Por Hernán Andrés Kruse.-

El 17 de enero de 2013 Redacción Popular publicó un artículo de mi autoría titulado “Maradona y la hipocresía social”. Escribí lo siguiente:

“Diego Maradona es, a mi entender, el mejor futbolista de todos los tiempos. Nacido en una villa de emergencia, su portentosa pierna izquierda lo catapultó a la fama mundial. Comenzó a desplegar su talento inigualable usando la camiseta de Argentinos Juniors y muy pronto comenzó a deslumbrar con la celeste y blanca. En 1979 condujo al seleccionado juvenil a la obtención del campeonato mundial celebrado en Japón. Al regresar, le estrechó la diestra a Jorge Rafael Videla en la Casa de Gobierno. En 1981 participó en el polémico “Mundialito” celebrado en Montevideo y luego se puso la camiseta de Boca. Con la ayuda de Brindisi, Maradona deleitó a todos los hinchas e hizo delirar a los xeneizes con la obtención del Metropolitano de ese año. En 1982 participó en el mundial de España y pasó al Barcelona. En el club catalán no pudo desplegar todo su talento porque un animal del Athletic de Bilbao le rompió un tobillo. En 1984 fue comprado por el Nápoli, club donde alcanzaría su máximo esplendor. Su talento le hizo ganar al humilde club del sur italiano varios títulos que pusieron frenéticos a los poderosos del norte (Inter, Milan, Roma y Juventus).

En 1986 hizo que el seleccionado nacional saliera campeón del mundo derrotando en la final a Alemania por 3 a 2. En México, Maradona alcanzó su máximo esplendor como futbolista. Sus partidos contra Inglaterra y Bélgica fueron extraordinarios. Pero fue, a mi entender, en el mundial de Italia, cuatro años más tarde, donde se vio al mejor Maradona como capitán de un equipo diezmado. Sin la mejor condición física (uno de sus tobillos estaba arruinado), Maradona aguantó todo y condujo al equipo nacional a la final contra el mismo equipo de cuatro años atrás: Alemania. Después jugó en el Sevilla y en 1993 pasó a Newell´s y jugó pocos partidos. Al año siguiente protagonizó un inolvidable escándalo que impidió que el equipo de Alfio Basile se coronara campeón del mundo en Estados Unidos. La última camiseta que usó fue nuevamente la de Boca. Se retiró en 1997 cuando el xeneize le ganó 2 a 1 a River en el monumental. Como técnico no brilló como en su época de futbolista. Dirigió a Mandiyú de Corrientes y a Racing. No le fue bien. Logró cumplir su gran sueño de dirigir a la selección nacional en el mundial de Sudáfrica. Soportó con estoicismo el 4 a 0 que nos propinó Alemania en los cuartos de final.

Su zurda maravillosa le permitió acceder al Olimpo. Dueño de una inteligencia natural pero sin educación, bastante rebelde y con una aversión notoria por la autoridad, Maradona logró transformarse en la figura más popular del mundo, inmediatamente después del Papa. Cuenta Bilardo que cada vez que el equipo aterrizaba en cualquier aeropuerto, el enjambre de periodistas se arremolinaba en torno a la figura de Maradona, ignorando al resto de la delegación. Su increíble popularidad le destrozó la vida privada. Actividades normales como caminar por la calle o comer en un restaurante se transformaron en verdaderos calvarios para un hombre que había nacido en una villa de emergencia y que en pocos años pasó a formar parte de la élite mundial. El éxito deportivo lo catapultó a la categoría de “elegido”. Los periodistas comenzaron a preguntarle de todo siendo conscientes de que el ídolo carecía de educación. Fue así como habló de fútbol, de política internacional, de economía, etc. Fiel a su estilo rebelde, despotricó contra los poderosos del mundo, clavando su aguijón sobre sus enemigos preferidos: el Papa, el jefe de la FIFA y Pelé. Y como siempre ha sucedido con los “dioses paganos del deporte”, a Maradona se le perdonó todo. Nadie osaba cuestionarlo. Todos le rendían pleitesía. El mundo quedó a sus pies. Aquel chico de Fiorito había tocado el cielo con las manos.

Maradona no soportó la presión que ello significó. Es probable que haya creído que consumiendo drogas lograría evadirse de la realidad. Para colmo, aparecieron en su vida lo que Tito Lectoure denominó “los amigos del campeón”, aquellos nefastos individuos que se acercan al campeón con el único objetivo de sacarle plata y hacerse famoso al lado suyo. Tal el caso, a mi entender, de Guillermo Cóppola quien se transformó en su “amigo del alma” durante varios años. Durante el apogeo del menemismo, Coppola protagonizó un escándalo que le costó la cárcel y que hizo famosas a unas prostitutas que deambularon por la televisión como si fueran estrellas del espectáculo. Con el paso del tiempo, la salud de Maradona comenzó a deteriorarse hasta que tuvo un recordado episodio cardíaco hace unos diez años que casi le provoca la muerte. Luego tuvo un episodio similar que lo obligó a retirarse de la cancha de Boca e internarse de inmediato porque su corazón había enloquecido. La droga lo estaba destruyendo y su médico de cabecera se mostraba impotente para controlarlo. Viajó a Cuba para tratar de curarse y se hizo una operación de estómago para combatir la obesidad. Su estado físico mejoró muchísimo pero, lamentablemente, en las últimas fotos se lo ve bastante gordo y le cuesta hablar. Políticamente hablando, Maradona estuvo cerca del metafísico de Anillaco y siempre culpó al por entonces gobernador bonaerense, Eduardo Duhalde, de haber armado la causa que terminó con Cóppola en prisión. Ahora, es cristinista…

Desde que comenzó a tener serios problemas de salud, Maradona comenzó a ser severamente criticado por su “estilo de vida”. Muchos creyéndose los dueños de la moral y las buenas costumbres, se atrevieron a sugerirle qué debía hacer para “llevar una vida normal”. ¡Qué falsos! Maradona habría comenzado a consumir drogas en Barcelona y a partir de entonces no dejó de hacerlo. Sin embargo, en aquellos años dorados nadie osaba criticarlo por ello. Se le perdonaba todo con tal de que hiciera delirar a las multitudes en un campo de juego. Todo el mundo sabía que era un adicto y, sin embargo, todos callaban. Lenta e inexorablemente, Maradona creyó que estaba por encima de todos y comenzó a actuar en consecuencia. Nadie fue capaz de hacerle poner los pies sobre la tierra porque Maradona se había transformado en un fenomenal negocio. Los “amigos del campeón” se le acercaron para beneficiarse. Maradona no importaba como ser humano sino como un producto comercial.

Mientras estuvo en el candelero todos le rindieron pleitesía. Cuando comenzó a decaer “los amigos del campeón” se esfumaron. Quienes antes le festejaban todo comenzaron a lapidarlo. El punto de inflexión fue aquella conferencia de prensa luego del partido de la selección en el estadio Centenario donde Maradona le habló de mala manera a un periodista deportivo. Todos le cayeron encima. El “gran Diego” pasó a ser un drogadicto, una porquería, un mal ejemplo para la juventud, un descerebrado, un mal padre que no ha reconocido a un hijo italiano; un desecho humano, en suma. Lo mismo pasó con Carlos Monzón. El gran campeón de boxeo fue idolatrado por las multitudes. Cuando cayó en desgracia pasó a ser un asesino y una bestia.

Ahora Maradona acaba de cometer un pecado capital: confesarse admirador de Cristina en Emiratos Árabes. Las redes sociales comenzaron a inundarse de mensajes anónimos cargados de odio y rencor. ¿Qué hubieran expresado si Maradona hubiese dejado plantada a la presidenta o hubiera comenzado a despotricar contra el gobierno nacional? ¿Lo hubieran tratado de drogadicto y panqueque los energúmenos anti K? Lo hubieran felicitado y algunos se hubieran atrevido a proponerle ser candidato a diputado nacional…

Maradona ha sido un excepcional futbolista y punto. Nunca quiso ser ejemplo de nada y siempre fue polémico. Fue usado por el poder y el, probablemente, le respondió con la misma moneda. Las masas le dijeron que era Dios y él se lo creyó en algún momento. Como todo ser humano, tiene virtudes y defectos. En su época dorada todos se fijaron exclusivamente en sus goles y sus jugadas magistrales. Ahora, sólo se ocupan de insultarlo y denigrarlo. ¡Cuánta hipocresía!”

Hoy, 25 de noviembre de 2023, ratifico lo que escribí hace una década. Justo hoy que se cumple el tercer aniversario de su fallecimiento. A Maradona sólo hay recordarlo como un futbolista de excepción, autor de goles antológicos. Me vienen a la memoria dos: el primero, obviamente, es el segundo gol a Inglaterra en el Mundial de México 1986. Héctor Enrique le dio un pase a Maradona a escasos metros de la mitad de la cancha. Apenas tomó contacto con ella comenzó a gambetear a cuanto jugador inglés se le cruzó en el camino. La pelota terminó dentro del arco inglés pese al esfuerzo desesperado del arquero Shilton por evitar la conquista. El otro es sencillamente mágico. El árbitro italiano sancionó un tiro libre indirecto a favor del Nápoli dentro del área de la Juventus. Maradona colocó la pelota a unos dos metros del vértice izquierdo del área chica. Varios jugadores de la Juventus, muchos de ellos titulares de la selección italiana, formaron una nutrida barrera a escasos metros del arco. Más atrás estaba el arquero. El gol era prácticamente una misión imposible porque la pelota, para entrar en el arco, tenía que bajar inmediatamente después de que pasara a la barrera y que el arquero, ubicado más cerca del palo más lejano, no llegara a desviarla al corner. Cualquier jugador normal, de haber pateado ese tiro libre, la hubiera mandado a la tribuna. Pero Maradona no era un jugador normal. Su zurda era prodigiosa. Apenas el árbitro sonó su silbato un compañero de Maradona le dio un corto pase y el astro pateó con un efecto increíble. La pelota superó a la barrera e inmediatamente después bajó para ingresar en el arco, muy cerca del ángulo superior izquierdo. El arquero voló para la foto. Una obra maestra.

Hoy, 25 de noviembre, se cumplen tres años de su partida. Fue una muerte dolorosa, sumamente cruel. Recuerdo cuando, a pocos días del trágico desenlace, ingresó al campo de juego de Gimnasia. Esas imágenes fueron estremecedoras. Luego vino el entierro, que se transformó en una gigantesca manifestación de congoja popular, justo en plena pandemia. El uso político que hizo el gobierno de ese sentimiento fue canallesco.

Hoy, 25 de noviembre, se cumplen tres años del viaje eterno del mejor futbolista de la historia. Que descanse en paz.

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