Por Mario Cadenas Madariaga.-

Las dos concepciones.

Una es personalista, restrictiva por tanto de las libertades ciudadanas y de la autonomía de las instituciones, fundada en una idea de justicia basada en la distribución, que luego de doce años de gobierno, ha agotado las riquezas por repartir y el crédito externo e interno disponible, con una alta inflación y una baja de los ingresos, pero que mantiene la adhesión de amplios sectores por que aun así, dice representar la mejor alternativa para la mayoría.

La otra concepción es reivindicativa de la democracia republicana, y por tanto de la dignidad del ciudadano y de las instituciones, con un proyecto económico fundado en la creación de la riqueza como consecuencia de la competencia, la inversión y la capacitación. Para mostrar sus resultados debe remitirse a la experiencia de las democracias más prósperas de los países occidentales, porque desde la posguerra la Argentina estuvo ensombrecida por contradicciones,

La decisión se vuelve más difícil porque hay múltiples indicadores -como la inflación y la caída del ingreso y del empleo- que imponen la necesidad de correcciones, que despiertan grandes preocupaciones sobre la dirección que van a tomar.

El período de la campaña electoral

Definidas las dos formulas presidenciales con posibilidades de ganar, del PRO y el Frente para la Victoria, la campaña electoral tiene como primera fecha decisoria la del 25 de octubre y si no hay una formula consagrada se votara definitivamente el 15 de noviembre. Sin embargo el 9 de agosto se votará para definir las fórmulas internas de los partidos, y habrá un índice muy revelador de las corrientes predominantes de la opinión.

La importancia particular de estas elecciones

Son trascendentales porque determinarán cómo se sale de la crisis actual y como se retoma el crecimiento.

También existe una amplia reforma institucional ya iniciada que producirá cambios importantes, si no se modifica, en desmedro de la autonomía de la justicia, la libertad de prensa, la libertad de comercio de las empresas, la limitación de las investigaciones de corrupción, y las crecientes dificultades a la producción.

El plan del oficialismo

El gobierno ha diseñado dos planes para enfrentar la realidad, uno de de carácter institucional de largo plazo y otro político de corto plazo para retener el poder no obstante la imposibilidad de la reelección.

El primero consiste en resolver las incompatibilidades que el sistema republicano de la Constitución Argentina – que sigue el antecedente de los EEUU- presenta a la pretensión del predominio de la voluntad de las mayorías, en cuanto pueden ser limitadas por las decisiones de la justicia en protección de los derechos de los ciudadanos o de las minorías, concretamente en las siguientes cuestiones:

  • la integración del Consejo de la Magistratura para asegurar la mayoría de los integrantes de los poderes políticos;
  • las atribuciones del Estado para controlar el comercio;
  • las atribuciones del Estado para controlar la libertad de prensa;
  • la libertad para a la designación de los fiscales que tienen con exclusividad la atribución de acusar.
  • la limitación de la responsabilidad de los funcionarios del Estado.

El plan político para retener el poder

El kirchnerismo por primera vez debió resolver en estas vísperas un plan político para el próximo periodo presidencial a efecto de retener el poder sin la presencia dominante de uno de los Kirchner, ya que ninguno podía reemplazar a Cristina por falta de consenso público.

Previamente se decidió que era preferible conservar la responsabilidad de la Presidencia, no obstante las dificultades del próximo período.

El plan se elaboró entre Cristina y Zannini y llevó varios meses en su ejecución. La primera condición era mantenerlo en secreto hasta la semana que finalizaba el 20 de junio, para mantener expectante y dividida a la oposición.

En su primera parte se dio libertad a los dirigentes del partido. Eso hizo creer que las PASO habrían de funcionar. Y la oposición también se dividió en múltiples candidaturas. Semanas antes de junio se dieron instrucciones de reducir la competencia dejando subsistir a Daniel Scioli y Florencio Randazzo. Era otra maniobra. Finalmente se anunció la fórmula de Scioli-Zannini.

Este plan es más complejo. Lleva implícito que a cargo de Daniel Scioli estará la tarea del ajuste, la cual una vez cumplida y su responsable totalmente desgastado por las protestas populares, se realizará un amplio movimiento para exigir su renuncia, con el apoyo del FpV y naturalmente de Cristina, ingresando Zannini al sillón de Rivadavia. En ese momento se abre la operación retorno de CFK.

La correcta caracterización de los Kirchner

Cuando se esta frente a una responsabilidad de estas elecciones es conveniente conocer bien al adversario.

Los Kirchner hace doce años que conducen con mano firme la Argentina. En este momento no se puede decir que han sido exitosos, porque es evidente que su gobierno y el país tienen grandes dificultades. Entonces ¿podemos saber cual es su correcta caracterización?

Nadie dice de ellos que son estadistas. Tampoco se los califica de estrategas. Su vertiginoso paso por el gobierno de la Nación, se los vio siempre movidos detrás de cada oportunidad, y nunca con formulaciones de largo plazo. Se podría más bien decir que la política para ellos consiste en continuos combates por la conquista y la conservación del poder, asociado al enriquecimiento personal, como parte indisoluble del primer objetivo. En este sentido son dos maquiavelistas perfectos, sin haberlo leído al maestro. No son intelectuales y tienen pocas lecturas. No acumulan laudos en ningún grado de sus estudios, ni tienen publicaciones ni ensayos de ninguna clase.

Pero no nos equivoquemos. Son grandes tácticos, apegados a la realidad, y conocedores intuitivos de las debilidades humanas, a las que explotan con total frialdad. De ahí su capacidad de adaptación a cada situación porque ese instrumental elemental que poseen se adapta notablemente bien a los rápidos cambios de los países subdesarrollados. Les permitió primero ser simpatizantes de la subversión en la Universidad; luego abogados eficientes y desalmados ejecutores de los deudores de bancos, en circunstancias de gran volatilidad financiera, primer escalón de su patrimonio y sin militancia durante el Proceso; después constructores cuidadosos de sus primeros pasos en la política municipal; y a partir de la conquista del gobierno local, una línea recta de demagogia con las bases, elusión sistemática de los controles, una permanente acumulación de poder personal, y una adecuación a las instancias superiores del gobierno, tratando de obtener todas las ventajas posibles, y nunca poner en riesgo su situación con quijotescas rebeliones.

Colaboraron con Alfonsín, Menem, De la Rúa y Duhalde. Desde Buenos Aires, a tres mil kilómetros de Río Gallegos, se veían como gobernadores ordenados, que pagaban los sueldos, y ganaban elecciones, porque a esa distancia todo lo demás no se diferencia o se confunde con las malquerencias del mundillo provinciano.

Duhalde obsesionado con su disputa con Menem, los halló interesados en jugarse buscando el sillón de Rivadavia, con su respaldo, solventes para financiar la campaña y así saltaron a la Presidencia en un momento excepcional en que no había otros candidatos. Su talento oportunista les permitió alcanzar de pronto la cima del poder. Lo demás fue facilísimo ayudados por una situación externa excepcionalmente favorable, que duró hasta la crisis internacional que aquí llegó en el 2009, pero se rehabilitaron rápidamente ante una oposición disgregada que careció de todo sentido de oportunidad.

Un verdadero shock y no una crisis se planteó con la muerte de Néstor en octubre del 2010, pero otra vez las circunstancias favorecieron a Cristina, por el mejoramiento de la situación económica y el desconcierto de la oposición expresada en la reelección de octubre del 2011 con el 54% de los votos.

La primera y verdadera crisis del kirchnerismo fue la elección de octubre del 2013, cuando se esfumó el proyecto reeleccionista, con la sublevación de los intendentes de la provincia de Buenos Aires, ante la fortaleza creciente del personalismo de la Presidente y su nuevo grupo de herederos: los jóvenes de la Cámpora.

En definitiva, esta caracterización del kirchnerismo nos lleva a la conclusión que representa un modelo que hoy no mide para vestir a la Argentina, porque sus aspiraciones son varias veces superiores a la talla que le ofrecen. Pero es indispensable que por el contrario la oposición haga una oferta de gobierno que satisfaga totalmente a los ciudadanos.

La responsabilidad del PRO

Hoy a cuatro o cinco meses de la elección presidencial hay que ser totalmente claro porque hay tiempo para corregir. La idea del cambio por sí sola no significa nada.

El elector quiere conocer con exactitud, y por tanto con los debidos fundamentos, cual es la oferta del PRO para el periodo 2015/2019.

Debería constar de un programa de diez puntos por ejemplo:

  • Una inversión pública de 100.000 millones de dólares, en ferrocarriles, rutas y autorrutas, puertos, aeropuertos, y recuperación de suelos, todo a costos internacionales.
  • Un aumento del crédito bancario al sector privado del equivalente actual a 65.000 millones de dólares, a 400.000 millones de dólares en pesos, para modernizar la industria, tecnificar el campo, expandir la construcción, el comercio y los servicios y construir 3 millones de casas para terminar con el déficit habitacional, de agua y de cloacas. El Estado garantizará el pago para los hogares de menores recursos.
  • Un aumento de salarios y jubilaciones del 40% en 4 años, en moneda constante, con pleno empleo y el mantenimiento de todos los beneficios sociales.
  • El auto abastecimiento energético.
  • La liberación de las exportaciones, del movimiento de divisas y de los ingresos del trabajo, salvo para los altos ingresos y de los depósitos y extracciones bancarias.
  • El equilibrio del presupuesto.
  • Un crecimiento del PBI del 10% anual, con estabilidad monetaria.
  • El mejoramiento de la calidad educativa, la reducción de los índices de mortalidad, morbilidad y de accidentes, y de criminalidad al nivel de los países desarrollados.
  • El respeto estricto de la Constitución Argentina, sus libertades e instituciones.
  • El fortalecimiento internacional argentino, mediante el restablecimiento de las mejores relaciones con las potencias occidentales, la participación en los grandes acuerdos comerciales, la recuperación del crédito externo y de la capacidad defensiva, mas la protección de los derechos humanos ante la Corte Penal Internacional.

La Argentina con tres presidencias de este tipo se transformará en una nación desarrollada, el mismo plazo que el kirchnerismo ocupó para repetir la crisis del 2003.

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