Por Mario Cadenas Madariaga.-

Ha llegado el momento de construir una política nacional de defensa.

El Presidente de la Nación Mauricio Macri ha manifestado que siempre se lo encontrará junto a la verdad, aún cuando la misma no sea fácil de reconocer. Esta es la oportunidad para que con esa óptica se aborde el tema de la defensa de la Nación.

De nada vale que se alcance la unidad y la seguridad interior, que se domine la inflación, que se modernice la infraestructura, que se perfeccione la educación, que se desarrolle la tecnología y la ciencia, que se recupere el crecimiento, que se encamine la economía hacia el bienestar de todos los sectores sociales, si la Argentina en esta etapa de la historia mundial, en la que se repiten todos los días graves episodios de violencia, que en opinión de los expertos mas autorizados anuncian la iniciación de la Tercera Guerra Mundial, se encuentre en un estado cierto de total indefensión.

Por eso nada es más importante que esta materia en la política nacional, porque la continuación de su deterioro, compromete la dignidad, la vida, la libertad y el patrimonio de todos sus habitantes y de la Nación.

También el Presidente de la Nación en un párrafo breve y correcto de su alocución inaugural, aseguró que para la defensa de nuestros derechos soberanos cuestionados, usará las vías admitidas por el derecho internacional, con lo que resolvió una de las hipótesis de conflicto en el Atlántico Sur, frente a una potencia militar europea de primera línea, que se mantenía latente con excesos puramente verbales, en total contradicción con la debilitada potencialidad argentina para sostenerlas.

Pero esta muestra de racionalidad de ninguna manera resolvió el problema de la defensa nacional, cuya gravedad es tal que ni en el orden terrestre, marítimo o aéreo, la Argentina está en condiciones de defender sus áreas soberanas.

De nada ha valido que nuestra legislación penal sancione con el delito de traición a la patria y a prisión perpetua, al funcionario que contribuya a menoscabar la independencia o integración de la Nación, (Art. 215 inciso 1º del CP), y que la ley 23.554 haya establecido el sistema de defensa nacional, para detener el deterioro permanente de su capacidad defensiva, en todos los órdenes del equipamiento de las FFAA. Por esta razón nuestro país, no se halla actualmente en condiciones de garantizar la independencia o la integridad del territorio nacional, por la falta de equipamiento de su Ejército, Marina y Aeronáutica, tanto en materia transportes, armas de toda naturaleza, barcos y aviones de guerra.

La política argentina en el orden de la defensa no tiene símil en el mundo, al nivel de su importancia internacional, por la posesión de un territorio que es el octavo más importante por su extensión, y entre los más ricos por sus recursos naturales. Tampoco tiene antecedentes en Sudamérica, la región de la que formamos parte, ya sea con respecto a Chile, Brasil, Perú, Ecuador, Colombia, o Venezuela, es decir los países de rango más similares y que han atendido su equipamiento para la defensa en forma normal, es decir con inversiones, del orden del 2% de su PBI, o más, cuando la Argentina ha gastado preferentemente en sueldos y jubilaciones, la mitad de aquella cifra.

Nada puede oponerse al abordaje inmediato de la cuestión. Primero para determinar con exactitud cuales son las necesidades de equipamiento y las prioridades para suplirlas. Las dificultades de pago no son un problema en la provisión de armamentos, dentro del mundo occidental y el precio puede ser muy razonable, porque podemos abastecernos con equipos modernos pero no nuevos, con plazos de pago usualmente amplios. Lo fundamental es saber lo que se necesita, y negociar con firmeza y honestidad.

El ejemplo de Brasil y Chile

Los ejemplos de Brasil y Chile y las diferencias de tratamiento con relación a sus fuerzas armadas después de volver a los gobiernos constitucionales ponen de resalto la gravedad de la política seguida por la República Argentina.

En efecto, en Chile, en 1973, se produjo un golpe militar contra el gobierno del Presidente Salvador Allende y se convocó a elecciones recién en 1989, después de 16 años, ganando una coalición de partidos encabezados por Patricio Aylwin. La política con respecto a las FFAA, específicamente, fue totalmente ajena a todo criterio de menosprecio o subvaloración de sus funciones, las que por el contrario fueron objeto de un equipamiento permanente de tal manera que hoy pueden considerarse las más modernas de Sudamérica, en tierra, aire y mar, aunque las FFAA brasileñas son las más poderosas.

En el caso de Brasil el gobierno del Presidente electo Juan Goulart, fue depuesto por un golpe militar en 1964, y recién se llamó a elecciones en 1985, ganando el Presidente Sarney, después de 21 años de gobiernos militares. Ello no fue óbice para que se siguiera una política de permanente equipamiento de sus FFAA que hoy son las más importantes de la región.

En la República Argentina un golpe militar interrumpió el mandato de Estela Martínez de Perón, en marzo de 1976, y en el año 1983 se convocó a elecciones siendo elegido el Dr. Raúl Alfonsín, después de siete años de gobiernos militares, y el sistema de la defensa nacional sufrió un deterioro continuo a partir de entonces.

Las falsas invocaciones para justificar la progresiva indefensión argentina

El principal argumento para justificar la progresiva desinversión en el equipamiento de las FFAA argentinas fue que no existían hipótesis de conflicto. Es un argumento infantil y falso, porque en una situación en que no existe una fuerza armada internacional que garantice la paz, todo país se halla en riesgo de ser objeto de una pretensión inaceptable, y que por razones de debilidad militar la debe aceptar o ser dominada por el agresor.

Por otra parte, si sus vecinos, Brasil y Chile, siguen una política de equipamiento militar permanente, esta sola circunstancia obliga a seguir una política similar.

La independencia y profesionalidad de las FFAA

Pero no sólo se ha desatendido el equipamiento de las FFAA, también se ha comprometido la independencia ideológica de su formación profesional.

El Presidente de la Nación ha dicho con gran acierto que no aceptará jueces “macristas” ni jueces “militantes” y recogió uno de los aplausos más entusiastas de la Asamblea Legislativa y de las tribunas.

Ahora bien, si es una cuestión esencial que los jueces sean independientes, como lo enseño Locke en Inglaterra, Montesquieu en Francia y los autores de El Federalista en los EEUU, no menos importante es que los jefes y oficiales de sus FFAA sean también independientes ideológicamente del poder político, y cumplan sus funciones de defender a la Patria y obedecer a las autoridades de la Nación, con absoluto profesionalismo y gran valor personal. De lo contrario corremos el riesgo de que se conviertan en una guardia pretoriana del gobierno de turno, afectando la estabilidad de las instituciones.

Precisamente esto es lo que se ha violado sistemáticamente por los tres últimos gobiernos, desde la asunción al poder de Néstor Kirchner en mayo del año 2003 hasta el final del segundo mandato de CFK en diciembre de 2015.

En tal sentido se invocó que las FFAA debían ser reeducadas políticamente, no obstante que hacía veinte años, que regían los destinos del país gobiernos elegidos por la voluntad popular y naturalmente sostenían la correcta doctrina constitucional sobre la función especifica de las FFAA.

Con ese falso argumento se nombraron profesores que trataron de inculcar una suerte de dependencia ideológica propia del pensamiento partidario del gobierno kirchnerista. Por lo tanto es indispensable remover a ese personal y sustituirlo por profesores de derecho constitucional para que la Nación cuente con FFAA correctamente formadas desde el punto de vista institucional.

Pero también hubo violación a las garantías de la independencia de las FFAA al alterar las propuestas de ascensos que eran presentados por cada fuerza al Ministerio de Defensa, fundadas en criterios políticos partidarios, que nada tenían que ver con las exigencias profesionales o de subordinación a las autoridades constitucionales.

Sería procedente que la Argentina siga el ejemplo de los EEUU, la democracia más antigua e importante del mundo, con las FFAA más poderosas, que nunca alteraron la continuidad de sus gobiernos, para seguir su organización, de manera de contar con iguales garantías de profesionalismo y eficiencia de sus ejércitos.*

* Ver la obra del autor “Argentina, la gran transformación necesaria”, Ed. Grupo Unión, marzo de 2013, Capítulo IV: La reconstrucción de la defensa nacional.

Share