Por José M. García Rozado.-

Ya lo habíamos abordado con anterioridad y ahora vuelve a reflotarse la incógnita de este régimen que para “parecer progre” se alinea, o mejor dicho “se entrega” a los nuevos imperialismos: el Chino y el de Putin. Ambos a costa del “futuro nacional” ese que habla del desarrollo en base a tecnología propias o compradas/transferidas y que nos debe acercar indefectiblemente al “continente iberoamericano” al que hemos abandonado en una suerte de “emancipación infantil” del “Imperio americano”.

Una sabia estrategia internacional debe invariablemente consistir en “saber interpretar los cambios internacionales y sintonizarlos a nivel del “Interés Nacional”, sin olvidar que el interés nacional es, en verdad, lo que las propuestas y plataformas políticas definen”. En esta definición estratégica no encontramos ninguna reflexión -no ya una propuesta clara- de parte de ningún candidato, y muy por el contrario todos ellos “miran para otro lado” mientras el régimen cristinista avanza desaforadamente y condicionado por las necesidades urgentes de divisas hacia una claudicación total de la “Independencia política y la Soberanía económica” ambas cualidades enunciadas permanentemente por la Presidente cuando falaz y mentirosamente asevera desde las Cadenas Nacionales que “Tenemos Patria”.

El cristinismo imponiendo una mayoría de traidores y obsecuentes, frenó un informe-denuncia de la Auditoría General de la Nación -AGN- sumamente crítico sobre la gestión ferroviaria en los últimos años y muy especialmente sobre la compra -sin mediar licitación internacional alguna, ni siquiera comparaciones técnicas y de precios-, de material rodante a China. Recordemos que este informe/denuncia comprende el período que va de enero 2004 hasta diciembre de 2012, donde el área de Transporte pasó por las manos de los procesados Ricardo Jaime, Juan Pablo Schiavi y Florencio Randazzo, ya que asumió en junio de ese 2012. El informe analiza específicamente tres (3) contratos con China para sumar vagones a la red de subterráneos (Línea A), a la ex línea San Martín del ferrocarril y para trenes de larga distancia. El informe elaborado por los técnicos y profesionales de la AGN durante dos años de un muy intenso y serio análisis, denuncia sobreprecios de hasta el 21% en los vagones del subte A, además de denunciar la “desaparición de expedientes relacionados a la tramitación de dos pagos realizados por la adquisición de los coches de la Línea A”. La injustificada e ilegal adquisición sin llamado a licitación pública, es denunciada por la AGN quien cuestiona la legalidad de las “atribuciones del ministerio del Interior y Transporte” para suscribir la V Addenda al acuerdo con la empresa china CSR por las formaciones del San Martín.

La denuncia original, luego “suavizada por los auditores cristinistas”, criticaba la compra de 220 coches y 20 locomotoras de larga distancia por la inexistencia de “un plan de explotación ferroviaria específico”, o sea que se adquirió material que no se sabía para que, ni para dónde se iba a utilizar, generando esta increíble torpeza -o mejor llamamos korruptela- la necesidad de “realizar modificaciones técnicas al material rodante comprado” para que al definirse su uso pudiere adaptarse al mismo, esto además de ser denunciado por la AGN lo fue también denunciado por la CNRT; en la declaración del presidente de la AGN Dr. Leandro Despouy y de los directores opositores Alejandro Nieva y Horacio Pernasetti se explicita que “se le cambió el sentido a la mayoría de las observaciones que tenía el informe oficial”, pese a ello subsisten en la denuncia/informe irregularidades tan absolutamente infundadas como la “intervención y participación de un intermediario, “sin mandato ni autorización legal”, entre el Estado y China” para la firma del contrato de los vagones de la ex línea San Martín; por supuesto cobrando una comisión por dicha intermediación.

Es tan grosera y poco responsable la “suavización del informe” que el director-auditor cristikirchnerista Vicente “Pipo” Brusca impulsaba un informe “alternativo” que además de licuar la casi totalidad de las críticas incluía las compras de equipos ferroviarios que se hicieron a China en los últimos dos años de la gestión Randazzo expresando increíblemente: “Yo aspiraba a un informe más “contundente” pero no podemos perder” en un sincericidio digno de un mafioso. Los auditores cristinistas Javier Fernández y Oscar Lamberto se opusieron llegando a decir que “Brusca está sobreactuando para ser más k que el resto” y en apenas dos semanas impulsaron un informe propio que terminó siendo aprobado por el resto de los 4 auditores cristikirchneristas imponiendo inéditamente -en los dos últimos años de la AGN- una mayoría que contradecía el informe de los profesionales y técnicos serios del organismo. Debemos recordar, porque ahora está en el tapete, que los cortocircuitos en el bloque cristinista comenzaron con el “polémico archivo del informe que denunciaba las irregularidades en el contrato celebrado entre el PEN y la AFA, en el marco del programa Fútbol para Todos”. ¡Desde entonces nada fue igual dentro del sector oficialista de la AGN!

Las relaciones entre Argentina y China es cierto que datan de mucho tiempo atrás, en realidad se remonta a 1990 pero a fines de 2004 esta “sociedad desequilibrada” adquirió especial relevancia a partir de la visita del presidente Hu Jintao a la Argentina donde s firmó un memorándum de 14 convenios, que como casi todo lo realizado por la gestión K -Néstor o Cristina- “quedó en la nada”; el principal interés para el Imperio Asiático era su “reconocimiento como economía de mercado” y a cambio -y como “espejitos de colores”- ofrecía promesas, ¿recuerda?, de inversiones por US$ 20 mil millones y la “duplicación de las exportaciones en 5 años”. No obstante, ahora más de 10 años después vuelve a concretarse un acuerdo “de amplio alcance con el ambicioso nombre de “Alianza Estratégica Integral -AEI-”, que abarca un total de 33 acuerdos” rubricados entre julio de 2014 y febrero de 2015. Y como en 2004 la zanahoria china es el swap de US$ 11 mil millones de los cuales el tandem Fernández-Kicillof ya utilizaron US$ 4,6 mil millones para “disfrazar las reservas del BCRA”.

Xi Jinping, como ayer Hu Jintao, tiene una estrategia de “asegurarse el aprovisionamiento de recursos naturales” y además, y no menos importante para la potencia asiática, “consolidar su influencia en la región”. Lo único cierto y verdadero es que Argentina pasó de un superávit comercial con China de US$ 1,8 mil millones en 2003 a un déficit de US$ 6,4 mil millones en 2014, o sea antes de la firma de la AEI de Cristina y Xi Jinping. La asfixia financiera nacional, encontró en China una “vía de escape” a través de los swap, que tranquilizó el mercado cambiario y ayudó a financiar parte del déficit comercial acumulado y creciente con el gobierno de Pekín, además de que Argentina entregó “proyectos estratégicos” como la construcción de la Central Nuclear CANDU, las represas -que tenían un orden de prioridad en el Plan Hidroeléctrico nacional con puestos del 22º y 24º- Cepernic y Kirchner en Santa Cruz, la “cooperación estratégica con YPF” de las gigantes petroleras chinas en las iniciativas de exploración, la construcción “llave en mano” de una central nuclear de “agua pesada” (que contradice la independencia nacional nucleoeléctrica lograda con las centrales de uranio natural existentes y programadas décadas atrás) y finalmente la “reparación y puesta en valor del Ferrocarril Belgrano Cargas” -con un intermediario como Franco Macri que cobra US$ 200 millones de comisión- y que responde al igual que en la época de los ferrocarriles ingleses a la “extractividad de las materias primas nacionales (soja, aceites y carnes) desde un nuevo polo” asentado ahora en el Paraná a la altura de Rosario.

¿En qué cambió la historia nacional de la dependencia?

China obtiene una “participación privilegiada” en la ejecución de obras de infraestructura críticas y se asegura la demanda pues la totalidad de los capitales comprometidos llegarán bajo la forma de insumos, piezas, equipos y tecnología, todos ellos chinos y sin transferencia tecnológica o construcción en el país… es más si se aprueban las condiciones de financiamiento previstas, la adjudicación es “directa, sin licitación competitiva y facilitando “el ingreso de mano de obra china”, al país” algo absolutamente inédito y que genera dos muy graves consecuencias: la 1ª es que ese ingreso de mano de obra china no es limitado en tiempo y en cantidad o forma (pueden ingresar definitivamente y con sus familias), y la 2a. es que “no se someten a las leyes laborales argentinas”, ni en la contratación de mano de obra nacional, y mucho menos en la de los ingresados de origen asiático. De esta manera el gigante asiático, el “Imperio Chino” alcanzará un posicionamiento absolutamente ventajoso en la explotación y comercialización de sectores estratégicos de la Argentina, como son la energía, los alimentos, la minería y la industria.

De los acuerdos firmados se extrae como conclusión básica que “es muy poco preciso el “requerimiento” de contenido local en los proyectos”, por lo que el grado de participación que tendrán los trabajadores y las empresas argentinas o locales en dichas ejecuciones estratégicas y que debieran representar una verdadera “oportunidad de crecimiento y transferencia tecnológica para el país”, hoy solo genera incertidumbre y más aún porque lo firmado y acordado por este gobierno “de salida”, no es ni siquiera pensado o tenido en cuenta por quienes hoy se postulan para sucederlo. Muy al contrario de lo que especifica públicamente el cristinismo, los acuerdos “no contribuirán al equilibrio comercial”; la Argentina hoy es deficitaria con el comercio con China y las importaciones pautadas para el desarrollo de los acuerdos de inversión asiáticos, más la “reducción de las trabas a otros productos chinos acordadas en la AEI” como devolución de favores por el swap, aumentarán exponencialmente ese desequilibrio, pues la potencialidad de las exportaciones nacionales recién podría materializarse en el largo plazo como “una promesa incierta” y que depende únicamente de las perspectivas que fije internamente la República Popular China, donde el “modelo de desarrollo económico cambió drásticamente a partir de la crisis mundial del 2009”. La tendencia es hacia un mayor “consumo interno” en un contexto de urbanización donde 50 mil personas por día pasan del campo a la ciudad y la presión sobre los recursos naturales -agua, tierra, alimentos- y servicios -vivienda , electricidad, residuos, etc.- no tienen precedentes por magnitud y velocidad.

El primer ministro Le Keqiang cerró su gira latinoamericana anunciando inversiones por US$ 250 mil millones en 10 años, a lo que debemos seriamente cuestionarnos: “¿Es sostenible económicamente? ¿Es viable políticamente? ¿Quiénes son nuestra contraparte?” A lo que la casi totalidad de la dirigencia política y empresarial desconoce el funcionamiento interno de China, la articulación entre Estado y mercado o entre gobierno y el Partido; “es peor aún, ¡no les interesa!” ¡Esto es una verdadera aberración intelectual, política y económico-social! Es imprescindible invertir en “el conocimiento como activo para llevar a la mesa de negociación” con el Imperialismo Chino, lo mismo con el Imperialismo Ruso de Putin, o con nuestros vecinos socios y aliados, competidores o rivales… ¿Pasamos de la dependencia del Imperialismo Británico al de EE UU, y de éste al de China y Rusia alegremente? A la Argentina qué es lo que le conviene: ¿Le conviene negociar sólo o como MERCOSUR, o como CELAC o UNASUR? En Brasil, una potencia en comparación a nuestra actual realidad, el premier Le anunció una línea férrea transoceánica que unirá el Pacífico con el Atlántico, y es urgente plantearnos “¿Cómo impacta el proceso de integración latinoamericano? ¿Podemos pensar en bloque con países como Brasil, Estados Unidos y Australia en temas agroalimenticios -conformando una suerte de OPEP de la soja- para “apalancarnos” al negociar con China y Rusia?”

Argentina debe aprender de una vez por todas que “el mundo no ofrece oportunidades; por el contrario, son las naciones las que se las construyen maximizando contextos favorables para “solidificar desarrollos nacionales” perdurables y continuos”. Es necesario que la dirigencia argentina tenga presente que la mayor flexibilidad de comercio e inversiones con cualquier potencia imperial -llámese Gran Bretaña, Estados Unidos, China o Rusia- profundizará la sustitución de estos flujos con los socios tradicionales y regionales como Brasil y Sudamérica; y ese impacto, sumado a la ya muy deprimida relación bilateral y regional de los últimos 12 años, no facilitará la “recomposición de los vínculos estratégicos regionales”.Es de hacer notar que el “resultado final” dependerá de las voluntades y capacidades de los sectores público y privado para “transformar las oportunidades en fortalezas”. ¡La ignorancia y la inoperancia también, con seguridad, transformarán riesgos en amenazas: “el desafío actual no es el desconocimiento sobre el mundo o sobre los Imperios -EE UU, China y Rusia-, sino que es la desorientación sobre la propia realidad Argentina”.

¡Ni quienes ejercen el gobierno, ni quienes pretenden hacerlo a partir del 10 de diciembre de 2015 “parecen ser conscientes de la magnitud del efecto que los acuerdos firmados por el Gobierno Cristina Fernández -con China y con Rusia- tendrán (sean reforzados o repudiados) sobre el futuro del país y de los argentinos”! Nadie se ha cuestionado ¿A quién sirve la relación con China? ¿Y la relación con Rusia? ¿Qué sectores y actores ganan? ¿Quiénes, a su vez, pierden? ¿Le sirve a la Argentina cambiar la matriz nuclear existente de uranio natural? ¿Necesitamos importar mano de obra en una situación de pérdida de empleos nacionales? ¿Nos interesa importar “llave en mano” tecnología, o requerimos la transferencia de la misma y su fabricación en el país? ¿Seguimos importando trenes usados europeos, o nuevos de baja calidad tecnológica de China, sin imponernos fabricarlos en el país con mano de obra argentina? “¡En esto Argentinos se juega “el modelo de desarrollo económico y tecnológico”, la estabilidad política y el bienestar social de la Patria!” La dirigencia política, la sindical y la empresarial no han entendido aún que “el consenso interpartidario”, la “coherencia gubernamental”, la “coordinación público-privada” y la “conexión pensamiento-política pública: “Políticas de Estado”, son esenciales”. A la dirigencia argentina le falta institucionalizar el vínculo para fijar cursos de acción y patrones de conducta para lograr atravesar “tanto tiempos de bonanza como de turbulencia”. En definitiva: ¡Falta acceso a la información y transparencia! Argentina está desinformada y cooptada por la korrupción y los desmanejos.

Para superar esto es imprescindible “incorporar a los distintos sectores sociales” para permitir sincerar las disputas y anticipar conflictos de intereses, que siempre nos perjudican. Lo terrible de este presente es que “hoy no hay una instancia que permita desactivar una escalada de conflicto socioeconómico interno, y mucho menos una en el vínculo con nuestros socios del Mercosur -Brasil, Uruguay, Paraguay- (Venezuela hoy es un caso aparte ¿o un caso perdido?), oficialismo y oposición se encuentran en igualdad de incapacidades… o eso es lo que trasunta este agónico presente sin propuestas, ni ideas… ni que hablar de utopías de desarrollo y grandeza como Patria.” Aún si Cristina Fernández lograra conformar bajo su tutela una “primera minoría” -cosa improbable porque sus aliados y sus propios “soldados” serían quienes la traicionarían apenas deje el poder- se lograría cambiar esta lógica del “personalismo más abyecto”, por lo que dudo que el país comprenda a lo que se enfrenta. Si aquella “Secretaría de Coordinación Estratégica para el Pensamiento Nacional” dejare de ser una entelequia, o peor aún una usina de propaganda oficialista berretizada, quizás… y sólo quizás esto cambiaría.

Debemos imprescindiblemente abrir una discusión sobre el impacto de la presencia de los Imperios Chino y Ruso en la renovación de la infraestructura energética, de comunicaciones y de transporte porque, la pregunta a realizarse es: “¿Se está recreando en el siglo XXI un modelo extractivista reprimarizador -tal el Inglés del siglo XIX-, o sea un “nuevo andamiaje institucional del coloniaje?” O, cosa que descreo profundamente “¿Se está potenciando las ventajas de la transferencia tecnológica en el marco de cooperación Sur-Sur, o argentino Ruso?” como nos quiere hacer creer el cristinismo y ciertos sectores beneficiados. Lo que si es cierto, es que es, por lo menos muy arriesgado mantener relaciones con la primera economía global o con una Rusia imperialista con ansias de expansión con “improvisación y sobre la base de los imperativos de la inmediatez” ¡En este mundo del siglo XXI, el azar es un lujo que con seguridad -y aunque los personalismos no lo vean- nos “costará muy caro”!

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