Por Hernán Andrés Kruse.-

El juez Claudio Bonadío, quien tiene en la mira a Cristina Kirchner, no ha podido probar que la ex presidente y sus dos hijos hubieran concretado alquileres ficticios ni alquileres a valores que no correspondían con los de mercado, tampoco que hubiera habido pagos en efectivo. Lo que realmente logró demostrarse fue que todos los movimientos de dinero de la sociedad Los Sauces fueron a través de cheques y depósitos bancarios. A pesar de ello, el juez de la servilleta elaboró un fallo por intermedio del cual acusó a la familia Kirchner y a otras 18 personas de conformar una asociación ilícita, de lavar dinero y de efectuar negociaciones incompatibles con la función pública, a pesar de que los imputados ya habían sido sobreseídos de esa acusación. Lo increíble de todo este aquelarre es que Bonadío finalmente decidió declararse incompetente, admitiendo de esa manera que se trata de un armado político para esmerilar las chances electorales de Cristina en octubre. El juez de la servilleta sostuvo que de aquí en adelante el juez Julián Ercolini deberá hacerse cargo de la investigación.

Según Bonadío, existió “una banda que, al menos en lo que respecta al hecho aquí investigado, encabezaron Cristina Fernández de Kirchner, junto a Néstor Carlos Kirchner y Máximo Carlos Kirchner en un primer momento, de haber armado una empresa denominada Los Sauces S.A., con fecha 7 de noviembre de 2006, con el objeto de canalizar dinero ilegítimo como contraprestación, al menos en el caso de las empresas del Grupo Báez, de la obra pública adjudicada ilegítimamente por Néstor Carlos Kirchner y la imputada cuando ejercieron la primera magistratura de la República. Tal devolución o retorno se hacía mediante contratos de alquiler de propiedad de esta empresa, que se formó a tal efecto. La misma operatoria se hizo con el grupo Indalo, pero orientada a compensar la concesión de licencias de juego. Los alquileres fueron caros e innecesarios”. El magistrado no logró corroborar todas esas acusaciones en su extenso fallo. Pese a ordenar 40 allanamientos de las 13 propiedades de Los Sauces, en cada uno de ellos se encontró a los correspondientes inquilinos, lo que hizo imposible la comprobación de algún alquiler simulado. El magistrado ordenó a su vez una pericia contable que no encontró ningún tipo de irregularidad. Hubo una referencia a la existencia de algunos contratos que no fueron localizados o que únicamente se encontraron fotocopias. Al respecto, el doctor Carlos Alberto Beraldi, abogado de los Kirchner, afirmó que tales contratos fueron víctimas de secuestros en allanamientos ordenados por otros jueces, lo que termina corroborando lo que Bonadío finalmente reconoció: que investigaba el mismo objeto procesal que los otros jueces. Según la defensa de los Kirchner los alquileres de Los Sauces no sumaron más que 22 millones de pesos en siete años y la obra pública adjudicada por la provincia de Santa Cruz a Báez superó los 20 mil millones de pesos. La defensa enfatiza que por una cuestión de proporciones, tales alquileres no pueden constituir un retorno de la obra pública. Además, a los Kirchner no se les encontró ninguna cuenta en el exterior ni dinero en negro ni sociedades offshore que evidencien la existencia de coimas.

En su fallo el juez de la servilleta no logró probar la existencia de una sola operación en efectivo o alquileres que no se hayan cobrado por intermedio de cheques o que no se hayan depositado en algún banco. En otra parte del fallo Bonadío critica la manera en la que el contador Víctor Manzanares llevó la contabilidad de la empresa. El profesional explicó que existen antecedentes, jurisprudencia, sobre un método global de llevar la contabilidad de una sociedad familiar, como los Kirchner. Al respecto, señaló que “no hay forma de distorsionar las actividades. Cada una de las operaciones puede ser reconstruida sin mayores inconvenientes mediante la información que surge de las entidades bancarias con las cuales operó la firma, así también las personas físicas”. Bonadío parte de la hipótesis según la cual los alquileres de Los Sauces no fueron más que coimas pagadas por adjudicaciones irregulares de obra pública. Su convicción se estrelló contra el hecho de la presencia de inquilinos en cada una de las propiedades, por lo que si efectivamente los alquileres eran reales no podían ser al mismo tiempo retornos, como siempre lo sostuvo el juez de la servilleta. Sin embargo, el magistrado considera que “si bien dichas viviendas pudieron ser efectivamente ocupadas por empleados de las firmas de ese grupo Báez, nada obsta a que dicha maniobra sea ilegal y como devolución de esas concesiones de obras públicas”. Una vez más, Bonadío se basa en el delito de asociación ilícita para embestir contra la ex presidente. Esa figura jurídica, como se sabe, fue empleada durante los comienzos del siglo XX para dañar a los sindicatos y partidos de izquierda. Al enarbolar la bandera de la asociación ilícita la atención sólo se centra en el hecho de que tal o cual persona forma parte de la asociación. Por eso cuando se enuncia el delito se considera que la asociación debe producir “intranquilidad jurídica”. Para Bonadío hay intranquilidad pública “cuando se percibe una asociación de ciudadanos dispuestos a delinquir”. Pero lo más rimbombante del fallo es la decisión del juez de la servilleta de declararse incompetente. Es la cabal demostración de que esta causa no es otra cosa que una operación política destinada a pulverizar la credibilidad de la ex presidente. Para el juez de la servilleta el expediente Los Sauces debe continuar junto con el expediente Hotesur, la denuncia por asociación ilícita y la investigación sobre la obra pública, todo en poder del juez Ercolini. Al final de su fallo Bonadío expresa que “teniendo en cuenta ello, y que las causas a acumular se encuentran en estadios similares, reunirlas sería tanto por razones de economía procesal y comunidad probatoria como para procurar el éxito de la investigación a fin de no afectar la buena administración de justicia y la celeridad procesal” (fuente: Raúl Kollmann e Irina Mauser, “Para su Señoría las pruebas son lo de menos”, Página/12, 5/4/017).

La ex presidente cuestionó en duros términos su procesamiento por el juez Bonadío, al que consideró como una decisión legitimada por el presidente Macri para ocultar la grave situación económica por la que atraviesa el país. Según su opinión, en los últimos días quedó en evidencia la decisión del gobierno de digitar titulares de diarios y canales. El 1 de abril “una manifestación que según la Policía de la ciudad no superó las 25 mil personas es relatada por medios y prensa adicta como una “masiva” marcha de apoyo al Gobierno”. Sugirió que “no pudieron mostrar ni una sola foto panorámica” para demostrarlo y la comparó con “movilizaciones que convocaron a cientos de miles de argentinos y argentinas en rechazo a las políticas económicas y de derechos humanos de este gobierno” durante las semanas anteriores. “El lunes los mismos medios anuncian el “relanzamiento” de un gobierno que con sus políticas hundió la actividad económica a niveles que creíamos haber dejado en el pasado, y arrojó a millones de compatriotas a la desesperanza y la desesperación, o a la incertidumbre sobre el porvenir”, advirtió la ex presidente. Y agregó: ese mismo lunes, el presidente, “en un acto público desde el salón Blanco de la Casa Rosada, amenaza a todos los que piensan diferente a él o no hacen lo que él quiere, y a los trabajadores les exige ser más “flexibles” y trabajar hasta los sábados y los domingos”. “No puede distinguir entre ser Presidente de un país y ser Presidente de cualquier cosa”, destacó Cristina al comparar los discursos presidenciales en la Casa de gobierno y en el Club Boca Juniors. Al referirse a la resolución de Bonadío, ironizó: “dependencias del Poder Ejecutivo en Comodoro Py”. Luego recordó que ese mismo magistrado dictó su segundo procesamiento por asociación ilícita (Los Sauces): “como la situación económica empeora, le agrega a hijos, escribanos, contadores-etcétera-y al mismo tiempo y en la misma resolución Bonadío se declara incompetente”. “¿Y con el expediente qué pasó? Se lo mandó a Ercolini, que en el 2011 ordenó el sobreseimiento en la misma causa”, rememoró. Por último lanza advertencias a Macri y los miembros de su gabinete. “Gobernar no es manejar los titulares de los diarios o los zócalos de los noticieros”, destacó Cristina. Luego manifestó: “gestionar no es armar puestas en escena, ni tratar de golpistas a los que piensan que las políticas de este Gobierno son equivocadas. Ni perseguir judicialmente y espiar desde los organismos de inteligencia del Estado a los opositores y sus familias”. Así concluyó: “la gravedad de la situación que aflige a millones de compatriotas por el desastre económico y social que este Gobierno está provocando, sumado al desamparo que están sufriendo numerosas provincias argentinas inundadas, no se solucionan con montajes mediático-judiciales. Alguien debería decírselo” (fuente: “La respuesta de CFK”, Página/12, 5/4/017).

En su edición del 5 de abril La Nación publicó un artículo de Pablo Mendelevich titulado “Un golpismo explícito llenó las calles de gente”. Dice el autor: “Es cierto que la impactante concentración del sábado es la primera de la historia políticamente huérfana, de origen silvestre, oficialista y exitosa. Pero hay una novedad anterior, ni más ni menos que lo que convenció a decenas de miles de personas de salir a la calle a defender a un gobierno que no se lo había pedido: los sectores golpistas perdieron la vergüenza. Según la tradición histórica argentina, desestabilizar a un gobierno constitucional o pretender su caída-militares aparte-es algo que si se hace, no se dice, a menos que se esté parado fuera del sistema (como en su momento las guerrillas marxista y peronista, la izquierdas radicalizada, ciertos grupos conspirativos de ultraderecha). Que una corriente del peronismo como el kirchnerismo, hace apenas seis años conquistadora de la mayoría absoluta del electorado, hoy quiera conseguir la caída del gobierno constitucional que la sucedió y dirija buena parte de su acción política hacia ese objetivo en forma más o menos explícita es algo inédito” (…).

“El discurso oficial de las últimas semanas evitaba acreditarle a Cristina Kirchner en forma directa una intención golpista, acaso para sostenerla a la vez como potencial oponente electoral. Decía, por un lado, que ella estaba movida por el progreso de las causas judiciales en su contra y, por otro, que ella “quiere que fracase el cambio”, acusación bifronte algo confusa” (…) “Pese a la ambigüedad oficial, la multitud al parecer entendió el sábado que hay alguien en la Argentina que está poniendo la democracia en peligro” (…) “Todos los caminos conducen a Cristina Kirchner: el paro nacional apurado por quienes corrieron del palo al triunvirato cegetista, ATE versión Yasky, Baradel, Hebe de Bonafini, los organismos de derechos humanos, la reivindicación del ERP y montoneros, los cánticos de La Cámpora, el discurso peronista impregnado de alusiones al hambre (en consonancia con el kirchnerismo que habla de hambre planificado), la ciudad sitiada por cortes. Quizás en forma aislada nada califique como golpista, pero el conjunto, de aspecto sincronizado, sí” (…) “Siempre movimientista y multifacético, el peronismo en conjunto mira para el costado, como si las bravatas de su vertiente de origen santacruceño no existieran. Actúa como si nadie cantara en sus narices (y en algunos de sus actos compartidos) “Macri, basura, vos sos la dictadura”. Finge no recordar que paros nacionales, huelgas salvajes y planes de lucha superpuestos precedieron los desalojos de los presidentes Frondizi e Illia y la renuncia anticipada de Alfonsín” (…).

“Sobran antecedentes de climas articulados funcionales a golpes de estado, luego nominados (al menos hasta 1983) por las Fuerzas Armadas. Gran aporte del revisionismo kirchnerista a la historiografía: su liturgia exige ahora hablar de golpes cívico-militares, chocolate por la noticia” (…) “¿Por qué Perón mismo celebró la caída de Illia, al que calificó de tremendo corrupto? ¿Qué hacía Vandor en la jura de Onganía? ¿Qué vínculo amasaron el gobernador peronista Victorio Calabró y Videla?” (…) “El golpismo, como issue, merodea aquí y ahora. Pero si uno entra a la página del Partido Justicialista se tranquiliza. Casualmente al reportarse la reunión del Consejo Nacional del martes pasado, dice: “Los conejeros (se cree que quisieron poner consejeros, pero por lo que sigue bien podría tratarse de conejeros y de magos) del Justicialismo Nacional manifestaron que el Peronismo siempre respetó los principios republicanos y nunca en su historia fue conspirador contra un gobierno democrático, muy por el contrario, fue el que siempre acudió en las crisis institucionales a colaborar, de manera democrática, con la solución de los conflictos”. Interesante aclaración. ¿Quién preguntó?” (…).

“Quienes califican al político más votado en las últimas elecciones -el presidente que debe gobernar hasta 2019- de execrable (con sinónimos suburbanos) para nada se sienten obligados a explicar qué sería, en su opinión, una democracia. ¿Venezuela, el telón de fondo donde justo ahora se proyecta la película que acá nos perdimos? La resistencia es en las calles, repiten. La describen como genuina, heroica, eterna, mientras torean al Gobierno para que la represión que ellos desde hace rato vienen denunciando deje de ser holográfica. Hebe de Bonafini, en cuyo fanatismo jactancioso confluyen el kirchnerismo y la izquierda radicalizada, gasta los últimos cartuchos de su inmunidad victimológica para lanzar (caben aquí las dos acepciones del término) la novedad revolucionaria de la hora: “Basta de ser democráticos para ser buenitos”. Vaya elocuencia. Cristina se inspira, tuitea frenética, pero sólo se le ocurren cosas sobre Macri”.

En la misma edición La Nación publicó un editorial titulado “El paro del miedo”. Dice el mitrismo: “La realidad es que durante 12 años no se invirtió en redes eléctricas pues las tarifas estaban congeladas y las empresas distribuidoras, en cesación de pagos. Lo mismo ocurrió con el gas natural, el transporte de personas, la producción de hidrocarburos y una larguísima lista de etcéteras. Durante años no se conocieron estadísticas de inflación y, de esa forma, se ocultó la pobreza, para no “estigmatizar” a los pobres” (…) “Durante 12 años se generó, desarrolló y ocultó un tumor gigantesco en el cuerpo social de la República. Ahora que llega el momento de extirparlo, se irrumpe en el quirófano y se acusa al cirujano de crueldad, pues el enfermo lucía mucho mejor cuando aún estaba en casa, bien diferente que ahora, con un tajo en el abdomen, respiración artificial y las crueles manchas de la sangre”.

“No ven la realidad”, repiten los dirigentes sindicales, los gremios docentes, los activistas de la memoria y los kirchneristas de la victoria, mostrando las fotos sacadas en el quirófano e ignorando las ecografías anuales que anunciaban la gravedad de la neoplasia. La realidad es que todos ellos conocen la herencia recibida y todos tienen buenas razones para distribuir helicópteros amarillos en sus marchas, pues todos tienen miedo al cambio. El kirchnerismo tiene miedo pues necesita volver al poder para evitar la cárcel de sus principales dirigentes. Ésa es la verdad cruda y dura: no los motiva una ética solidaria ni una épica de la justicia social. Son acusaciones gravísimas que están en la raíz de la tumefacción: el diseño de estructuras para la corrupción, el armado de asociaciones ilícitas, la traición a la patria y hasta el posible asesinato de un fiscal de la Nación” (…) “Los sindicalistas también tienen miedo. Saben que guardaron silencio durante el gobierno de los Kirchner y, como buenos hombres de negocios, entienden perfectamente la coyuntura actual. Pero también saben que si la Argentina se convierte en un país en serio, desaparecerá el esquema de poder mediante el cual hicieron política y dinero en lugar de mejorar el nivel de vida de los asalariados y aumentar el empleo” (…) “Tienen miedo de mostrar si sus manos están limpias y de explicar patrimonios personales, como condición indispensable para predicar desde la tribuna. Tienen miedo de que se auditen los fondos que han administrado sin control, como las obras sociales o los muchos aportes arrebatados al homologarse sus convenios colectivos” (…) “Tienen miedo quienes se desgañitan gritando “no ven la realidad”, aferrándose a designaciones clientelistas aun a sabiendas del costo que implica para la sociedad mantenerlos, natural correlato del desempleo en el sector privado” (…) “El paro de mañana es a sabiendas de que el principal obstáculo a la inversión es la duda acerca de la capacidad del Gobierno para introducir cambios duraderos, teniendo minorías parlamentarias frente a poderosísimos intereses creados. El paro pretende demostrar que el pasado tiene más fuerza que el futuro, que esa capacidad no existe y que lograrán la profecía autocumplida. Será entonces otro paro teatral, con consignas falsas y de palabras huecas. Impulsado por el miedo de que la República cambie hacia una nación más normal, donde se retribuya el mérito, se aplauda el esfuerzo y se libere al Estado de quienes lucran de lo público en forma inmerecida o ilegal, destruyendo el empleo y expulsando la pobreza. Quienes no advierten esto no ven la realidad”.

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