Por Carlos Tórtora.-

Cristina Kirchner empezó a ver ayer cómo se montaba uno de los peores escenarios políticos: el de una CGT reclamando como en los viejos tiempos su cuota de cargos legislativos, en un abierto desafío a su figura. Mientras tanto, el kirchnerismo duro componía otra postal, la de su atrincheramiento en el conurbano bonaerense. Éste fue el sentido de la concentración en Plaza de Mayo presidida por Máximo Kirchner, Axel Kicillof y Pablo Moyano. Se escucharon allí cánticos de “Cristina presidente” pero la composición del acto decía otra cosa y es “estamos para mantener el control en Buenos Aires”. El kirchnerismo sueña con que Javier Milei socave en Buenos Aires los cimientos de JxC y le facilite entonces la tarea de ganar. Pero el líder libertario es inasible y abreva también en el caudal peronista, por lo que representa un arma de doble filo.

El comienzo de una nueva interna

En el oficialismo casi nadie habla públicamente de candidaturas a presidente pero hay muchos que tejen. El miembro de la conducción cegetista Carlos Acuña no tuvo ayer empacho en bregar por Sergio Massa para presidente. Éste soporta como puede el discurso anti FMI que despliega el kirchnerismo duro, porque sabe que ladran pero no muerden. Es que un giro a la izquierda ahora haría estallar la economía. En este laberinto se mueve Alberto Fernández, que no se resigna al olivo así nomás. El presidente habría mantenido varias charlas esta semana con el el embajador en Brasil Daniel Scioli. En una de las mismas le habría propuesto que pensara en la fórmula Fernández-Scioli para presidente y vice en las próximas PASO, si es que las hay. Se desconoce qué contestó el motonauta.

La ausencia de candidatos peronistas competitivos envalentona a Alberto, que cree que el kirchnerismo está a punto de entrar en crisis.

Y finalmente llegamos a Cristina, que todavía no saldría de su estupor, porque las encuestas posteriores al atentado no le dieron ni una décima más de imagen positiva. El silencio de la vicepresidenta habla por sí solo. Ella estaría convencida de que en la causa Vialidad su condena ya está firmada y que el tribunal oral aprovechará los días del Mundial para darlas a conocer y neutralizar así las reacciones con el clima futbolero. El verdadero problema es si la condena le resta margen de acción política y en el peronismo se empiezan a escuchar las voces que piden un paso al costado. Mucho tiene que ver esto con que Lula termine ganando o perdiendo en el ballotage del próximo 30. Si Lula es presidente, la subsistencia política de CFK recibirá un tanque de oxígeno.

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