Por Sebastián Dumont.-

Jorge Sarghini podría terminar siendo el presidente de la Cámara de Diputados por un año más, a pesar de su idea de no seguir, y de lo que establecía el acuerdo celebrado el año pasado cuando se logró el entendimiento entre Cambiemos y el Frente Renovador. Esta resolución es lo que querría tanto Massa como la propia gobernadora, algo que fue adelantado por este portal hace un tiempo atrás. El tema es que el massismo podría resultar fortalecido ante el fracaso del intento de un sector del macrismo de establecer acuerdos con el FPV en la provincia de Buenos Aires.

“La lista es más larga ahora”, confiesa un massista de pura cepa para explicar que ahora la negociación entre el tigrense y la gobernadora tendrá otro cariz. Es como haber ido a buscar a otro y ante la negativa volver al viejo amor. En Cambiemos se dieron cuenta que el kirchnerismo tiene la lógica de siempre y que no estaba dispuesto a ceder en nada. Es más, aseguran que sus pretensiones eran superiores a las imaginadas. Con un agregado: ningún sector del justicialismo puede garantizar por sí mismo los dos tercios que necesita el oficialismo para avanzar en el endeudamiento.

“Cuando nosotros como fuerza política manifestamos nuestras necesidades, en el gobierno lo toman como extorsión; ahora, cuando ellos nos necesitan, tiene que ser en pos de la gobernabilidad y la estabilidad institucional”, se quejan en el Frente Renovador, donde reconocen que todavía hay tensión con el oficialismo. Hubo situaciones en el manejo de la Cámara de Diputados que no le gustaron a Jorge Sarghini, quien es respetado por todo el arco político.

El tema es que la lógica aplicada desde la estrategia nacional del PRO obligó a la gobernadora a tener que ir ella a preservar su propio acuerdo provincial. Lo difícil de entender para muchos observadores de la política es cómo, por revivir una polarización que vuelve a poner en escena al cristinismo, el oficialismo atenta con quien hasta aquí le dio la gobernabilidad en la provincia de Buenos Aires. Raro.

Por eso, más allá que Marcos Peña intentara acercarse a los intendentes del peronismo como manera de alejarlo a Massa, a Vidal el tema no le cerró y tomó en persona las riendas de la negociación. Además, las encuestas que se observan siguen arrojando una realidad lejana a la que pretende el macrismo. La polarización está lejos. Por ahora, hay tres espacios bien diferenciados.

No sería ésta la única situación que incomoda a la gobernadora. Tampoco habría caído bien la idea de instalar la figura de Juliana Awada como posible actora en la política bonaerense. Por eso, Vidal se pone al frente para cuidar su propia estrategia. Necesita del presupuesto y el endeudamiento, aunque no le será tan fácil tenerlo si en éste se pretende salvar la enorme deuda que aún pesa y dejó el sciolismo hace casi un año atrás.

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