Por Carlos Tórtora.-

Guillermo Francos acordó con los gobernadores que las provincias participarían del impuesto País y Javier Milei habría inmediatamente deshecho la iniciativa. En el gobierno dan entonces por caído a Francos. La segunda etapa de la crisis de gabinete, que empezó con el despido de Guillermo Ferraro, está en plena marcha. Para algunos, las novedades se producirían antes del viaje presidencial del próximo 11 a la Santa Sede.

En el macrismo, hay expectativas de que el río revuelto termine beneficiando al único aliado importante que tiene el gobierno. Un Milei derrotado en el Congreso podría colocarlo a Diego Santilli en Interior y hasta forzar la renuncia de Martín Menem para que Cristian Ritondo asuma finalmente la presidencia de la Cámara de Diputados. La idea que enarbola Macri es que el presidente quiere desentenderse de la política, a la que detesta, para concentrarse en el manejo de la economía, que es lo que verdaderamente le gusta, y que quiere tercerizar la resolución del conflicto por la ley ómnibus. Está visión desmembrada del poder es posible sólo desde la óptica libertaria, según la cual la política es un simple apéndice de la economía.

La consolidación del actual gabinete en torno a dos militantes de la antipolítica, Nicolás Posse y Luis Caputo, da una idea de la precariedad del esquema presidencial.

Frente a esto, Macri ofrecería un gerenciamiento que destrabe las relaciones con el Congreso y tienda puentes con la sociedad.

La polarización

No se sabe y es difícil predecir qué rumbo tomará Milei, que pasó de ser el abanderado de la libertad en Davos a ser un presidente hackeado por los diputados.

En el entorno presidencial se comenta que Milei intentaría una toma de judo, culpando al Congreso, como expresión de la casta, por de la paralización del gobierno.

Sería éste el camino de una fujimorización, con la diferencia de que en Perú hay mecanismos constitucionales para cerrar el congreso, mientras que aquí no los hay. Según consultores que trabajan para la Casa Rosada, uno de los pocos modos de evitar que se diluya el capital político libertario sería polarizar con más dureza con la casta, aprovechando que la oposición no tiene un liderazgo claro.

Lo que no le convendría a Milei es continuar así, a medio camino entre la impotencia política y el sometimiento a acuerdos legislativos que ya no satisfacen al gobierno.

Share