Por Luis Tonelli.-

Todo se acelera. El cierre de las alianzas empuja a que Sergio Massa tome una decisión: o sigue sufriendo la polarización en las encuestas manteniéndose como candidato a Presidente (en eso que la teoría de juegos llama backwardinduction, y que simplemente se trata de que la gente adelanta sus decisiones si imagina cual va a ser la situación en la última etapa del juego) o va por el segundo premio, y se presenta como candidato a la provincia de Buenos Aires.

Bajo condiciones de otros tiempos, Massa pasaría a ser un “King Maker”. Con el caudal de votos que aún mantiene, si todos le fueran leales a su movimiento, él decidiría quien es el Presidente. Pero el voto de Massa no es mayoritariamente massista, sino voto “anti K”. Y el milagro que había logrado el ex intendente de Tigre fue concitar a dos tipos de “anti K”: los peronistas disgustados con CFK y los no peronistas disgustados con CFK. El problema es que esos votos, de quedar sin referentes deben orientarse hacia alguno de los dos presidenciales.

Si Massa decide ser candidato a gobernador tiene tres posibilidades: o va con el PRO, o va con el FPV o va solo. Ir con algunas de las fuerzas, implicaría para algunos que Massa inclina la balanza hacia a uno u otro lado. Pero ciertamente hay un caudal de sus votos peronistas que prefiere, si Massa va con el PRO, antes de votar a Macri Presidente, votar Scioli Presidente y quizás cortar boleta. Lo mismo, hay un caudal de sus votos antiperonistas, que si Massa va con el FPV, votar a Macri Presidente.

Lo importante entonces más que la tracción que supuestamente Massa realizaría desde su candidatura a gobernador a su candidato presidencial es que su “bajada” sacaría un divisor importante de la escena presidencial. Lo que implicaría directamente que no habría segunda vuelta y las cosas se decidirían en primera vuelta.

Los números son finitos, pero como ya se vio en el caso de la coalición UCR-PRO, no se pueden sumar las intenciones de voto linealmente. Máxime cuando el que va al frente en las encuestas a sus socios, volviendo invisible el acuerdo ante el temor que se le recuerde el caso de la ALIANZA ad nauseam.

Si los votos de Massa se distribuyen normalmente, entonces la abdicación del Lord de Tigre jugará a favor del que va primero, haciéndolo ganar en primera vuelta. Pero las encuestas hablan de una ligera ventaja de Scioli sobre Macri. Nada tan concluyente para decir que la renuncia massista redunda en que supera el 45% de los votos (pero por ahí andará).

Que Massa cierre con Macri es algo pedido por el Círculo Rojo hace mucho. Pero hay una cuestión no menor: los intendentes que se le van, vuelven al FPV y la cuestión que cavila es si realmente su bajada a gobernador le da el triunfo en la provincia de Buenos Aires. Massa prefiere perder como candidato a Presidente que perder como candidato a Gobernador.

Por su parte, los demás competidores en la interna de las P.A.S.O. no parecen decididos a traccionar demasiados votos desde fuera de lo que ya puede conseguir el mismo Macri. La fórmula presidencial Sanz-Llach (jr) tiene el valor de un testimonio valiente, pero no es electoralmente poderosa.

En ese punto, Massa duda de su trilema: si va a la Presidencial, puede sacar después de la PASO, menos de un dígito de votos efectivos. Si va a la Gobernación con algún candidato, puede ser ganador en la Provincia, pero quizás no decide con su pase las alecciones (cosa que Macri debería sopesar seriamente). Si va solo a la gobernación, puede perder, por la tracción que sobre las elecciones provinciales tiene indudablemente la elección presidencial (como lo demostraron todas las elecciones anteriores a gobernador, desde Armendariz en adelante). (7 Miradas, editada por Luis Pico Estrada)

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