Por Jorge D. Boimvaser.-

Emilio Pérsico tenía una cuenta pendiente con el kirchnerismo. El piquetero de la barba blanco contaba en reuniones íntimas que Alicia Kirchner -cuando era influyente- le hizo una emboscada para sacárselo de encima haciendo arrestar a su hijo por transportar marihuana en un vehículo oficial.

Entonces el piquetero de la barba tupida se alejó de los K… y ahora apareció de nuevo con perfil bajo pero siempre activo.

La tercera línea del Ministerio de Agricultura está formada por gente de su agrupación, por lo cual su diálogo con el macrismo es más que bueno.

Pérsico no protesta por la detención de Milagro Sala; es más, hasta parece regocijarse de que para la jujeña el festín diabólico de los planes de vivienda para la Tupac Amaru haya llegado a su fin.

La interna de los piqueteros no pasa por su mejor momento. Algún rumor circula en ámbitos bien informados respecto de una carpeta repleta de dichos descalificadores de Luis D’Elia contra personas públicas de origen judío podrá aterrizar pronto en la Justicia procesándolo bajo los cargos de acumulación de discriminaciones.

El ridículo piquetero acaba de enviar nuevos tuits de esa especie; esta vez, su víctima de turno es el periodista Jonatan Viale.

No habrá grandes líneas de créditos para viviendas en manos piqueteras, porque, como se ve en el caso Milagro Sala, los planes son usados para tener de rehenes a los beneficiados de esas viviendas. Pero si algunos millones son destinados a ese fin, Emilio Pérsico los recibirá primero que todos.

El macrismo y Gerardo Morales ya se dieron el gusto de sacar de circulación a Milagro Sala, va por la cabeza del millonario Luis D’Elia y ya hasta el acampe en Plaza de Mayo no es más peligroso de lo que fueron en su momento los acampes indígenas a los que las patotas de “La Cámpora” atacaron cobardemente más de una vez. De paso, recordemos que el kirchnerismo nunca hizo nada por esa gente, y Estela de Carlotto no se inmutó cuando a los Quoms no los recibía Cristina Fernández.

Lo cierto es que llegó el momento de la dulce venganza de Emilio Pérsico.

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