Por Raúl Cuello.-

Después de mucho bregar y con dos períodos de gestión exitosa en el gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, el ingeniero Mauricio Macri llegó a la “cumbre del Everest”. ¿Era ése su objetivo final’ o ¿el de convertirse en el estadista que le devolverá a la Argentina los valores perdidos y que la habían llevado a ubicarse entre las naciones más prosperas del mundo?

El discurso que pronunció en el Congreso de la Nación al jurar como Presidente demuestra que la segunda respuesta es la correcta. Llenó la República de esperanzas, justificó las expectativas despertadas por su triunfo y lo hizo con humildad, sin frases altisonantes que pretendieron cerrar las heridas de nuestro tejido social. Habló para todos los argentinos, sin necesidad de hacer distinción de géneros, de status, de pobreza. No hubo allí marginados ni excluidos. Los argentinos esperábamos y nos merecíamos esto.

Pero es necesario que nos demos todo un baño de realismo y en esto no excluyo al propio Presidente. Las dificultades a vencer exceden lo imaginable porque el gobierno saliente dejó “tierra arrasada” y volver a poner todas las piezas ensambladas dará más trabajo que juntar a “Humpty Dumpty” al que incidentalmente el cuento dice que nadie pudo hacerlo.

Será ésta una tarea sin precedentes en la historia económica argentina. Cierto es que ha conformado un equipo de profesionales notable, a algunos de los cuales mencioné en una nota anterior y ahora agrego otros, que merece sean repetidos y a los cuales se les reconoce por su solvencia moral e idoneidad técnica, tales los casos de Prat Gay, Frigerio, Stutzenegger, Lacoste y Melconian. Desde hace años los conozco, algunos por ser alumnos y otros antiguos colegas. Por lo demás, todo el gabinete goza de experiencia y capacidad de gerenciamiento.

El hecho de que existan seis ministerios en el área económica coordinados por un Jefe de Gabinete, abre dudas respecto del funcionamiento como equipo, ya que la mesa chica donde se tomarán las decisiones no estarán con lugares para ellos. Y siendo todos profesionales de primer nivel hay que dar por descontado que existan diferencias de criterios y cambios en los primeros tiempos. Un buen equipo de fooball no se integra con once estrellas y un director técnico que sepa menos que cualquiera de ellas. Es algo más. Sobre todo porque es en los primeros meses que deben tomarse importantes decisiones. El Presidente tiene aptitudes de liderazgo demostradas, pero es debajo de su nivel donde se requiere ensamble para eximios ejecutantes.

La confianza está, pero no es un sustituto, a medida que pase el tiempo, para la aceptación de una buena praxis. El campo está plagado de minas que hay que desactivar. La colaboración de la gente se fortalecerá con buena información y docencia de las medidas a adoptar. La demanda social de cambios es superior a lo que razonablemente pueda hacer el gobierno, al menos en los seis primeros meses de gestión. Y acá aparece una suerte de contradicción, ya que lo que no se haga en ese periodo de tiempo difícilmente pueda hacerse después debido al crédito político que puede otorgar la oposición. Y de lo que se trata es regerarquizar al Estado para que el Gobierno pueda apoyarse en él para la toma de decisiones y revertir la actual situación en que el Estado estaba puesto al servicio de las autoridades, lo cual dio pié a la corrupción endémica que el Presidente pretendió llevar a cero.

Un ejemplo es el nivel del gasto público que algunos colegas ubican entre el 7 y el 8% del PBI, pero este porcentaje no tiene en cuenta los gastos devengados y no pagados, las sentencias judiciales y los servicios adeudados por la deuda en default. Tampoco tiene en cuenta el déficit casi fiscal del BCRA, todo lo cual nos acerca al 10% del PBI. Esto es consecuencia de un gasto público que consolidado en Nación, Provincias y Municipios era antes de 2003 del 30% como promedio histórico y hoy se encuentra en el 48%. Este gasto no alcanza a ser financiado por una presión tributaria ubicada también en niveles récord del 44% del PBI, con la particularidad de ser tremendamente inequitativa y permitir un alto grado de evasión tributaria. Naturalmente con semejante gasto público no hay economía que pueda crecer por incentivo- a las inversiones.

El tema de la inflación merece una consideración especial. La verdadera para el año 2015 no será menor del 30% con el último mes creciendo. A esta cifra, no obstante ser de las más altas del mundo, se llega merced al atraso cambiario y a las tarifas de servicios públicos subsidiados, lo cual quiere decir que, como tan pronto se corrija la distorsión que se observa en los precios relativos, la inflación de 2016 ha de ser mayor, de modo que esto requiere ser comprendido por la población, cuyo nivel de consumo deberá forzosamente bajar (por ejemplo menos gastos en turismo al exterior- El hecho que se viviera de espaldas a la realidad es consecuencia del falseamiento de las estadísticas del INDEC.

Para enfrentar estos y otros problemas que aquejan a nuestro país es realizar un llamado a la reflexión social y realizar un profundo ejercicio de docencia para clarificar el origen de los mismos señalando que las soluciones son complejas e impostergables. Volver a la práctica de las conferencias de prensa y facilitar la tarea de los medios de comunicación es algo que se torna imperioso en los tiempos por venir. Tal vez debiera comenzarse por aclarar el pasivo que la incompetente ex dirección del BCRA ha dejado como herencia, con la operatoria de “cambios futuros” que puede llegar hasta los $ 70 MM. De quebranto y que ya antes de ahora fueran denunciados como un verdadero disparate, ya en el mes de noviembre por el Vicepresidente del BCRA Lic. Lucas Llach, y llevados a los estrados de la justicia por denuncia de los legisladores Pinedo y Negri.

Es posible que a este respecto se llegue a algún tipo de negociación extrajudicial, debido a que los Bancos alegan que el incumplimiento del BCRA llevaría a un nuevo default. Es que la corporación sabe que “sus” buenos oficios son necesarios para destrabar el cepo y facilitar las negociaciones internacionales. Tal vez se produzca un corte en el período de ventas futuras, de modo que se examinen cuidadosamente los contratos celebrados entre el 25 de octubre y el 9 de diciembre. Pero esto debe ser conocido por la ciudadanía y que la justicia se expida sobre las responsabilidades de quienes vendieron dólares a $ 10,50 cuando en la plaza de Wall Street el precio era de $ 14-. Si no se tolerarán actos de corrupción, la responsabilidad de Vanoli y su Directorio no debería quedar sospechada de operaciones ilícitas aunque no lo parezcan.

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