Por Guillermo Sandler.-

El Dr. Raúl Cuello escribió un excelente artículo sobre “El shock hoy no es posible. En un año será inevitable”. Comienza hablando de los candidatos presidenciables, sus consejeros económicos, objetivos e instrumentos, herencia compleja, gobernabilidad, margen para el shock, gradualismo, cepo cambiario, nivel de reservas y tipo de cambio, FMI (punto. IV), retenciones, ajuste tipo de cambio, crisis llegará, China. Evidentemente un curso de Política económica a cargo de un profesor con buena formación profesional y académica.

El panorama es desolador. La dirigencia no percibe la gravedad de la situación argentina. Unos hablan de que lloverán dólares, otros de que corregiremos lo que haya que corregir, otros que hay que eliminar el cepo, otros que hay que promover las economías regionales (según el sector a que pertenece), pero nadie plantea la necesidad de establecer un Programa de gobierno sustentable a lo largo del tiempo que debería consistir no sólo de política monetaria y cambiaria, sino qué orden de gasto público debe establecerse en el país, respetando el Art. 1 de la CN que fija un gobierno federal, como asimismo acompañado por un orden impositiva que acompañe a ese gasto, estableciendo el principio fundamental de las finanzas públicas (integralidad económico-político de contribuyentes, beneficiarios, poder político y burocracia pública). La coparticipación no funciona, ya que el Poder Ejecutivo Nacional se apropia del 75% de los recursos y asigna a las provincias escasamente un 25%.

Asimismo, unido a ese Programa Económico debería incluir la problemática sindical y laboral que se necesita para una Argentina que se inserte en el mundo globalizado. Nadie habla de la necesidad de un sistema integrado de comunicaciones (autopistas, aeropuertos, vías navegables, ferrocarriles) para un país con las dimensiones como el nuestro, ya que la generación del 80 ya había establecido el funcionamiento de más de 50.000 k de vías ferroviarias. Nadie habla que un país de 2.791.810 km2 no puede tener un ordenamiento territorial como el actual con provincias que apenas cuentan con 0,7 h/km2 (Santa Cruz), La Rioja (2,4) y el Gran Buenos Aires y la CABA (3.880 km2) con 40% de la población del país. Estas distorsiones geográficas y demográficas distorsionan no sólo la política administrativa sino la democracia.

Teniendo en cuenta la compleja problemática mencionada, vale la pena formularse algunas preguntas:

  • ¿Son conscientes los candidatos presidenciables de esta problemática? (Adenauer, De Gasperi, De Gaulle eran muy conscientes del papel que les tocaba desempeñar en sus respectivos países)
  • Suponiendo que sí, ¿cuenta cada uno de ellos con las personas para desempeñar los respectivos departamentos de Estado, como fue con la Generación del ’80, que contó con figuras como Urquiza, Mitre, Sarmiento, Roca, Wilde, Avellaneda, Pellegrini y otros? Una vez más digamos que sí, cada uno de estos secretarios de Estado dispondrá de la cantidad suficientemente de profesionales formados (experiencia no sólo académica) para gestionar la función pública.
  • La sociedad argentina, en sus distintas capas sociales, la que tendrá que poner en práctica y gestionar el Programa, ¿tendrá vocación, voluntad, esfuerzo y será consciente de que la única manera de mejorar el bienestar de todos es únicamente mediante una política económica que genere bienestar para todos y cuente con la productividad de su gente, como decía el profesor Ernst Dürr. Alemania y Japón son buenos ejemplos, que con escasos recursos naturales disponen de un bienestar inigualable?
  • ¿Este ordenamiento político, económico, social, cultural a crearse establecerá las condiciones para que el proceso económico funcione eficiente y eficazmente? Ludwig Erhard decía la economía requiere dos condiciones: orden y proceso (Ordnung und Prozess). El orden lo establece el Estado creando las condiciones como en el fútbol: se fija la cancha, los arcos, los linemen, el referee y el reglamento. El proceso lo desarrollan los 22 jugadores que juegan el partido y obtendrán un resultado.
  • Finalmente, nuestra duda existencial: ¿están dadas las condiciones a nivel de dirigencia y de pueblo sobre la gravedad de la situación y su posible solución?

Hay mucha hojarasca académica vetusta y pocas ideas modernas realizables.

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