Por Hernán Andrés Kruse.-

Una de las características fundamentales del kirchnerismo fue poner en tela de juicio el rol del periodismo en una sociedad democrática. Fue durante la primera presidencia de Cristina Kirchner, a raíz del conflicto por la resolución 125, donde al periodismo se le esfumó la imagen que poseía de imparcialidad, profesionalismo, objetividad. La abierta militancia de los periodistas de Clarín, La Nación, Perfil, etc., contradijo aquella imagen del periodismo inmaculado, apolítico, frío. Durante aquel encarnizado conflicto, los cultores del periodismo “profesional” se quitaron las máscaras y comenzaron a militar abiertamente a favor de la “causa campestre”. Los periodistas estrellas del monopolio mediático expusieron a viva voz sus juicios de valor, sus ideologías, sus mundos de representaciones colectivas, durante un duelo que marcó a fuego al kirchnerismo. Aquellos periodistas tomaron partido, abrazaron una causa, optaron. Y está muy bien que así haya sucedido. Porque los periodistas no son seres ascéticos sino personas imbuidas de pasión y razón, que escriben en función de lo que creen y piensan. Sus artículos no son fríos sino la manifestación palpable de sus profundas convicciones políticas y filosóficas. Fue a partir de aquél conflictivo 2008 que los periodistas del establishment dejaron de ser neutrales, militaron a favor de uno de los bandos en pugna.

Como gran cuadro político que es, Cristina Kirchner reaccionó contraponiendo a la militancia opositora una militancia oficialista. Tal el origen de 678, el programa emblema del kirchnerismo. Sus participantes hicieron militancia kirchnerista o, si se prefiere, periodismo militante oficialista. En este sentido, los periodistas militantes kirchneristas actuaron de manera muy similar a los periodistas que militaron a favor del “campo” en 2008. También surgió en aquel momento “Carta Abierta”, que nucleó a intelectuales y profesionales cercanos al gobierno nacional. Ellos también militaron, defendieron con ahínco las ideas kirchneristas.

A partir de entonces se produjo una grieta en el mundo del periodismo que lejos de haber desaparecido luego de la asunción de Macri, se ha ahondado. Dicha grieta tuvo como baluartes de los grupos en pugna a Víctor Hugo Morales y Jorge Lanata. Ambos son brillantes, dueños de una vasta y fecunda trayectoria y, lo fundamental, son creíbles. Pero tuvieron-tienen, en realidad-algo en común: son periodistas militantes. Mientras Víctor Hugo es el emblema del periodismo militante kirchnerista, Lanata es el emblema del periodismo militante antikirchnerista. Sin embargo, el establishment mediático considera que Víctor Hugo prostituye la profesión mientras que Lanata la dignifica. Víctor Hugo la prostituye porque no hace periodismo sino que hace política. Lanata, en cambio, hace periodismo en serio. ¿Por qué? Porque critica sin piedad a Cristina. La crítica feroz de Víctor Hugo a Magnetto es considerada por el establishment mediático una afrenta al periodismo mientras que el ataque sin misericordia de Lanata contra Cristina es considerado por los “paladines” del periodismo profesional un símbolo del genuino periodismo.

Todos los periodistas militan, hacen política, persiguen ideales y sueños. No existe tal cosa como “periodismo profesional” o, si se prefiere, “periodismo de investigación”. Sólo existe el periodismo hecho por hombres y mujeres de carne y hueso que actúan en función de sus valores y creencias. Apostrofar al periodismo militante implica, por ende, apostrofar a los sueños e ideales de quienes hacen del periodismo una filosofía de vida. Porque el periodista, antes que ser periodista, es hombre. Y el hombre, guste o no le guste a los poderosos, milita todo el tiempo. Ahí está, como el mejor ejemplo que puede haber de periodismo militante, Mariano Moreno, uno de los más relevantes promotores e ideólogos de la revolución de Mayo. A fines de 1809 Moreno estaba en contra tanto de los españoles realistas y Liniers, como de los criollos que enarbolaban las banderas de la monarquía y del carlotismo. Fiel a sus principios, promovió la constitución de una Junta de Gobierno autónoma que, bajo la apariencia de sumisión a Fernando VII, respetase la voluntad popular. Luego de varias idas y venidas, el 25 de mayo de 1810 quedó constituida una nueva Junta de Gobierno donde Moreno comenzó a jugar un rol fundamental. Redactó la proclama del 28 de mayo en virtud de la cual el flamante gobierno patrio anunciaba su instalación a los pueblos del interior y al resto de los gobiernos del mundo, convocando a su vez a los representantes del resto de las ciudades a incorporarse a la Primera Junta. Su figura quedó asociada durante los próximos meses a relevantes realizaciones del flamante gobierno patrio: a) establecimiento de una oficia de censos; b) planificación de la formación de una Biblioteca Pública Nacional; c) reapertura de los puertos de Maldonado, Ensenada y Carmen de Patagones; d) liberación de algunas restricciones al comercio y las explotaciones mineras; e) regulación del ejercicio del patronato sobre la Iglesia; f) establecimiento de ordenanzas militares para los oficiales y cadetes; g) creación de nuevas compañías de voluntarios; y h) organización de la policía municipal (fuente: Wikipedia). Fue, además, un emblema del periodismo, a tal punto que el día en que fue fundada la Gazeta de Buenos Aires, quedó registrado para siempre en la Argentina como el día del periodista. Por intermedio de la Gazeta difundió sus ideas. Todo el tiempo se dedicaba a publicar pormenorizadas notas gubernamentales para que el pueblo supiera de qué se trataba. Publicó un decreto que garantizaba la libertad de prensa, siempre que no ofendiera la moral pública o atentara contra el flamante gobierno revolucionario. Se enfrentó con Saavedra, a quien tildaba de conservador y se opuso a la incorporación de los diputados del interior. En la madrugada del 4 de marzo de 1811, Moreno falleció en alta mar, a bordo de la fragata inglesa “Fame”, que lo trasladaba como diplomático hacia Gran Bretaña.

Mariano Moreno es considerado el emblema del periodismo argentino. Dedicó toda su vida a militar a favor de la causa de la independencia de las Provincias Unidas del Río de la Plata. La Gazeta fue el vehículo que empleó para dar a conocer sus opiniones políticas y económicas. No fue, por ende, un periodista neutral, “profesional”, sino un periodista comprometido-¡y de qué manera!-con la realidad de su tiempo. Para él no había términos medios: o se estaba con la independencia o con la servidumbre. Tuvo un temperamento apasionado y, como no podía ser de otro modo, dividió las aguas. Y está muy bien que lo haya hecho. Porque hay momentos en la historia de los pueblos donde no se puede ser tibio. Moreno no fue un hipócrita. No se presentó como un periodista “independiente” sino como el jefe de un periódico total y absolutamente comprometido con la causa de la revolución. Si los Leuco, los Castro y compañía hubieran sido sus contemporáneos lo hubieran acusado de atentar contra los “sanos principios” del periodismo independiente.

Si algo bueno tuvo el kirchnerismo fue el haber puesto en evidencia la genuina naturaleza del periodismo en la Argentina. El “periodismo independiente” no existe, es una ilusión óptica. No hay periodistas independientes por una sencilla y contundente razón: porque trabajan en relación de dependencia, son empleados de los dueños de los grandes multimedios. Los “periodistas estrellas” del Grupo Clarín y de América, por ejemplo, no hacen más que obedecer órdenes y si no las cumplen son inmediatamente despedidos. Por eso causa risa cuando en TN se lee “periodismo independiente”. ¡Como van a ser independientes esos periodistas si dependen de Héctor Magnetto! Los periodistas argentinos tienen otra característica en común: son activos militantes políticos. Durante el conflicto por la resolución 125, los periodistas de los multimedios hicieron causa común con “el campo”, es decir, militaron a favor de los intereses del poder agroexportador. También fueron militantes los periodistas que apoyaron a Cristina Kirchner. Sin embargo, para muchos argentinos lo que éstos hicieron fue una vergüenza y lo que hicieron aquellos fue maravilloso, digno del genuino periodismo independiente. Pero hay algo que los diferencia: mientras los periodistas que hicieron militancia-y continúan haciéndolo- a favor del kirchnerismo no niegan su parcialidad, los periodistas que militan a favor de los intereses del poder económico concentrado tienen el tupé de presentarse como el emblema del periodismo independiente. Por lo menos los periodistas kirchneristas no son hipócritas. Y en este país donde reinan la simulación y la mentira, que algunos periodistas se presenten ante el público a cara descubierta vale muchísimo.

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