Por Carlos Tórtora.-

JM ensaya de nuevo su estrategia de apostar a todo o nada anunciando que no prorrogará las sesiones extraordinarias y que, en consecuencia, la ley ómnibus deberá votarse en la última semana de este mes, en coincidencia con el paro general dispuesto por la CGT para el 24. No está en consideración que es prácticamente inviable que las comisiones analicen seriamente el proyecto en tan corto tiempo. El mensaje que da entrelíneas el gobierno es que no está dispuesto a embretarse en una larga y desgastante negociación parlamentaria con resultado incierto. Si no se concreta la sanción inmediata de la ley de 600 artículos, se dictaría un nuevo DNU, que sin duda sería tan polémico como el DNU 70/2023. En medios de la Casa Rosada se reconoce que, de optarse por otro DNU, deberían excluirse las reformas penales, tributarias y electorales, que están prohibidas para este tipo de normas.

El caso es que los diputados de la UCR y Cambio Federal están dispuestos a plantear cambios al proyecto en las tres comisiones que analizan el mismo. Clasifican el articulado en temas aceptables, que requieren cambios, e inaceptables.

El presidente no estaría dispuesto a enredarse en una compleja negociación que derivaría en la modificación sustancial del proyecto. En este punto lo que más está en juego es que negociar la ley implicaría que el poder de Milei quedaría doblegado por el congreso. Un resultado inaceptable para un presidente sin gobernadores ni intendentes ni mayorías en el Congreso y que descansa casi exclusivamente en su poder personal.

La Corte como garante de la gobernabilidad

La estrategia del todo o nada es coherente con lo que está pasando en las filas del gabinete. El único político nato del elenco oficial, Guillermo Francos, surge debilitado y en baja. Desde el momento en que los ATN le fueron arrebatados para pasar a la órbita de Luis Caputo, Francos se quedó sin su principal instrumento para negociar con los senadores, los diputados y los gobernadores. La ausencia de negociadores con la oposición y hasta con la CGT resulta más del agrado del Presidente. Este apuesta a que la Corte Suprema no le dará un golpe a la gobernabilidad y avalará el mega DNU que fuera impugnado por la acción declarativa de certeza presentada por el gobernador de La Rioja Ricardo Quintela. Claro está que la Corte podría optar por un fallo salomónico declarando constitucionales algunas partes del DNU e inconstitucionales otras.

Con su estrategia del todo o nada, Milei se asemeja a Néstor Kirchner, que sólo negociaba luego de tensar la cuerda todo lo que podía.

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