Por Carlos Tórtora.-

Javier Milei sabe que el enorme consenso reunido puede disminuir rápidamente al compás de una situación económica crítica y busca entonces un tratamiento de shock. El envío inmediato al Congreso de una ley ómnibus de reforma del estado y ajuste es una jugada crítica. La Libertad Avanza no suma hoy más de 80 diputados, incluyendo al PRO, y necesita 129 para el quorum propio. No es probable que consiga este número a menos, lo que es impensable, que voten con los libertarios una serie de bloques progresistas como el que responde a Martín Lousteau. Por ejemplo, hay que suponer que la mayoría de los diputados radicales tendrían pocas coincidencias con la ley ómnibus.

La situación es totalmente opuesta a la existente cuando el menemismo sancionó la reforma del estado en el 91 y tenía mayoría en ambas cámaras.

Ahora lo más probable es que la ley ómnibus sea objeto de una gran negociación parlamentaria. En otras palabras, que Milei, a menos de un mes de un triunfo arrasador en las urnas, debería acostumbrarse a la idea de que carece de la posibilidad de sancionar a libro cerrado la ley ómnibus. El otro camino que le queda es peligroso. Sería recurrir a los DNU para instrumentar la reforma. Pero justamente, como tiene minoría en el Congreso, éste podría derogar los DNU y llevar al país a un abismo político.

¿Negociar hasta dónde?

Todo indica que Milei se verá obligado a negociar punto por punto su ley ómnibus. El panorama que se ofrece en Diputados no puede ser más complejo. Ya hay 25 bloques y esto fracciona la capacidad de decisión. Todos buscan tener su propia bancada en este mosaico y se habla, por ejemplo, de que Mauricio Macri lanzará un sub-bloque del PRO con María Eugenia Vidal a la cabeza mientras que Patricia Bullrich ya cuenta con 11 diputados propios. Dada la importancia de la negociación, la misma excedería a los bloques y entrarían a jugar las figuras nacionales como Macri y Juan Schiaretti.

Con un ajedrez político de semejante complejidad, el otro factor que será decisivo es el tiempo. Negociar punto por punto una ley ómnibus llevaría meses y esto nos conduce a otra cuestión. En la negociación, muchas de las reformas libertarias serían rechazadas y para otras sólo habría consenso si se modificasen sus términos. En otras palabras, que el gobierno debería resignarse a obtener resultados parciales, sin duda mucho menores a los esperados.

Esta perspectiva, de concretarse, tendría efectos sobre el modo de ejercer el poder de Milei. O sea que la aceptación de acuerdos para rescatar lo que se pueda de la ley ómnibus le marcaría límites al presidente. Algo difícil de aceptar cuando el poder político está recién naciendo.

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