Por Antonio Rossi.-

Como esas fichas de dominó encolumnadas unas detrás de otras que comienzan a caer sucesivamente una vez que lo hace la primera de la fila, los grandes proyectos y megaobras ferroviarias que prometió la administración macrista se vinieron abajo en las últimas semanas.

Sin explicaciones oficiales, ni comunicados de prensa, el ministerio de Transporte de Guillermo Dietrich sacó en silencio tres resoluciones que postergaron hasta nuevo aviso las licitaciones que estaban en curso para la Estación Central Obelisco de primera etapa de la RER (Red de Expresos Regionales); la compra de 169 trenes eléctricos para renovar las flotas de las líneas Sarmiento, Mitre, Roca y Urquiza y la construcción del viaducto de la línea Belgrano Sur entre Sáenz y Constitución.

A la hora de buscar las razones de la paralización de los grandes proyectos ferroviarios sobresalen el fuerte recorte de la inversión pública acordado con el FMI, la falta de financiamiento, los cuadernos de las coimas que hundieron a las principales empresas locales y una marcada soberbia de los funcionarios que no tuvieron en cuenta los consejos de los expertos y priorizaron obras que no eran necesarias en las actuales circunstancias.

El primer proyecto congelado es el conocido como RER que Macri y Dietrich vienen anunciando y prometiendo desde la campaña electoral de 2015 cuando lo presentaron con bombos y platillos como la megaobra ferroviaria que iba estar terminada para 2021.

Entre 2016 y 2017, los funcionarios macristas hicieron un intento fallido de licitación para empezar la obra con la construcción de una nueva estación en Constitución. Al ver que no conseguían oferentes, dieron de baja el proceso licitatorio y reformularon el proyecto.

En marzo de este año, con un pomposo acto en el Centro Cultural Kirchner (CCK), Dietrich relanza el proyecto bajo la modalidad PPP y con una nueva primera etapa que sería la construcción de la Estación Central Obelisco. En ese momento, se anunció que la licitación del primer tramo iba a arrancar en julio.

Después vino la primera prórroga hasta fines de setiembre y ahora otra que postergó sin fecha el inicio del proceso licitatorio.

A modo de excusa desde la cartera de Transporte sostienen que las demoras obedecen a “modificaciones y cambios técnicos” que se están efectuando en los pliegos antes de la aprobación final.

Con ese argumento, los funcionarios de Dietrich han tratado de tapar los errores y desaciertos de un Gobierno que se ha largado a prometer grandes obras sin tener los recursos, ni estudios serios que las justifiquen en términos económicos y sociales.

La segunda deserción ferroviaria del macrismo está ligada con la adquisición de 169 trenes eléctricos, un negocio que implica una inversión estatal que ronda entre los 2.800 y 3.000 millones de dólares.

Anunciada y promocionada por los medios oficialistas un mes antes de las elecciones del año pasado, esta megacompra de formaciones ferroviarias vino mal barajada desde el inicio.

Los proveedores de equipos ferroviarios le avisaron al Gobierno que no podían conseguir financiamiento privado por el monto de la operación en juego y que dicha inversión debía cubrirse con fondos estatales.

La apertura de las ofertas se iba a efectuar en julio, pero en medio de la crisis cambiaria y política se postergó para el 11 de octubre. Ahora con el argumento de que las empresas interesadas habrían pedido más tiempo para “obtener mejor financiamiento” -algo que suena más utópico que real-, los funcionarios pasaron la recepción de las ofertas para los últimos días del año.

El gran problema que enfrenta esta licitación es que los nuevos trenes fueron pensados para los servicios de la RER.

Pero como ese megaproyecto sigue en pañales y sin fecha cierta de inicio, no tiene sentido, ni lógica salir a comprar 169 formaciones ferroviarias que se recibirán en un plazo de tres a cuatro años en medio de la incertidumbre que envuelve al faraónico proyecto de la RER.

Por eso, lo más probable es que a fines de diciembre esta licitación se termine cayendo en forma definitiva como tantos otros emprendimientos y anuncios del macrismo.

El tercer proyecto ferroviario que fue a parar al freezer es el referido a la construcción del viaducto del ferrocarril Belgrano Sur que unirá las estaciones Sáenz y Constitución.

En este caso la suspensión de la obra que ya estaba preadjudicada abre una serie de interrogantes por el “momento” en que Transporte decide cambiar los pliegos técnicos y la forma en que Dietrich le sacó de las manos el contrato que había ganado en buena ley la constructora brasileña Queiroz Galvão.

Pese a que ya estaba predjudicada a la firma brasileña, el ministerio de Transporte resolvió cancelar la licitación aferrándose a un informe de la Secretaría de Planificación del Transporte que recomendó revisar los pliegos para realizar algunas modificaciones en el Pliego de Especificaciones Técnicas. El cambio principal que propuso fue sustituir la solución de vías sobre balasto por vías en placa, por considerar que se trata de una solución “superadora”.

Ahora, la obra tiene volver a licitarse con los nuevos pliegos, lo cual demandará -si no hay demoras- casi un año más de trámites, evaluación de ofertas y, eventualmente, adjudicación de la obra tal vez a otro ganador local más afín al Gobierno y a los ideales macristas de “transparencia y cambio”.

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