Por Guillermo Cherashny.-

Un eventual triunfo de Mauricio Macri el próximo domingo no sólo terminará con doce años de Kirchner-cristinismo y con su populismo autoritario. CFK entiende que el que gana las elecciones presidenciales se queda con todo el poder, inclusive con la Justicia, pero por la valiente determinación de jueces, camaristas y la Corte Suprema, su intento de someterla fracasó rotundamente.

El fracaso comenzó con la elección popular de los integrantes del Consejo de la Magistratura designando subrogantes con mayoría simple y el nombramiento masivo de fiscales encubridores de la corrupción. Hasta que ayer, la Cámara Contencioso Administrativa decidió declarar contraria a la Constitución la disminución de los Consejeros de la Magistratura de 20 a 13, propuesta en su momento por la senadora Cristina Fernández. Esto demuestra un claro fin de ciclo y muy distinto a Venezuela, Ecuador, Bolivia, Nicaragua y otros más.

El populismo autoritario puede recibir un golpe tremendo el próximo domingo y así contagiar a la República Bolivariana de Venezuela, que tiene elecciones parlamentarias en diciembre. Significa también una derrota de un Estado omnipresente que puso un pie encima de la economía, dejando al país sin reservas, con inflación y numerosas distorsiones económicas.

El valor político de un eventual triunfo del sistema republicano, una extrañeza en varios países en América Latina, será visto con atención en los Estados Unidos, que estuvo atado de manos para encarrilar la situación. Es probable que el republicanismo argentino se convierta en una marcha salvadora para las Américas. Además, promete tener una fuerte repercusión en el vecino Brasil, que también tiene un sistema republicano pero que tiene en el gobierno otro populismo menos autoritario, con una economía agotada por la recesión y el comienzo del desempleo.

Así se terminará la noche más oscura y larga que sufrió nuestro país.

Share