Por Carlos Tórtora.-

Las circunstancias colocaron a Martín Lousteau en una encrucijada que puede gravitar seriamente sobre la elección presidencial. Una cuenta elemental indica que el candidato de ECO, ubicado 20 puntos debajo de Horacio Rodríguez Larreta, sólo podría ganar el ballotage del próximo 19 si sumara la mayor parte del voto kirchnerista, además de otros sectores de izquierda, que en general parecen apostar al voto en blanco. Pero la realidad es que en política las sumas no son matemáticas, es decir que dos más dos suelen no dar cuatro. Si el kirchnerismo se movilizara masivamente a favor del joven economista, habría efectos colaterales importantes. Muchos de los actuales votantes de Lousteau son profundamente antikirchneristas y hasta podrían ver con mejores ojos a Larreta si advierten que ECO se convierte en un instrumento del Frente para la Victoria para destruir la candidatura presidencial de Mauricio Macri y tomar el gobierno porteño.

En esta hipótesis, hasta la propia Cristina debería estar seriamente preocupada por las consecuencias de una improbable derrota del PRO. El impacto sería tan grande que la candidatura de Macri quedaría herida de muerte y entonces sí, la historia le daría a Sergio Massa la segunda oportunidad para dar el paso al frente y polarizar con el kirchnerismo. ¿Le convendría a la Casa Rosada el riesgo de Daniel Scioli termine en un ballotage con Massa? Parece que no, porque con el aporte de un histórico del PJ como José Manuel de la Sota, más Hugo Moyano, el tigrense podría romper el voto K y liquidarlo a Scioli, cosa que no puede ni intentar Macri. Éste, por el contrario, se preocupa periódicamente de aclarar que el PRO no se contamina del peronismo.

Un análisis de las conveniencias de cada bando indica que, en realidad, al Frente para la Victoria lo que le conviene no es que Larreta pierda sino que le gane a Lousteau por una escasa diferencia de 4 ó 5 puntos. Este magro resultado desgastaría a Macri pero no lo sacaría de carrera. La premisa fundamental de la estrategia K no ha variado por el ballotage porteño: lo esencial para el gobierno es que Macri y Massa se sigan debilitando mutuamente dividiendo el voto opositor, para que ninguno llegue al 30%, y Scioli, si alcanza en la primera vuelta el 40%, se quede con la presidencia sin pasar por el calvario de una segunda vuelta.

Fuego cruzado

Para Lousteau, la apuesta que hace, resistiendo todas las presiones del PRO para que se baje de la candidatura, lo lleva a una situación límite. Si hay una avalancha de votos para el PRO, su carrera política quedará seriamente deteriorada. Para evitar esto, debería al menos subir 10 puntos, es decir, cruzar la línea del 35%. Su decisión de seguir adelante es funcional a Massa y puede servirle o no al gobierno según -como vimos- se den las distintas posibilidades.

Lo cierto es que el apoyo de la UCR a Lousteau está fisurando minuto a minuto la columna vertebral de CAMBIEMOS. Nadie puede suponer que Ernesto Sanz crea seriamente que la aventura de Lousteau puede hacer que él le gane las PASO del 9 de agosto a Macri, salvo que éste no se presente.

En este punto, los radicales pensarían en sintonía con el kirchnerismo. Lo esencial sería debilitar al jefe del PRO a través de una buen resultado de Lousteau el 19. Como es sabido, Macri no cree en los gobiernos de coalición y piensa que la alianza con la UCR se termina con las elecciones. Después, si él es presidente, habría acuerdos legislativos con el centenario partido, pero el PRO no compartiría el gabinete nacional, vista la experiencia de la Alianza en el 99 y la de tantos gobiernos de coalición en Latinoamérica, que fracasaron rápidamente.

En pocas alianzas estuvo tan claro que los acuerdos entre el PRO y la UCR no sobrevivirán a la elección presidencial. En este marco, Elisa Carrió ha quedado en una situación incómoda. Sólo tiene cierto peso en la Capital y apostó por Lousteau. Si gana el PRO, no le abriría ningún espacio en el gobierno. Pero todavía más grave es el hecho de que, como están las cosas, la Coalición Cívica saldría en las PASO tercera, o sea, última dentro de CAMBIEMOS, en todos los distritos.

Otro dato a tener en cuenta es que los radicales, socialistas y demás partidos que apoyan a Lousteau ya acaban de obtener en primera vuelta las bancas para las que le alcanzaron sus votos. Ahora tal vez no todos se movilicen demasiado en la segunda vuelta y hasta algunos podrían llegar a acuerdos reservados con el PRO.

Los fuegos cruzados están a la orden del día no sólo en Capital sino también en Buenos Aires. El spot publicitario de Felipe Solá disparando a boca de jarro contra Aníbal Fernández con la consigna “drogas sí o drogas no” es muy sugestivo. Solá no es ingenuo y sabe que su maniobra ayuda al binomio compuesto por Julián Domínguez y Fernando Espinoza. Es más, el aviso en cuestión beneficia a Scioli, que quiere que gane Domínguez para alinear detrás de sí a los barones del conurbano que rechazan a Martín Sabbatella y La Cámpora. ¿Está jugando Scioli sus cartas dentro del massismo? Es probable. Si Macri llega entero a las PASO y Massa no pasa de 15 puntos, el electorado probablemente piense para la primera vuelta en términos de voto útil. O sea que se haría realidad entonces la polarización Scioli-Macri y el massismo se achicaría, como le pasó al duhaldismo en el 2011, luego de conseguir sólo el 12% en las PASO. Solá, un experto en salto en alto, podría estar ajustando sus planes a los de Scioli.

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