Por Carlos Tórtora.-

Como suele pasar en la era de Javier Milei, la crisis por el tratamiento en el Senado del DNU 70/23 derivó inmediatamente en una nueva crisis: el enfrentamiento entre el presidente y la vicepresidenta. Esta, cumpliendo a pie firme el reglamento del Senado, sostuvo la inclusión en la sesión de hoy de la cuestión del DNU, mientras los trolls libertarios descargaban sobre ella toda la furia y Milei la atacaba públicamente. Con apoyos políticos que no están claros -se menciona por supuesto a Mauricio Macri- Villarruel parece querer representar la defensa de las instituciones frente al autoritarismo de Milei para someter al nido de ratas.

En este caso, el problema tendría consecuencias no menores, porque, si el Senado rechaza el DNU y luego lo hace Diputados, su derogación sería automática y se daría marcha atrás con casi todas las desregulaciones que el gobierno tiene en marcha. Esto generaría, a su vez, una fuerte imagen de debilidad del gobierno, tanto dentro como fuera del país. La gobernabilidad de Milei estaría cuestionada y la actual crisis se profundizaría.

Con final abierto

No es de extrañar, entonces, que ayer a la noche los puentes entre la Casa Rosada y el Senado parecían rotos. Sin embargo, la realidad sería más compleja. Anoche, una fuente próxima a Villarruel deslizaba que había una salida para respetar los mecanismos del Senado y a la vez no tratar el mega DNU. Aparentemente, el reglamento de la casa establecería que, para habilitar el debate, es necesario contar con 48 votos aprobando el correspondiente dictamen, con los cuales no cuenta la oposición.

De ser así, existiría un sendero para que el gobierno se salga con la suya.

En el Congreso pocos dudan de que, si el Senado rechaza el DNU, el impacto sobre Diputados sería enorme y precipitaría el otro rechazo.

Más allá de lo que ocurra con el DNU, la crisis entre el presidente y su vice escaló varios lugares y se abre la incógnita de cómo seguirá.

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