Por Raúl Cuello.-

El referéndum ingles que el pasado 23 de junio decidió la separación de Gran Bretaña de salir de la Unión Europea. Golpea así un Proyecto Político iniciado según se describe seguidamente y abre un período cargado de incertidumbres respecto, no solo en el Continente Europeo, sino en el resto del mundo. Argentina incluida. Por las implicancias económicas, financieras (que ya se han hecho sentir de inmediato) y las políticas que devendrán por parte de los miembros que no comulgan con la praxis con que los directivos toman sus decisiones sobre el conjunto.

Conocidos los resultados, dentro de la propia Inglaterra se han mostrado serias fisuras geopolíticas ya que tanto Escocia como Irlanda del Norte y Gales, se pronunciaron en contra del Brexit, del mismo modo que el 73% de los jóvenes entre 18 y 24 años que ven amenazado su escaso futuro por la decisión de los mayores conservadores que dejan una herencia con la que no están de acuerdo. No tienen buena educación, tampoco trabajo, familias en la pobreza y con viviendas precarias. Y tanto es así que hay una cantidad importante de electores que están reclamando la anulación del pronunciamiento y un nuevo llamado para rever la decisión. Naturalmente algo imposible que suceda, ya que el pueblo se pronunció.

Las faltas de políticas progresistas crearon en febrero en Berlín, el llamado “Movimiento para la Democracia en la U.E.” con la pretensión de dar respuesta política a la necesidad desde adentro del orden institucional, amortiguadores sociales y atemperar el orden neoliberal de Bruselas. Muchos “eurofóbicos” consideran que la globalización ha convertido a los Estados-Naciones, en amanuenses de los poderosos, a la cabeza de los cuales está Alemania. Claro está ello no implica afectar la soberanía de los débiles.

Hay países europeos que sin integrar la Unión han defendido sus valores más preciados, como la soberanía y las libertades independientemente del tamaño de sus Estados. El caso de Islandia es el ícono, pero también valen los ejemplos de Noruega y Suiza.

Es decir que se puede no estar en la U.E., pero si se entra como miembro de ella no es válido salir. Y hay un procedimiento normado en el artículo 50 del tratado de Portugal que establece las directrices a seguir cuando se abandona la membresía. Y recién, después de dos años de negociaciones, las partes pueden tener relaciones normales entre ellas.

Este es el camino que sigue Inglaterra. Si entendió que faltaba flexibilización en el funcionamiento de la U.E. debió procurar cambiarla desde adentro. Pero no lo hizo así y frente a la renuncia de su Primer Ministro Camerón, que la anticipó para octubre con el deseo que sea su sucesor el encargado de la vía de salida, no se hizo esperar la respuesta de la U.E.

En efecto, el sábado 25, dos días después se reunieron en Berlín los Primeros Ministros de Alemania, Francia, Holanda, Bélgica y Luxemburgo, para solicitarle la dimisión inmediata con el fin de no retrasar cuatro meses las conversaciones de ruptura. Demuestran así su evidente preocupación por lograr clima de certidumbre en los mercados para no afectar las economías, pero además las repercusiones políticas que indudablemente se habrán de producir dentro de cada país miembro.

Sería aventurado expresarlo, pero es posible que aquel Proyecto que sigue a continuación, haya sido una expresión de deseos limitada en el tiempo histórico que hoy empezaría el descuento. No haría que descartar el desborde de los nacionalismos históricos, en un contexto social contagiado por el terrorismo y los nuevos ciudadanos de origen musulmán portadores de una cultura que está muy lejos de ser la que enmarcaba las Guerras Mundiales de antaño.

Los más caracterizados dirigentes de la U. E. por el contrario, reclaman que el Primer Ministro Camerón no espere a octubre para presentar su dimisión y lo haga de inmediato, para que la implementación de la separación sea inmediata.

Los principios

La unión de los países europeos es una idea que surge a partir de los conflictos permanentes que emanaban del sentimiento de profundo odio entre los europeos arrastrado desde el fondo de sus historias y particularmente entre franceses y alemanes, las dos naciones más importantes del Continente.

Fue en 1923, cuando el austríaco Richard Kalergi, verdadero precursor de la unidad, fundó el Movimiento Pan-Europeo. Se trataba de la semilla que habría de fructificar en la Asamblea de la Sociedad de las Naciones celebrada en septiembre de 1929, cuando el Primer Ministro Francés, defendió la idea de una Federación basada en la Solidaridad, la Prosperidad Económica y la Cooperación Política. Entre quienes escucharon su discurso había una personalidad que lo siguió con atención y complacencia, se trataba de Lord John M. Keynes.

Pero el esfuerzo no habría de prosperar debido a la crisis de 1929, es decir de un mes más tarde, y posteriormente el acceso de Hitler como Canciller de Alemania en 1933. Habrían de redoblarse desde entonces los esfuerzos como consecuencia del cierre de las economías y los brotes nacionalistas propios de una contienda que involucro a la casi totalidad de los países europeos.

Una vez finalizada la contienda nada volvió a ser igual. En realidad, terminó la lucha en el frente, pero comenzó la guerra por reconstruir todo lo destrozado, bienes materiales, ilusiones, esperanzas y fundamentalmente vidas inmoladas en el altar de la irracionalidad política.

Tres argumentos fueron presentados para demostrar la imperiosa necesidad de la unidad europea. El primero, la conciencia que en el nuevo orden mundial los europeos eran débiles y vulnerables frente al poder de las dos grandes potencias, Estados Unidos y la Unión Soviética. El segundo, el convencimiento que debían evitarse nuevos enfrentamientos entre los estados europeos. Finalmente, el tercero, el propio deseo de los europeos de vivir en un Continente más justo, para vivir en libertad en un ambiente solidario.

En el mismo plano ideológico estaba el gobierno americano, que a diferencia de lo acontecido en la finalización de la Guerra del 14 al 18, siguió una línea de compromiso con el futuro europeo, en el convencimiento que las expresiones autoritarias con su modelo de autarquía, habían sido las responsables de la tensión internacional que condujo a la Segunda Guerra. Pero no menos importante que forzar el regreso al libre comercio internacional, estaba la necesidad de detener la expansión de la Unión Soviética con su ideología comunista. De hecho, más peligrosa para el capitalismo que la ideología nazi-fascista.

Con ese marco geopolítico, en 1948 se creó la Organización para la Cooperación Económica Europea (OECE), cuya finalidad era la liberalización del comercio en Europa, propender a acuerdos monetarios y en general, desarrollar la cooperación económica como era su denominación.

Ese mismo año, se puso en funcionamiento la Unión Aduanera entre Bélgica, Holanda y Luxemburgo (BENELUX), con la aplicación de un arancel externo común, el que había sido creado en 1944.

Como formando parte de una vocación solidaria, los países firman en 1944 el acta de fundación de la Gran Alianza Militar, la Organización del Atlántico Norte (OTAN) que habría de oponerse a la política expansionista de la Unión Soviética y que estaba integrada por los Estados Democráticos Europeos, más Estados Unidos y Canadá. También se fundó el Consejo Europeo (CE) para fomentar la cooperación entre los países de la Europa Democrática y que se encuentra, junto con la OTAN, todavía vigente al día de hoy

Con el propósito de dejar atrás la carrera armamentista, a la que no se debía volver nunca más, Robert Shuman que era Ministro Francés, propuso un plan para gestionar en común la producción franco-alemana de carbón y acero.[1] El acuerdo se tiene como la piedra fundacional de la Comunidad Europea y cuya primera expresión institucional es el Tratado de París firmado en la capital francesa en abril de 1951. Nace de ese modo la Comunidad Económica del Carbón y del Acero (C.E.C.L.A.) integrada por seis países: Francia, Alemania, Italia, Bélgica, Holanda y Luxemburgo.

Más adelante, en la Conferencia de Messina, celebrada en Italia en 1957, los Ministros de Relaciones Exteriores de esos países, firman “Los Tratados de Roma” por los que se crean la Comunidad Económica Europea (C.E.E.) y la Comunidad Europea de la Energía Atómica (EURATOM)

En la práctica, la C.E.E. fue la base para crear una Unión Aduanera, razón por la cual la C.E.E. pasó a ser conocida como El Mercado Común Europeo, que era ciertamente un objetivo a alcanzar en 1968. Así se adelantó la supresión de todos los aranceles internos entre los países signatarios. De la misma manera se adoptó un arancel externo común para todos los productos provenientes de terceros países. En cuanto al libre movimiento de personas no estaba previsto en el acuerdo y recién aparecería en 1992, cuando fue establecido “El Mercado Unificado”.

Por sus implicancias en el comercio exterior, en el Tratado de Roma se destaca la adopción de una “Política Agraria Común” (P.A.C.) por la cual todos los productos agrícolas podían circular libremente dentro de los países signatarios, recibían fuertes subsidios de la C.E.E. y estaban protegidos de la competencia externa por altos aranceles. Se trataba de una política que garantizaba a los productores primarios europeos un nivel suficiente de ingresos, independientemente del grado de productividad que tuvieran respecto del resto del mundo. El financiamiento del P.A.C.se efectúa con un fondo común, que es de tal magnitud, que absorbe prácticamente la mayor parte del Presupuesto Comunitario.[2]

Los avances de la integración

La institucionalización de la C.E.E. no estuvo exenta de dificultades en sus orígenes. En efecto, tal vez la mayor la decisión del Reino Unido de mantenerse al margen de la misma. El gobierno inglés argumentó que dos eran las razones fundamentales en que se basaba su actitud: la primera, los lazos políticos, comerciales y afectivos que la unían a las naciones del Commonwealth y la segunda, la renuencia a involucrarse en un proyecto que planteaba la cesión de soberanía de cada Estado miembro en beneficio de organizaciones supranacionales europeas.

Al tiempo que adoptaban esa actitud, los británicos propiciaron la creación de la Asociación Europea de Libre Comercio (E.F.T.A), a la que adhirieron Suecia, Suiza, Dinamarca, Austria y Portugal. Debe destacarse que no constituía ninguna asociación política y tampoco adoptaba un arancel común.

No transcurrió mucho tiempo hasta que advirtieron su error, al tener conocimiento del éxito de la C.E.E. y del impacto positivo que producía en cada uno de sus miembros, mientras que Gran Bretaña no lograba crecer. Fue cuando decidieron, en agosto de 1961 hacer la presentación formal de su ingreso a la C.E.E., pero lamentablemente para ellos el Presidente De Gaulle vetó la solicitud en 1963 después de tomarse un tiempo para hacer las consultas. El rechazo estaba fundado en que el leader francés deseaba una “Europa de las Patrias” y recelaba de Inglaterra dado el estrecho vínculo que la unía a ésta con Estados Unidos.

Cuatro años mas tarde, en 1967, el Primer Ministro Harold Wilson insistió en la solicitud de ingreso, también sin éxito dada nuevamente la posición negativa de De Gaulle que insistía en la construcción de una Europa fuerte frente a Estados Unidos y la Unión Soviética. De Gaulle, en realidad, no creía en Europa unida políticamente. A él le interesaba la independencia de Francia que consideraba innegociable. Su pertinaz actitud mantuvo paralizada a la C.E.E. durante seis meses. Recién en 1969, luego del fallecimiento del Presidente Francés se abrieron las puertas de la C.E.E. para Inglaterra.

Fue así que en 1973 se agregaron tres nuevos miembros ingresaron a la C.E.E., el Reino Unido, Dinamarca e Irlanda, con lo cual el total de los integrantes pasaban a ser nueve: FRANCIA, ALEMANIA, HOLANDA, BELGICA, LUXEMBURGO, ITALIA, REINO UNIDO, DINAMARCA E IRLANDA. En Noruega se plebiscitó el ingreso a la Comunidad, pero la compulsa popular dio resultado negativo.

Como fuera dicho, la crisis de la OPEP puso fin al período de crecimiento iniciado luego de la Segunda Guerra Mundial, el que fue seguido por la recesión, el desempleo, la inflación y la crisis en sectores tradicionales de la industria europea. Una ola de “euroescepticismo” se expandió entre los europeos, al tiempo que ganaba espacio la idea de una patología de “euroesclorosis” para un sistema que se caracterizaba por su falta de flexibilidad macroeconómica. No obstante, eran visibles ciertos avances orientados hacia una mayor institucionalización y a la incorporación de nuevos miembros.

Al efecto, se destaca en 1973 la formación del Consejo Europeo (C.E.) que estaba integrado por los Jefes de Estado. Más adelante en 1979 nace el Sistema Monetario Europeo por el que fuera creado el ECU como moneda de cuenta y que es el antecedente del EURO. Con el S.M.E. las monedas de los países miembros fluctuaban sobre una banda del 2,5% respecto del valor base.

En lo político adquirieron relevancia las primeras elecciones por sufragio universal al Parlamento Europeo. También caen las dictaduras de Grecia, Portugal y España, con lo cual quedó expedito el camino a la incorporación a la C.E.E. de estos países. Grecia en 1981, España y Portugal en 1986. De tal modo la C.E.E. eleva sus miembros de 9 a 12, FRANCIA, ALEMANIA, HOLANDA, BELGICA, LUXEMBURGO, ITALIA, REINO UNIDO, DINAMARCA E IRLANDA, MAS GRECIA, ESPAÑA Y PORTUGAL.

En el año 1985, los tres países integrantes del BENELUX, a los que se agregaron Francia y Alemania, firmaron el Acuerdo de Schengen al que luego se van incorporando todos los miembros comunitarios. Este Acuerdo era el comienzo de un proceso por el que se buscaba garantizar la libre circulación de las personas por medio de la supresión de las fronteras nacionales.

El Acta Única Europea

El Presidente Jaques Delors, representante del gobierno francés fue Presidente de la C.E. entre 1985 y 1995. Fue debido a su iniciativa que se produjo la puesta al día de las Actas Fundacionales de la C.E.E. como fueron el Acta de París de 1951 que creara la C.E.C.A y los Tratados de Roma que instituyeran la C.E.E y el EURATOM. Las novedades introducidas fueron:

a) Consagra la existencia del Consejo Europeo, que será la sede de las reuniones periódicas de Jefes de Estado donde tendrán lugar las negociaciones políticas entre los países miembros.

b) La principal medida decía “…la comunidad adoptará medidas encaminadas al progresivo establecimiento del mercado único durante un período que concluirá el 31 de diciembre de 1992, que significará un área sin fronteras en la que el libre movimiento de bienes, servicios y personas esté asegurado.

c) Se arbitraron medidas para coordinar la política monetaria de los Estados Miembros.

d) Se aprobaron iniciativas para promover la integración en materia de derechos sociales, investigación y tecnología y el medio ambiente.

La filosofía del Presidente Delors, era opuesta a la sustentada por el gobierno conservador británico encabezado por la Señora Thatcher, la cual junto con el Presidente Reagan encabezaban la corriente neoliberal que se imponía en el mundo y que se destacaba por una menor participación del Estado en la economía, la reducción de los impuestos, la desregulación allí donde se pudiera y la disminución del poder sindical.

Como se advierte del listado, se oponía al avance de la integración europea y claro está a la disminución del aporte inglés al presupuesto comunitario Eran “euroescépticos” porque no estaban de acuerdo en suprimir el concepto de Nación y tratar de concentrar el poder en un organismo supranacional lo que consideraban perjudicial a sus intereses. Consideraban que no necesitaban regulaciones que aumentaran sus costos de mano de obra y que hicieran del mercado laboral uno con poca flexibilidad.

La respuesta de Delors se da en una cumbre en Bruselas, cuando hace un llamado a acelerar el proceso de la integración. Aprovecha para hacerlo apoyado en los acontecimientos que se producían en Europa Central y Oriental y de los que más relevancia tenían eran la caída del Muro de Berlín y la crisis de la URSS. Asimismo, la ruptura de Yugoeslavia luego de la muerte del Mariscal Tito, trajo la guerra al viejo continente tras el período de paz iniciado en 1945-

La posición de Delors fue compartida por el Canciller alemán Helmut Kohl y el Presidente francés Francoise Miterrand, quienes afirmaron además en una declaración conjunta “Juzgamos necesario acelerar la construcción política de la Europa de los Doce. Es el momento de transformar el conjunto de las relaciones entre los estados miembros de la U.E. y dotarla de los medios de acción necesarios”.

Con tal marco de referencia, la reunión del Consejo Europeo celebrada en la ciudad holandesa de Maastricht entre los días 9 y 10 de diciembre de 1991, aprobaba el Tratado de la Unión Europea, conocido popularmente como “El Tratado de Maastricht” y que entra en vigor el 7 de febrero de 1992. Es el Tratado que consagra el nombre de UNION EUROPEA y que habrá de sustituir al de “Comunidad Europea”.

El gran paso adelante que dio este Tratado lo constituye “La Unión Económica y Monetaria” (U.E.M.) por el que se acordó:

1) Implementarlo a partir del 1 de diciembre de 1993 y su objetivo sería la Plena Liberalización del Movimiento de Capitales.

2) Entre el 1 de enero de 1994 y el 1 de enero de 1999, los países miembros debían procurarse objetivos conocidos como “Criterios de Convergencia”, que eran la reducción de la inflación, la baja de los tipos de intereses, la reducción de las fluctuaciones de los cambios entre las monedas europeas y controlar los déficits fiscales y el stock de la deuda pública.

3) En la reunión celebrada en la Ciudad de Madrid en diciembre de 1995, la nueva moneda comunitaria recibió su nombre: EL EURO.

4) Los países que accedieron en 1999 a lo que se denominara a partir de entonces, La Eurozona, y se colocaron bajo la superintendencia del Banco Central Europeo (B.C.E.) fueron once, a saber: ESPAÑA, PORTUGAL, ITALIA, BELGICA, PAISES BAJOS, LUXEMBURGO, FRANCIA, ALEMANIA, AUSTRIA, IRLANDA Y FINLANDIA. Cuatro países quedaron fuera de la Zona del Euro, GRECIA, REINO UNIDO, DINAMARCA Y SUECIA.

El Tratado de la Unión Europea (T.U.E.) expresa en el artículo A punto 2 e, “El presente Tratado constituye una nueva etapa en el proceso creador de una Unión cada vez más estrecha entre los pueblos de Europa…” Sin embargo, este impulso europeísta se vio frenado porque a principios de siglo, Europa sufrió una grave y profunda crisis económica que disparó el desempleo, de modo que el esfuerzo en pro de la concreción del proyecto geopolítico quedó postergado.

Al mismo tiempo se produjeron graves tensiones monetarias. Y no es menor el dato que el Tratado se mostró incapaz de implementar una Política Exterior eficiente que amortiguara la guerra en Yugoeslavia.

No puede extrañar entonces, que una ola de euroescepticismo comenzara en Dinamarca y se extendiera a otros países, aunque de a poco, se fuera restableciendo el clima a favor de la integración-

Finalmente, el Tratado de Maastricht entró en vigor el 2 de noviembre de 1993. Como consecuencia del mismo, a la Europa de los Doce se agregan, el 1 de enero de 1995, AUSTRIA, SUECIA, FINLANDIA, lo cual eleva los países comunitarios a QUINCE, que serán DIEZ Y SEIS, cuando GRECIA cumpla en el 2001 los “Criterios de Convergencia”.

Una nueva Conferencia tiene lugar entre los integrantes de los gobiernos de los países de la Comunidad, la cual se celebra en Ámsterdam entre los días 14 y 17 de junio de 1997 y a partir de la cual nace un Tratado cuyos objetivos fueron:

  1. Desarrollar la Europa de los Ciudadanos.
  2. Fomentar el papel de la U.E. en la Política Internacional.
  3. Reformar las Instituciones para el logro de una U.E. eficiente.
  4. Abordar la perspectiva de una nueva ampliación que integre a los países aspirantes de Europa Central y Oriental.

El Tratado de Ámsterdam, que entró en vigor el 1 de mayo de 1999, fue severamente criticado por observadores analistas y en general por los ciudadanos europeos integrados a la U.E.

Las críticas se centraron particularmente en los siguientes puntos:

El Tratado no dio solución al más grande problema pendiente de la Unión, que era la adaptación de las Instituciones nacionales a una comunidad cada vez más amplia. Instituciones que habían sido pensadas para menos de quince Estados y que claramente con el correr de los tiempos no resultaban válidas para la “Europa de los Quince” y lo serian aún menos cuando se incorporaran nuevos Miembros.

Para los “europeos maniacos” no se habían dado los pasos necesarios en pro de la unidad política con el fin de reforzar el poder de las Instituciones Comunitarias.

No se habían solucionado lo que se denominaba “el déficit democrático. Las decisiones comunitarias se seguían basando en las pujas entre gobiernos y Estados, sin participación popular y ausencia total de información transparente. La Unión Europea era un territorio exclusivo para las elites políticas y económicas. Lo cual le restaba base de sustentación.

Desde su lanzamiento el EURO se ha caracterizado por su volatibilidad en la que no pocos analistas consideran que es la consecuencia de decisiones de política norteamericana. Como no podría ser de otra manera, la falta de equilibrio, crecimiento, pleno empleo y atraso relativo en el mundo, es visto con suma preocupación por los europeos, sus autoridades monetarias.

Tal preocupación se arrastra desde el lanzamiento del Euro ya que la paridad establecida de u$s 1,16 por euro, hay un proceso de devaluación de la moneda de la eurozona, que con fluctuaciones que tienen como piso u$s 1,20 que se alcanza en noviembre de 2003, comienza a revalorizarse hasta julio de 2008 casi de manera ininterrumpida hasta alcanzar los u$s 1,60 y luego seguir una marcha errática como consecuencia de la crisis internacional sus impactos, fundamentalmente en los Estados Unidos de América, quien para resolver sus problemas domésticos produce una fuerte expansión de los medios de pagos que llevan a la devaluación del dólar y a la apreciación del euro, agravando los problemas de competitividad y falta de capacidad de pago de los países de la Eurozona.

No obstante, las dificultades del presente, hay países que esperan unirse a la Eurozona, después de pasados dos años de estar comprendidos en el “Mecanismo Europeo de Tasas de Cambio” (ERMII) por haber cumplido los Criterios de Convergencia establecidos en el Tratado de Maastricht. El último país que cumplió los pasos requeridos fue Estonia que ingresó a la Eurozona el 1 de enero de 2011.

Tanto Dinamarca como el Reino Unido obtuvieron una dispensa especial para integrar la U.E. y están exentos del área del EURO a menos que lo decidan sus estamentos políticos.

El ERM II puede ser considerado como un mecanismo preparatorio para los países aspirantes a adoptar al EURO como moneda. Fue creado en 1979 y su propósito era reducir las fluctuaciones monetarias y alcanzar la estabilización en los países de la comunidad con el fin de llegar al momento en que se adoptó el EURO el de enero de 1999. Una vez logrado el objetivo primario, la política cambió y su meta fue la de vincular la paridad entre los países fuera de la Eurozona con el EURO. Se trataba y trata de eliminar fluctuaciones cambiarias al tiempo que se creaban las condiciones para los miembros que habrían de incorporarse luego de esa fecha.

La administración y auditoria de la Eurozona

El sistema monetario es dirigido por el Banco Central Europeo (BCE) el que esta integrado al “Euro Sistema”. Este último comprende a la relación entre el BCE y las entidades financieras de los países que lo integran. Como es fácil inferir, ningún otro país puede tener representación. El cargo impuesto es el de ser la Casa de Moneda de la Eurozona, es decir la que establece las características de los papeles y monedas y tiene la responsabilidad de imprimirlos, en el volumen compatible con las decisiones del Directorio relacionadas con la política monetaria. Su actual Presidente es Jean Claude Trichet.

La representación política de la Eurozona está a cargo de de los Ministros de Finanzas de cada país miembro, conocida como el “Euro Group” presidida por Jean Claude Junker, y asisten técnicamente al Consejo de Asuntos Económicos y Financieros que es parte del Consejo de la Unión Europea. Por lo tanto, sus opiniones son partes fundamentales de las resoluciones que se adoptan en relación al EURO.

En una reunión celebrada en Bruselas en 2008, fue sugerido que la EUROZONA como un bloque, tuviera representación en el F.M.I. en lugar de sus miembros que actúan en forma separada, con el argumento que “es absurdo que quince países no se pongan de acuerdo en única representación, cuando representan lo mismo”. Sin embargo, la iniciativa no prosperó por razones políticas.

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[1] Robert Shuman (1886-1963) cuando fue Ministro de Asuntos Exteriores de Francia.

[2] Para el año 2010 la cifra correspondiente fue de 141.000 millones de euros. Se fija anualmente y tiene límites estatutarios que no pueden sobrepasarse, aunque en la práctica esto no es observado rigurosamente.

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