Por Carlos Tórtora.-

La presión mediática insuflada por los operadores del PRO fue en aumento en los últimos días. El denominador común era uno solo: ¿cómo podía ser que Mauricio Macri, cuya intervención fue decisiva para el triunfo de Javier Milei, no hubiera nominado todavía a un solo macrista para el futuro gabinete? El presidente electo empezó a resolver este interrogante ayer a su manera y con un estilo inesperado.

La decisión de colocar a Luis Caputo en el Ministerio de Economía tiene una doble lectura. Es un macrista histórico pero desde el 2018 se encuentra enemistado con el expresidente porque éste no toleró las fuertes críticas que Caputo le hiciera a su gestión. En lo que hace al presente, la designación de Caputo irritaría a Macri más que otra cosa.

Pero ayer se oficializó también el desembarco, en este caso en Seguridad, de la misma presidenta del PRO, Patricia Bullrich. Esta desde hace largo tiempo no es obediente a los dictados de Macri y de ningún modo puede decirse que su nominación aumenta el poder del expresidente. Sin ir más lejos, recordemos que en plena campaña electoral Macri habló de acordar con Milei saboteando así la candidatura de Bullrich.

En síntesis, Milei -casi con humor negro- designó a dos figuras del PRO pero que en nada responden a Macri. El sentido de la jugada queda claro: Milei no lo está reconociendo a aquél como socio político y sigue sin darle espacios de poder.

El caso Ritondo

Esta tendencia se ratifica en la negativa del presidente electo de aceptar que Cristian Ritondo sea el presidente de la Cámara de Diputados, inclinándose en cambio por el conciliador Florencio Randazzo. «Los diputados del PRO están igual obligados a votar con la Libertad Avanza y Ritondo no tiene otra alternativa», señala un dirigente libertario.

En síntesis, que Macri sigue sin tener presencia importante alguna en el futuro gabinete, mientras que los cargos se van llenando.

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