Por Hernán Andrés Kruse.-

En su edición del 9 de abril, Página/12 publicó una entrevista de Felipe Yapur a un emblema del sindicalismo peronista ortodoxo y mimado del establishment, Héctor Daer. Dijo el triunviro de la CGT: “Le pusimos un adjetivo (al paro): contundente. Y los datos son más que claros, a la ciudad de Buenos Aires ingresan por día tres millones de trabajadores y muchos de ellos se movilizan en un promedio de casi un millón de autos. Ese día sólo ingresó un tercio. Esto da cuenta del acompañamiento que tuvo no sólo del sector del trabajo sino de bastos sectores de la sociedad como comercios y pymes. La verdad que uno no quier hablar de éxito porque lo que se pretende es que haya algunos caminos de salida” (…) “las consecuencias que tienen que ver con la caída del empleo y la pobreza tienen dos vectores. Una es el derrumbe del poder adquisitivo del salario, hay una caída de la actividad económica producto de la disminución del consumo que coincide con la apertura de importaciones y trae menor consumo y para colmo, lo que se consume tiene mayor impacto en cosas importadas. Eso se nota en la industria automotriz donde hay mayor venta pero cada vez producimos menos porque los que más se venden son los de alta gama. Ahora, en este marco, cuando se dice que hay que dialogar sobre estos temas nosotros planteamos hablar de temas que son de fondo donde buscamos sostener una matriz de sociedad que no signifique sólo producir materias primas para exportar sin valor agregado” (…) “Esto es lo que planteamos, no se puede decir que hay ineficiencia en el sector industrial y por lo tanto se deben cerrar las fábricas porque el impacto social es importantísimo. Si el país tuvo una devaluación impresionante en diciembre de 2015 y el año pasado una inflación del 40 por ciento, que desacomodó todo, no se puede esperar menos de lo que está ocurriendo. Esto es, endeudamiento, caída del consumo y del salario, es para preocuparse” (…).

“Lo primero que tiene que hacer el gobierno es comprender lo que está ocurriendo porque las 300 mil personas que siguen alrededor de ese sector, el textil, no se las puede tirar al margen del sistema productivo porque lo único que hacemos es agudizar la espiral descendente que vive el país. A lo que aspiramos nosotros es que el gobierno tenga una foto de lo que pasa en la Argentina. No me importa lo discursivo porque lo peor que podría sucederle a ellos es que no se defiendan” (…) “El presidente estaba en el medio de una cumbre del sector financiero y debía decir algo. Ahora la realidad es otra, deben tomar la foto de lo que ocurrió. Hay algunos funcionarios que reconocieron que sintieron la medida y la consideraron importante. Si no toman conciencia de eso es por lo menos una equivocación” (…) “Es necesario que entiendan que a la democracia la deben comprender como un instrumento que institucionaliza la representación del pueblo en determinadas personas. Pero esas personas no son los dueños. Un plan económico debe ser del que gobierna pero nosotros, que representamos otro sector de la sociedad, les decimos lo que creemos que se debe corregir porque las consecuencias están a la vista” (…) “Es una estrategia de polarización (la poca importancia que le dio Macri al paro). En la historia no muy lejana de nuestro país, salvo en 2001, siempre la polarización se planteó desde el poder para dividir. Entonces poner la confrontación por delante da cuenta que están buscando contener y abroquelar a su gente. Me parece entonces que en un momento donde la desilusión por los cambios prometidos que nunca llegan está creciendo, la respuesta del gobierno es confrontar con el pasado olvidando el presente y el futuro” (…).

“Lo que creo es que la democracia que recuperamos en diciembre de 1983 siempre dejó deudas. Hoy (por ayer) se publican datos oficiales de la ciudad de Buenos Aires donde dice que el 50 por ciento de los ingresos es inferior a 15 mil pesos y el 25 por ciento es inferior a ocho mil pesos. Eso da cuenta del marco de pobreza que existe y que es una deuda del pasado. Eso es lo urgente por resolver pero no se lo va a conseguir aumentando la pobreza como ocurre ahora. La imagen de este gobierno era ir a pobreza cero pero la realidad es que los pobres son más” (…) “Creemos que objetivamente no se puede reducir la pobreza si no se modifican ciertas políticas. Y no es una locura lo que pedimos, queremos que los gremios vayan obteniendo, de manera responsable, incremento en su poder adquisitivo a través de paritarias sin tope” (…) “Será un grave error que las paritarias terminen yendo por debajo del salario real porque mayor recesión con inflación superior al salario terminará por debilitar la actividad económica que agudizará y profundizará la crisis social” (…) “Lo que decimos es que un modelo económico sirve si cierra socialmente. Si no cierra no sirve para nada. No se puede ajustar la macroeconomía con un daño a los sectores más vulnerables. Creemos que lo que está haciendo el gobierno va a deteriorar aún más la estructura social” (…).

“Pero no cabe duda de que en esos años (los 12 años de gobierno K) pudimos recomponer salarios, veíamos las dificultades en la macroeconomía pero nunca el gobierno anterior fue sobre los que menos tienen” (…) “Bueno, el diálogo son varias cosas. Primero debe haber un compromiso de discutir una agenda que se acuerde. Segundo, que esos ítems se puedan discutir y no que sean verdades únicas. Tercero, lo que se acuerde entre los sectores que participen se firme y se cumpla pero además, que el Estado sea garante de los compromisos que se asuman porque de lo contrario los fracasos recientes nos impiden tener una visión de mediano plazo” (…) “El problema fue que en enero se produjeron gran cantidad de despidos y la decisión de sostener el cierre de empresas tecnológicas permitió que todo empresario que quisiera despedir trabajadores lo podía hacer y ahí es donde decidimos que había que frenar esa situación. Entonces se convoca a una marcha donde se piden modificaciones del programa económico y se advierte que si no teníamos respuesta íbamos al paro. Lo que desfiguró la marcha fue la violencia del final y tapó a una de las movilizaciones más grandes de los últimos 40 años. El gobierno se quedó con la foto de cuando se llevaron el atril y no vieron la realidad, no actuaron en consecuencia” (…).

“Lo que existe es un poder facultado o conferido por los trabajadores y la sociedad de plantearle al gobierno el cambio de modelo. Eso es lo de hoy, no sé qué vendrá después” (…) “Hay que tener cuidado de no caer en decir que no hablamos más porque de lo contrario nos transformamos en una versión testimonial de la realidad mientras la nave va por otro lado y ocurren cosas que nos perjudican. Hay que tener mucho equilibrio y la estrategia precisa” (…) “El instrumento del paro es una herramienta que nunca la vamos a negar. Ahora, la buena utilización en términos estratégicos de esos instrumentos nos puede generar, al cabo de un tiempo, mejores resultados” (…) “Estamos en una experiencia inédita porque no peleamos contra la dictadura ni contra un gobierno peronista, pero donde gobiernan liberales, como ocurrió en los noventa. Ahora estamos frente a un gobierno que ganó las elecciones con nombre, apellido, ADN y todo, y que tiene dos años más de mandato”.

En su edición del 9 de abril, La Nación publicó un artículo de Jorge Fernández Díaz titulado “La vieja corporación peronista, ante un nuevo desafío”. Dice el autor: “Entre los muchos asombros de la semana, tal vez el más grande haya sido ese hito tecnológico: la vieja corporación peronista fue enfrentada por sombras multitudinarias autogobernadas desde la Web y sin referentes políticos, que llenaron plazas y avenidas, le arrebataron el monopolio de la calle, y luego organizaron en las redes sociales exitosas vacunas contra su primera huelga general. La culminación simbólica de esa eficaz resistencia cívica sucedió cuando la santísima trinidad de la CGT se sintió obligada a responder las críticas de un cineasta que había liderado la movida digital a miles y miles de kilómetros de distancia, mientras filmaba una serie de ciencia ficción” (…) “A esto se agregaron otros acontecimientos de rápida viralización: una patota sindical conducida por un dirigente del PJ bloqueó una estación de servicio de Lomas de Zamora, pero quedó expuesta por una grabación tomada desde un simple celular, y a uno de los triunviros no le quedó entonces más chance que salir a apagar el incendio y pedir disculpas. Un teléfono similar expuso la asamblea del Sindicato de Peones de Taxis y transformó a Omar Viviani en una estrella de los medios y de Internet por su amenaza de “dar vuelta los coches” (…)”.

“La marcha del sábado se hizo “a pesar” del Gobierno, pero lo cierto es que le inyectó una fuerte autoestima sin la que quizá no se hubiera atrevido a despejar la Panamericana y hacer por primera vez efectivo el protocolo antipiquetes” (…) “Los ignotos protagonistas de este verdadero contraataque desafían los saberes de dirigentes y periodistas clásicos, porque no los conduce nadie, porque se autoconvocan con la velocidad del rayo y porque la mayor parte de ellos actúa desde una cierta orfandad partidaria” (…) “Los manifestantes del 1A son una pequeña metáfora de esos trece millones de personas que votaron por la normalización de la república, aún sin tener en cuenta los altos costos que eso implicaría. También dos o tres millones votaron a Scioli con el mismo sentido, creyendo que era posible enderezar el barco desde las propias entrañas del partido hegemónico. En ese grupo gigantesco, integrado por unos y otros, hay fanáticos y simpatizantes de Cambiemos, pero también resignados, decepcionados, críticos y furiosos. Lo cierto, no obstante, es que coexisten millones de personas cuyas aspiraciones consiste en tener por fin “un país normal”, entendiendo por tal un sistema democrático y republicano, con un capitalismo vigoroso que genere empleo y progreso a la manera de las grandes naciones de Occidente. El populismo desdeña esta posibilidad tachando cualquier intento de “neoliberal” y recordando que el Estado de Bienestar de esos países ejemplares se encuentra en crisis. No explica, sin embargo, dónde podemos hallar el modelo alternativo: ¿la Venezuela descangayada, la autocracia rusa, el feudo incendiado de Santa Cruz?” (…).

“Para ese enorme conjunto de argentinos modernos, Cambiemos puede ser un instrumento (incluso muy falible y hasta detestable), pero lo que ya no se tolera es que la corporación dominante de la política y el sindicalismo le tienda una vez más la zancadilla a un gobierno no peronista, despliegue su coacción, convierta Buenos Aires en Kosovo y lo obligue a tomarse el helicóptero. El actor Oscar Martínez…tiene una frase dura pero lúcida: “El peronismo ya no es un sentimiento. Es un resentimiento”. ¿Y qué resienten los restos del movimiento de Perón? Que se rompa por fin la idea de que sólo el peronismo puede gobernar, piedra basal de un anómalo sistema de partido único que hundió a la Argentina en su actual decadencia e inequidad, pero que proporcionó a sus caciques y capitanejos un provechoso modus vivendi: los convirtió de hecho en una casta de magnates que tiembla por la abstinencia de poder, que echa espuma por la boca y que lucha por el statu quo. No hay nada más conservador que un peronista: hoy nadie tiene tantos privilegios que conservar. Si los 24 años de peronismo hubieran significado un avance consistente de la Argentina, si su prometido rol de fuerza democratizadora en lo económico y social se hubiera verdaderamente cumplido, si hubiera sido capaz de mantener su templanza centrista y no se hubiera bandeado a izquierda y derecha, hoy no estaría siendo tan cuestionado por muchos de sus propios seguidores. A la vista de los resultados, con un cuarto de siglo como muestra cabal, el peronismo nos traicionó” (…).

“Frente al terrible cerco de marzo y a la repulsa popular que despertó, el Gobierno parece haber recuperado el tono, como si los hombres del presidente hubieran decidido por fin enfrentar el bullying. Ese cambio fundamental puede verificarse en la arenga del propio jefe de Estado: “O los mafiosos van presos o nos voltean”. La aseveración se hace cargo del dramatismo de la hora, pero también de esa hidra de mil cabezas que somete y avasalla, y que cubre todos los espacios: desde la policía y la Justicia hasta el sindicalismo, el empresariado y la propia administración pública. Un país trucho y corrupto que se atrinchera y no está dispuesto a modificar sus conductas. Y que disfraza sus lobbies bajo la coartada del nacionalismo o de la sensibilidad social, cuando en verdad se trata solamente de prosaicas batallas por el queso. Gobernar hoy implica entender que esos poderes ocultos y corporativos, prebendarios y extorsionadores no descansarán hasta que la Perestroika fracase. También que su derrota o reconversión sólo se podrá conseguir si los argentinos acompañan y si la economía inclusiva realmente triunfa. Algo que está por verse”.

En su edición del 9 de abril, Página/12 publicó un artículo de Alfredo Zaiat titulado “Crisis laboral”. Dice el autor: “El desempleo y el subempleo describieron un salto de más de dos puntos. Aumentó la informalidad laboral y la precarización en las condiciones de trabajo” (…) “El Gobierno empezó un decidido avance sobre derechos laborales con el fomento de contratos de pasantías desde el Ministerio de Trabajo, con la modificación de la ley de accidentes de trabajo, con reducción de beneficios en convenios colectivos (petroleros) y con rebaja de cargas patronales en acuerdos sectoriales. Además persigue a jueces que fallan a favor de sindicatos (bancarios y docentes)” (…) “El gobierno vetó la ley “antidespidos” y armó una puesta en escena con la firma de un compromiso empresario-sindical para mantener los puestos de trabajo, que no se cumplió” (…) “El salario real de trabajadores formales perdió de 6 a 8 por ciento y el de los informales de 10 a 12 por ciento el año pasado. La disminución del poder adquisitivo ha sido más pronunciada en los estratos de ingresos más bajos” (…) “El gobierno exige y presiona a sindicatos y cámaras empresarias para que cierren paritarias no superiores al 20 por ciento cuando la inflación proyectada es de un piso de 25 por ciento” (…).

“Existían tensiones relacionadas con la heterogeneidad del mercado de trabajo, un núcleo duro de informalidad que no podía romperse, estancamiento del empleo industrial y una fuerte disputa por el alcance del Impuesto a las Ganancias. Esas tensiones no fueron relajadas por el nuevo Gobierno sino que las transformó en una crisis de proporciones que promete agudizarse, en especial en los sectores del comercio e industrial vinculados al mercado interno” (…) “El acelerado deterioro del mundo laboral fue acompañado con el persistente discurso oficial de desprecio a los trabajadores y a organizaciones gremiales. Hubo definiciones despectivas del presidente Mauricio Macri y de varios de sus ministros: “ñoquis”, “grasa militante”, “vagos”, “que trabajen sábados y domingos”, “deben ser más flexibles”. Esas y otras (des)calificaciones eran reiteradas en grandes medios de comunicación pero hasta ahora no habían sido expresadas por la máxima autoridad política del país. Esa barrera se rompió ratificando el carácter clasista que exteriorizan sin pudor los integrantes de la Alianza de combate al choripán. El presidente Macri ratificó su posición anti obrera en la tribuna empresaria del World Economic Forum, en Buenos Aires, el mismo día del paro, cuando sentenció que la economía marcha hacia menos trabajadores y más emprendedores” (…).

“El gobierno diseñó una estrategia que combina avance sobre derechos laborales con transferencia de dinero hacia las obras sociales, la asociación de dirigentes sindicales al negocio del fútbol, la colaboración del estado para facilitarles otros negocios vinculados a actividades comerciales y la amenaza de habilitar la jauría judicial. De esa forma pensó que lograría un pacto social implícito con jefes sindicales mientras va desplegando una acelerada transferencia de ingresos regresiva y disciplinamiento de las demandas de los trabajadores” (…) “La magnitud de la crisis laboral tiene una atención mediática relativa. Algunos análisis manifiestan cierta subestimación al considerarla como el tránsito necesario hacia una “economía normalizada luego de la experiencia populista”. En esa tarea de minimizar la destrucción de puestos de trabajo juega un papel clave el Indec de Macri al proporcionar la información para los análisis posteriores de la cuestión laboral. El Centro de Economía Política Argentina (CEPA) salió al cruce de la versión oficial publicando el reporte “Errores y omisiones” donde advierte de la utilización de una metodología estadística que subestima la cantidad de desocupados” (…).

“El presidente afirmó que la elevada conflictividad social espanta las inversiones. Durante el primer año de gobierno hubo resistencias puntuales, como al tarifazo, pero en general la mayoría de los agentes económicos y políticos ha entregado un nivel de tolerancia elevado pese al rápido deterioro de las condiciones económicas. A pesar de ello, la inversión doméstica y la del exterior registraron una fuerte caída, con excepción del ingreso de capitales especulativos” (…) “Como se sabe, la recuperación del salario real es la principal herramienta para impulsar el crecimiento económico local en el corto plazo” (…) “La crisis laboral fue generada por una política económica que castiga el empleo formal y el salario real. El primer paro nacional de actividades en el gobierno de Macri fue la expresión de rechazo a ese deterioro acelerado. Conflicto sociolaboral que ha ingresado en un sendero imprevisible para dirigentes sindicales acuerdistas y también para el líder de Macrilandia que asegura que la inflación baja, crece la economía, aumenta el empleo y que no hubo una huelga general”.

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