Por Guillermo Cherashny.-

No hay dudas de que el gobierno no obtendrá en los próximos días el quórum para iniciar la sesión para aprobar la ley que modifica la elección de las mayorías para nombrar al procurador aprobada en el senado, porque el rechazo de la sociedad civil es muy grande y pocos diputados por fuera del Frente de Todos se quieren quemar haciendo número. Ante esta situación, el presidente no tiene en claro qué camino tomar, porque insistir con obtener los 2/3 del senado para aprobar el pliego de Daniel Rafecas -el juez federal que propuso para el cargo- tropieza con la oposición del kirchnerismo, que no trató su pliego, y los votos que podría aportar Juntos por el Cambio están en una nebulosa, porque el ex presidente Macri y Patricia Bullrich no quieren ninguna negociación con el gobierno y los senadores que lo ven como el «mal menor» no se animan a manifestar su intención de votarlo, salvo Elisa Carrió, cuyo partido no tiene legisladores en la cámara alta.

Al presidente le quedan dos caminos: exigir al bloque de senadores del PJ que empiecen a tratar el pliego de Rafecas y recién después buscar los consensos con algún sector de Juntos por el Cambio, o bien buscar otro candidato que pueda tener consenso en el kirchnerismo y en un sector opositor.

En tanto, el juez Rafecas dio un paso muy importante que muestra su independencia, como declarar que no acepta su nominación si se modificará la composición de los 2/3 de los votos, lo cual lo coloca en una óptima posición para que se inicie el tratamiento de su pliego.

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