Por Jorge Raventos.-

La vecindad de Brasil, con una Presidente a punto de ser sometida a juicio político y buena parte de su dirigencia sospechada de complicidad con alguna variante de corrupción, exacerba por momentos la discusión del tema en la Argentina, donde los videos de La Rosadita, las confesiones de Leonardo Fariña y los Papeles de Panamá eclipsan a menudo el análisis de asuntos de gran (o mayor) importancia.

“De la buena”

Por caso, la muerte de cinco jóvenes y el grave estado que padecen otros varios por consumo de “drogas de diseño” en un boliche de la Ciudad de Buenos Aires es un tema que se precipita en la banalización o, lo que es peor, en la introducción por la ventana de un intento de legalizar lisa y llanamente ese tipo de sustancias después de años de permisividad discreta.

No es un secreto para nadie que las llamadas fiestas electrónicas son verdaderas ferias destinadas a que los mercaderes de pastillas vendan sus cápsulas a un público masivo y motivado (y, de yapa, hagan una fortuna transando a precio de oro agua corriente con etiqueta).

Esas fiestas no sólo cuentan con piedra libre desde hace años (no menos de una década) sino que algunas son inclusive auspiciadas por grandes empresas, que sin pudor vinculan sus marcas a esta actividad.

Es una curiosa circunstancia que todo esto coincida en el tiempo con los sonoros discursos de la política condenando el tráfico de drogas y los delitos conexos. En la Ciudad de Buenos Aires no hay ministerios, secretarías ni subsecretarías que atiendan el tema: sólo una dirección general en el ministerio de Habitat y Desarrollo Humano que se ocupa de adicciones. Es probable que en la capital de la República no se verifiquen ni el consumo ni el tráfico de estupefacientes: Al fin de cuentas, Aníbal Fernández sostenía que “este es un país de tránsito”. Y la Prefectura aseguró que en la letal fiesta de Costa Salguero “no había droga”.

Para algunos observadores y hasta para algunas autoridades el problema que emerge con los muertos de Costa Salguero se centra, no en el consumo de drogas, sino en la mala calidad de las sustancias que ingirieron las víctimas. Esa mirada se ubica en el vestíbulo de “la respuesta uruguaya”. El ex presidente oriental José Mujica impulsó la provisión por el Estado de marihuana de calidad garantizada. Aquí -lejos del izquierdismo del Frente Amplio- se empieza a sugerir que carpas de alguna ONG certifiquen los ingredientes de las pastillas que se consuman en las fiestas electrónicas. El Estado se limitaría a autorizar las fiestas y esas carpas, a condición de que los establecimientos cumplan con las normas municipales. De hecho, la modalidad autorizaría el consumo de un modo apenas menos implícito que el vigente.

Las diferencias entre el izquierdismo de Mujica y el neoliberalismo que se asigna a Cambiemos no parecen demasiado extremas.

La sociedad argentina alienta otras opiniones sobre el tema. Ese debate todavía no se despliega.

Reordenamiento y trabajo

Lo que sí se debatirá, en el ámbito del Congreso (y también en la calle, el 29), es el criterio de que los indispensables reordenamientos de precios y tarifas usen como principal variable de ajuste el trabajo y el salario. El peronismo (renovadores y ex kirchneristas a la cabeza), acompañado por otras fuerzas impulsa desde ambas Cámaras la declaración de una emergencia ocupacional (con retroactividad el 1 de marzo), que bloquearía, retrotraería o castigaría indemnizatoriamente los despidos hasta fin del año próximo.

El gobierno anticipa su rechazo a la iniciativa, pero como no está en condiciones numéricas de neutraliarla en ámbito parlamentario, intentará empantanar el debate en las comisiones legislativas que domina para demorar la sanción. En última instancia, si la Ley se aprueba, el Presidente podría apelar al veto. Seguramente contará, si lo hace (o cuando lo haga), con la aprobación de las corporaciones empresarias a las que viene reclamando que inviertan y no suban los precios.

El tema de la corrupción tiene más rating que estos temas. Y su tratamiento tensa las relaciones en el gobierno. Esta semana hubo un nuevo jaleo (a puertas cerradas) entre Elisa Carrió y el Presidente: diferencias importantes sobre cómo actuar frente a los jueces. La señora Carrió intuye intensamente que no han desaparecido vasos comunicantes entre el poder político y Comodoro Py. Paradójicamente, son muchos los amigos de Mauricio Macri que le imputan al Presidente precisamente lo contrario. En la Casa Rosada prevalece la discreción.

El sueco Gunar Myrdal citaba medio siglo atrás al gran líder indio Jawāharlāl Nehru: “Gritar desde las azoteas que todo el mundo es corrupto crea una atmósfera de corrupción y la corrupción se expande. El hombre de la calle se dice: si todo el mundo es corrupto, ¿por qué no yo también?”

Efectivamente, mejor que gritar es hacer. Y esto, en relación a todas las intoxicaciones.

Share