Por Carlos Tórtora.-

Los esfuerzos del gobierno de Mauricio Macri por sintonizar con la nueva administración de Donald Trump son notables. Basta con analizar la nueva política de controles migratorios local y compararla con las medidas contra la inmigración ilegal e islámica dictadas por Washington. La Casa Rosada está en realidad pendiente de cómo califique el entorno de Trump la evolución de la situación argentina. Un calificativo poco promisorio sería más que suficiente como para derrumbar el remanido relato oficial de que la reactivación está comenzando o a un paso. Macri no tiene inconvenientes en arrimarse más a la Alianza del Pacífico, el esquema estratégico de los EEUU para la región. Pero teme que el gobierno brasileño, sumido en un nuevo tembladeral, instrumente represalias comerciales en el ámbito del MERCOSUR.

Una elección mayor

En lo local, el faraónico plan de obras públicas previsto debería ser suficiente parar asegurarle al gobierno una ventaja electoral importante. Pero el PRO no está seguro de que su estrategia sea suficiente. En los términos de la política internacional y nacional actual, necesita una victoria resonante que le dé amplia mayoría en las dos cámaras. ¿Sería éste el resultado de polarizar con CFK? Ella se encuentra beneficiada. porque el estilo Trump favorece dialécticamente cierto resurgimiento neochavista y, desde ya, estimula los sentimientos antiyanquis propios de la mayor parte de los argentinos. Ahora bien, si Cristina saliera segunda -o sea, senadora- haciendo una buena elección, se convertiría nuevamente en candidata a presidente. ¿Desea el gobierno llegar a ese punto?

Una victoria K en la interna peronista sería nefasta para las perspectivas económicas del país y también del gobierno del PRO. O sea, todo un bumerang. Pero un Sergio Massa triunfante podría, con su carisma, dejar atrás a Macri y opacar a María Eugenia Vidal. La Casa Rosada no puede decidir del todo quién maneje la oposición, pero sin duda que su rumbo es determinante. La elección de la vuelta al pasado es tentadora, porque ofrece flancos muy vulnerables, pero es altamente peligrosa. Dejar que el peronismo se renueve es más sano para la democracia pero muy riesgoso para la suerte electoral del PRO.

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