lo social, Macri pactó con Hugo Moyano, con quien no dudó en fotografiarse, y en lo que hace a la trama del poder, las relaciones entre Nicolás Caputo y Julio de Vido y demás operadores de Cristina Kirchner fueron excelentes. Y ni que hablar del tejido de influencias que el macrismo urdió en la Justicia. Por todo esto y mucho más, Macri no fue un outsider .Y sobre todo por una diferencia en las banderas enarboladas. Macri venía a superar la vieja política, pero Milei promete algo más profundo: eliminar el poder de la casta, o sea, ir contra la clase política, lo que implica castigar también a sus socios empresarios y sindicales. En síntesis, que el desafío de gobernabilidad es mucho mayor para Milei que para Macri.

Un sistema implosionado

Los contactos de Milei con la cúpula sindical y la aparición de Luis Barrionuevo liderando una mesa sindical en su apoyo, indicarían que aquél está empezando a construir pilares de gobernabilidad a un costo, como es obvio, de cargar con un efecto negativo en imagen. A lo anterior hay que agregarle los puentes tendidos con la Corte Suprema. ¿Podría entonces Milei construir alianzas con el establishment y el sindicalismo más allá del PJ? La probable ruptura de Unión por la Patria y JxC si son derrotadas le abriría entonces al libertario la posibilidad de formar una nueva mayoría en el Congreso. No hay duda de que la crisis que se avecina en el peronismo, la UCR y el PRO sería de proporciones gigantescas y le daría entonces a Milei la oportunidad de construir gobernabilidad.

Por ejemplo, la probable pérdida de control del peronismo por parte del kirchnerismo produciría sacudimientos de proporciones y posiblemente una nueva ola de juicios por corrupción. La gobernabilidad de Milei, por lo tanto, es probable que se construya sobre las ruinas del sistema político, lo que, dadas las circunstancias, sería perfectamente válido. La tesis de Durán Barba, funcional por cierto a JxC, puede chocar con la realidad de un Milei que construya un nuevo equilibrio de poder pactando con sectores de un sistema que estaría implosionado. Se trata de una oportunidad tal vez única de construir poder sobre una crisis que golpearía por igual al PJ, la UCR y el PRO.

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