Por Alexis Di Capo.-

En apenas 48 horas, el gobierno pasó de la estrategia de todo o nada a negociar ampliamente los contenidos de la ley ómnibus. La negociación en marcha con los bloques del Pro, la UCR, Cambio Federal e Innovación Federal ya alcanza a aspectos medulares del proyecto. Por ejemplo, reducir la emergencia sólo a un año y también reducir la cantidad de delegaciones legislativas. Aun cuando las tratativas con los 4 bloques señalados prosperen, los 129 votos no están asegurados, porque en estos bloques puede haber disidentes. Y de cualquier modo, aun habiendo acuerdo la semana que viene, el proyecto se trataría en el recinto en los últimos días del mes, así que no alcanzarían las extraordinarias para que lo trate el Senado. Así es que la prórroga de las extraordinarias para febrero puede considerarse un hecho.

La realidad se impone

De este modo, serían dos las concesiones que Javier Milei debe hacerle a la realidad. La primera es negociar la ley, haciendo concesiones, y la segunda es prorrogar las extraordinarias.

Un presidente negociador es algo que va contra natura, pero la verdad es que la rebelión del Congreso puso al gobierno contra las cuerdas y al borde de una derrota gigantesca. Todo este desgaste de la última quincena se hubiera podido evitar si se hubiera aceptado negociar desde el primer momento. Pero Milei apostó a crear un hiperpresidencialismo con pocos límites que ahora muestra sus puntos débiles.

Otro punto a considerar es el de la dependencia de los aliados. De sancionarse la ley gracias a los votos de los macristas, los radicales y Miguel Ángel Pichetto, entre otros, quedaría en claro que los libertarios no están en condiciones de gobernar solos. El hiperpresidencialismo puede entonces atenuarse y girar hacia un presidencialismo moderado, esto aun cuando esta modulación no vaya con el temperamento del presidente.

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