El lunes 8. el Presidente de la Nación sorprendió al país anunciando la intervención del grupo cerealero Vicentin a través de un decreto de necesidad y urgencia (DNU) y anticipando su decisión de remitir al Congreso un proyecto de ley de expropiación de la firma, que la declarará de utilidad pública. La empresa está en concurso preventivo de acreedores, es decir, está quebrada. En consecuencia, lo que se propone Alberto Fernández es rescatarla para garantizar su continuidad, lo que evitaría que miles de trabajadores queden en la calle. Además, remarcó que los activos de la cerealera formarán parte de un grupo fiduciario a cargo de YPF Agro. De esa manera el Estado tendrá “una empresa testigo en el mercado de cereales para una planificación estratégica y a partir de allí poder referenciar al mercado alimentario”.
La decisión presidencial cayó como una bomba en el régimen conservador. Su reacción fue la esperada. Los grandes medios de comunicación comenzaron a atacar con extrema dureza al gobierno nacional, al que acusaron de pretender aplicar una medida propia del chavismo. Días más tarde, el pueblo de la localidad santafesina de Avellaneda, donde está la sede de la cerealera, salió en masa a la calle para protestar contra la medida e impidió momentáneamente su intervención. De golpe reapareció el fantasma de la resolución 125 que provocó una dura batalla entre el gobierno de la entonces presidente Cristina Kirchner y las patronales del agro. Una sola palabra, “expropiación”, sirvió para agitar las aguas justo en un momento sanitario delicado. Tal como aconteció en 2008 los partidarios de la decisión del presidente celebraron y sus detractores lo acusaron poco más o menos que ser la reencarnación de Ernesto Guevara.
Seguramente la inmensa mayoría de ambos grupos ignora lo que significa la expropiación. ¿Es realmente tan temible? Para despejar todo tipo de dudas nada mejor que leer a los que saben sobre esta materia y si el consultado es el mejor constitucionalista que dio nuestro país, mejor todavía. En el primer tomo de su Tratado Elemental de Derecho Constitucional Argentino, Germán Bidart Campos le dedica al tema el capítulo XV. Veamos cómo lo explica.
¿Qué es la expropiación? ¿En qué consiste? Dice Bidart Campos: “La expropiación es un acto unilateral por el cual el estado priva de la propiedad de un bien al titular del derecho sobre el mismo, con fines de utilidad pública, mediante calificación por ley e indemnización previa e integral del valor de aquel bien”. Etimológicamente, el verbo expropiar proviene del latín “ex” (poner fuera) y “proprietas” (quitarle a alguien un bien determinado para cumplir el fin de utilidad pública). La expropiación se apoya en dos principios fundamentales: a) el bien común como fin del estado, y b) “el carácter relativo de la propiedad como función social”. Ello significa que, por un lado, cuando un gobierno decide expropiar una empresa, por ejemplo, lo hace pensando que de esa manera beneficia al pueblo, y, por el otro, la propiedad privada lejos está de ser un valor absoluto, tal como lo postula el orden conservador. Así concebida, la expropiación es “un instituto de derecho público” que pone al descubierto la autoridad del estado (la “potestas”) materializada en un acto de fuerza que desconoce la voluntad del expropiado.
La expropiación está garantizada por la Constitución en su artículo 17: “la expropiación por causa de utilidad pública debe ser calificada por ley y previamente indemnizada”. Ello significa que la expropiación constituye un proceso que abarca varias etapas. En primer lugar, nuestra carta magna exige que sea el Congreso el órgano encargado de calificar, mediante una ley, de utilidad pública a la expropiación. El Poder Ejecutivo, por ende, no puede hacerlo. Alberto Fernández no lo hará para no situarse por encima de la constitución. Con evidente intencionalidad política, eso es precisamente lo que el orden conservador pretende hacer creer a la sociedad. “Es el Congreso”, enseña Bidart Campos, “quien en forma discrecional-aunque no arbitraria-pondera la oportunidad, el alcance y la conveniencia de la expropiación, estableciendo la utilidad pública de los bienes”.
El problema se presenta con el concepto “utilidad pública”. ¿Qué significa? ¿Cuándo la hay? Responde Bidart Campos: “El adjetivo “pública” calificando a la utilidad ha dado pie para que a veces se interprete que la constitución exige inexorablemente que el bien expropiado se transfiera al dominio público. Quizá sea muy drástica y severa la interpretación. “Pública” como calificativo de “utilidad” parece más bien equipararse a “social” o “general”, siempre que se mantenga la noción de que utilidad social o general debe redundar en beneficio del público, o sea, de la comunidad, aunque el bien no pase al dominio público. Por ende, si se expropia un bien para darlo a un particular en provecho propio o de un grupo, falta la causa expropiatoria, pero si, por ejemplo, se expropia un bien para asignarlo a una entidad privada que va a instalar en él un establecimiento hospitalario, abierto al público, hay, a nuestro criterio, suficiente utilidad pública, no obstante que el bien no ingrese al dominio público”. Consciente de la importancia de determinar con precisión el concepto de “utilidad pública” en este caso, el presidente enfatizó la imperiosa necesidad de garantizar la “soberanía alimentaria”. Lo que pretende es que no se produzca la revisión judicial de dicha calificación. El congreso tiene la facultad de determinar la utilidad pública de la expropiación. Ahora bien, dicho acto no puede ser arbitrario, es decir, la utilidad pública debe ser palpable, real. “Si el congreso”, advierte Bidart Campos, “encubre en una calificación de utilidad pública una causa o un fin totalmente distintos, la calificación peca de inconstitucional. Y ante tamaña desviación, el control de constitucionalidad recae en el poder judicial”. En el caso de la cerealera Vicentin, si la “utilidad pública” (soberanía alimentaria) encubre un propósito espurio (que Alberto Fernández utilice en su beneficio los dólares que obtiene la empresa en el comercio de cereales), la expropiación es inconstitucional y corresponde a los jueces determinarlo y aplicar el correspondiente castigo.
Otra cuestión relevante es la indemnización previa. En efecto, con anterioridad a la transferencia de la autoridad (expropiación) debe efectuarse, tal como lo ordena la constitución, el pago de la indemnización. La indemnización, expresa Bidart Campos, debe ser “justa” e “integral”. Cuando se indemniza a alguien (en este caso, a los dueños de Vicentin) se entrega al expropiado en dinero lo que vale la propiedad que se le expropia. Ni un peso de más (dólar, en este caso) y ni un peso de menos. La expropiación debe mantener el statu quo patrimonial del expropiado, lo que significa que no debe ni enriquecerlo ni empobrecerlo. Al fallar el caso “Provincia de Santa Fe c/Nicchi (junio de 1967) la Corte Suprema afirmó que “no es constitucional ni legal una indemnización que no sea justa”, “y la indemnización es justa cuando restituye al propietario el mismo valor económico de que se lo priva, y cubre además los daños y perjuicios que son consecuencia directa e inmediata de la expropiación”. Más claro, imposible.
En las últimas horas Alberto Fernández le solicitó al Congreso que apruebe la expropiación de Vicentin. Y afirmó: “La estamos rescatando, no le estamos quitando la empresa a nadie”. Está actuando conforme a derecho, tal como lo enseña Bidart Campos.
Hernán Andrés Kruse
14/06/2020 a las 4:54 PM
Bad information. Ninguna empresa en concurso preventivo esta quebrada. Eso lo decreta un juez si las partes intervinientes no llegan a un acuerdo. Aca el gobierno esta mandando la sociedad a la quiebra por decreto. Es como decir que un paciente oncologico que esta haciendo quimio ya esta muerto. Solo se esta armando un relato para poder llevar adelante una idea, a mi juicio elegal.
14/06/2020 a las 5:51 PM
Ciertamente el concurso preventivo es previo a la quiebra. Y si debe quebrar… ¿un “Estado estafador” podría rescatarla?. Ninguna duda debería quedar para que se liquiden los bienes y se cubra el pasivo “con beneficio de inventario”. Si la empresa no es viable ni sostenible preferible no tenerla. Su fuerza laboral està desperdiciada en una entidad de esas características. El paìs necesita mano obra eficiente y necesaria donde exista legìtima demanda.
14/06/2020 a las 7:48 PM
PERDÓN ¿CUAL CONSTITUCIÓN? ¿LA ESTACIÓN DE TRENES? PORQUE DE ACUERDO A LO QUE SE VIENE VIENDO EN ESTOS 36 AÑOS DE ¿DEMOCRACIA? NUNCA PREVALECIÓ LA MAL LLAMADA CARTA MAGNA, SOBRE LOS INTERESES PARTICULARES NI PROTEGIÓ EL BIEN COMÚN JURÍDICAMENTE TUTELADO EN ELLA.
14/06/2020 a las 10:55 PM
Va a ser tan catastrofico como las expropiaciones de Chavez en Venezuela. Ya estan perdiendo plata con YPF, que es un aguantadero y caja de La Campora. Si perdes plata con una petrolera, que no logra siquiera el autoabastecimiento, una procesadora de granos, dependiendo de YPF, es desopilante. Con los mismos argumentos, Stalin a la cabeza de paisanos de Marx, Engels, Kichner, Kicillof , Juan Grabois, Claudio Lozano, Stiglitz y Matias Kulfas, provoco entre 8 y 11 millones de muertos por hambrunas en Ucrania, con los mismos argumentos, la mesa de los soviet, la soberania alimentaria y la industrializacion.
14/06/2020 a las 11:16 PM
EL HOLODOMOR
14/06/2020 a las 11:24 PM
ESPEREMOS QUE LA CORDURA GANE EN LA MENTE DE AQUELLOS QUE TIENEN QUE TOMAR DECISIONES y que se encuentre una alternativa valida.
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Les envio algo de la hist de mis ancestros, que muestra que las decisiones deben ser pensadas.
“Irlanda nunca se recuperó de esa pérdida de población”, asegura Kinealy.
Antes de la hambruna, 8,5 millones de personas vivían en la isla de Irlanda. Un número que, incluso hoy en día, no se ha vuelto a alcanzar.
Cómo el gobierno colonial británico dejó morir de hambre a un millón de indios
En la actualidad, Irlanda del Norte, que pertenece a Reino Unido, cuenta con cerca de 1,9 millones de habitantes y la República de Irlanda no llega a los 5 millones.
El legado de esta experiencia traumática se ve aún tanto en la demografía actual de la isla como en aquellas donaciones de irlandeses en GoFundMe para las poblaciones nativo americanas que más sufren la pandemia de covid-19.
Pero va incluso más allá, como explica Gaia Narciso, que dirige una investigación para establecer la relación entre la hambruna y los movimientos que consiguieron la independencia de la República de Irlanda en 1921.
“Lo que encontramos es que la gente cuyas familias habían estado más expuestas a la hambruna resultaron los que tenían más probabilidades de rebelarse contra el mando británico 70 años después”.
Para ella, la lección que deja es que en momentos de crisis es que “lo importante es proveer ayudas” a quienes más lo necesitan.
“Felizmente, en la actualidad, la respuesta ha sido la opuesta a la que vimos en el siglo XVIII”.
14/06/2020 a las 11:33 PM
AQUI ESTA EL ART DE BBC COMPLETO:
INGLATERRA RECONOCIO EL GENOCIDIO y LA REINA ISABEL EN LA ULTIMA VISITA A IRLANDA PIDIO PERDON A LOS IRLANDESES.
EN EEUU ALGUNOS ESTADOS, COMO MASSACHUSSETTS RECONOCEN EL GENOCIDIO.
Los extremos siempre son malos, sea el izquierdo o el derecho.
https://www.bbc.com/mundo/noticias-internacional-52826839
Gran hambruna de Irlanda: la crisis que provocó la muerte de un millón de personas por confiar en las fuerzas del Mercado
Stefania Gozzer
La pandemia de covid-19 ha golpeado de manera especialmente dura a las comunidades indígenas de Estados Unidos. Y, al otro lado del Atlántico, hay una isla donde mucha gente siente que es su deber hacer algo al respecto: Irlanda.
En la página web GoFundMe, una campaña que busca recaudar fondos para las comunidades Navajo y Hopi suma ya más de US$4 millones. Entre los donantes, abundan los apellidos irlandeses.
“Desde Irlanda, con mucho amor”, escribe en el muro de la campaña RJ MacReady, que aportó US$200. “Irlanda recuerda”, escribe Rachel Adams, que puso US$20.
Su gratitud se remonta a otra gran crisis que ni siquiera les tocó vivir en carne propia, como recuerda Christopher Doughan, que donó US$25: “En Irlanda, no olvidamos y no olvidaremos. Gracias por su increíble bondad hace más de 170 años”.
En 1845, la isla de Irlanda sufrió un desastre alimentario del que no lograría salir durante los siguientes cinco años y que acabaría cobrándose la vida de más de un millón de personas y empujando a emigrar a otro millón y medio.
El episodio pasó a la historia como la Gran Hambruna Irlandesa.
“Redujo en más de un tercio los habitantes de la isla de Irlanda en un periodo de seis años”, le explica a BBC Mundo Christine Kinealy, directora del Instituto de la Gran Hambruna de Irlanda.
La hambruna fue tan brutal y prolongada que, cuando el empobrecido pueblo nativo americano de los Choctaw oyeron sobre ella, reunieron el dinero que pudieron (US$170 de la época, unos US$5.000 actuales según la revista Time) y se lo enviaron a los irlandeses, que desde entonces se sienten hermanados con las comunidades indígenas de Estados Unidos.
Pero ¿qué provocó una tragedia de tal dimensión que, casi dos siglos después, aún inspira un sentimiento de fraternidad tan fuerte?
La hambruna de la patata
En la década de 1840, la isla de Irlanda formaba parte del Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda. Carecía de gobierno propio, aunque contaba con más de 100 escaños en el Parlamento británico.
“En la práctica, era una colonia de Reino Unido”, le asegura a BBC Mundo Gaia Narciso, directora del Departamento de Economía de Trinity College, de Dublín.
Kinealy coincide: “Irlanda había sido esencialmente empobrecida y era una colonia de Gran Bretaña y las mejores tierras habían sido dadas a los colonos, que en su mayoría eran protestantes ingleses y escoceses”.
“El 85% de la población nativa irlandesa era católica y sobrevivía con muy poco, así fue como acabaron dependiendo tanto de la papa”, afirma. “Ningún otro país de Europa tenía una dependencia tan alta de un solo tipo de cosecha”.
La papa, originaria de Perú y llevada a Europa tras la conquista de América, se volvió rápidamente el elemento esencial de la dieta irlandesa.
El increíble viaje de la papa andina, el tubérculo que transformó el mundo
En las décadas anteriores, la población de la isla de Irlanda había crecido más que la de cualquier país de Europa Occidental, como explicó el historiador económico irlandés Cormac Ó Gráda en un análisis al que se puede acceder en la página web de la Sociedad de Historia Económica.
Si bien los irlandeses igualaban en casi un tercio a la población de Gran Bretaña, apenas percibían dos quintos de sus ingresos per cápita.
El tercio más pobre subsistía intercambiando mano de obra por un pedazo de tierra donde poder cultivar. Y la mejor forma de sacar provecho a ese limitado terreno era sembrar papa, un alimento muy completo nutricionalmente y que no requería de mucho espacio para su cultivo y almacenamiento.
¿Podrías sobrevivir comiendo un solo tipo de alimento?
Hasta que, en 1845, una plaga de hongos que atacaba las cosechas de papas se expandió por Europa.
“La plaga llegó de México. Lo raro que tenía era que no podías ver por fuera si la planta estaba enferma o no. Recién al momento de la cosecha, cuando sacabas la papa, veías que estaba podrida”, explica Gaia Narciso.
Así fue como, cosecha tras cosecha, los irlandeses iban descubriendo que su principal fuente de alimentación se desvanecía.
Una penuria que duró más de un lustro y que explica porque otro de los nombres que se da a este episodio histórico es el de la “hambruna irlandesa de la papa”.
Fuerzas del mercado
Si bien las continuas pérdidas de cosechas de papa ya eran en sí una gran tragedia para el pueblo irlandés, los historiadores coinciden en que las acciones del gobierno británico, entonces en manos de los Whigs, el antiguo Partido Liberal, amplificaron sus efectos.
La élite y la clase media británica de la época no veían con buenos ojos las ayudas estatales para paliar la crisis, como explicó en un artículo publicado por la BBC en 2017 el historiador James Donnelly.
Él señala tres doctrinas económicas populares en aquella época como las responsables de la falta de solidaridad: el laissez-faire, la creencia protestante en la divina providencia y los “enraizados” prejuicios étnicos contra los irlandeses católicos.
El laissez-faire o “dejar hacer” es una corriente que se opone a que los gobiernos interfieran en la economía de un país y que defiende que, sin estas intervenciones, las fuerzas del mercado serán los suficientemente libres para alcanzar el equilibrio por sí solas.
“Así que el gobierno británico no quiso traer comida ni impedir que esta saliera del país”, explica Christine Kinealy.
“Eso fue desastroso porque grandes cantidades de alimentos salieron de Irlanda mientras que el país se moría de hambre literalmente por esa creencia de que el mercado se autorregularía, lo cual no sucede ni sucedió”.
Como explica Donnelly, bajo esta doctrina el gobierno británico rechazó medidas como prohibir la exportación de granos en Irlanda, que podrían haber servido para alimentar a la población local.
Pero, ante la cantidad de muertes, había que hacer algo así que entre 1846 y 1847, el gobierno invirtió en obras públicas para crear empleos en una medida que no solo no duró sino que solo proveyó a unos pocos de salarios insuficientes.
“El problema era que la gente estaba debilitada porque no tenía acceso a comida y tenía que hacer estos trabajos pesados. Además, los salarios eran extremadamente bajos… Fue un total fracaso en términos de organización”, afirma Narciso.
“Eran trabajos físicos duros 12 horas al día, seis días a la semana, para ganar salarios muy bajos. Había mucha hambruna porque los sueldos eran muy bajos y los precios de la comida muy altos…”, asegura Kinealy.
“Para finales de 1846, ya estábamos viendo una mortalidad en masa en Irlanda”.
La medida no duró más que un invierno y fue reemplazada con los comedores populares, que en el verano de 1847 llegaron a alimentar a tres millones de personas.
Pero este esquema apenas duró seis meses y, según Donnelly, el motivo fue una vez más el laissez-faire.
“La idea de alimentar directamente a una gran proporción de la población irlandesa violaba todas las preciadas nociones de los Whigs de cómo un gobierno y una sociedad deben funcionar”, escribió Donnelly.
Para ser coherentes con el laissez-faire, el gobierno también se negó a facilitar la emigración de irlandeses.
“En ese sentido, el virrey irlandés de hecho propuso limpiar la provincia occidental de Connacht de los 400.000 pequeños agricultores empobrecidos que eran demasiado pobres para emigrar por su cuenta”, dijo Donnelly.
“Pero la mayoría del gabinete de ministros Whigs vio poca importancia a gastar dinero público para acelerar un proceso que ya se estaba llevando a cabo ‘de manera privada’ a gran ritmo”.
Asilos para pobres
Una vez fueron cerrados los comedores populares, a los más necesitados no les quedó más que recurrir a las workhouses o asilos para pobres.
Los asilos para pobres han sido descritos como una de las instituciones más tenebrosas de Irlanda. La gente sin recursos acudía a ellos en busca de comida y techo a cambio de trabajo.
Una vez dentro, las familias eran separadas y las condiciones de vida eran lo suficientemente desagradables para fomentar que la gente quisiera irse y evitar así que estos lugares acabaran abarrotados.
Aún así, estos asilos alcanzaron su capacidad máxima aquel 1847. A partir de entonces, se convirtieron en la única forma de asistencia pública en Irlanda.
Al laissez-faire se sumó, según Donnelly, la creencia que había en Gran Bretaña de que la hambruna en Irlanda era un castigo divino, un acto de providencia para librar a los irlandeses de un régimen agrario que los británicos veían como ineficiente y abusivo.
“Según las autoridades británicas de la época, el funcionamiento de la divina providencia se revelaba en las operaciones sin restricciones de la economía de mercado y, por lo tanto, era malo interferir con su correcto funcionamiento”, escribió Donnelly en su artículo.
Por último, están los prejuicios contra los irlandeses que había en Gran Bretaña.
“Todas las decisiones que concernían a Irlanda venían de Londres, y la gente que gobernaba Irlanda en aquella época no era muy solidaria”, afirma Kinealy. “Creían que los irlandeses eran ociosos y que eran pobres porque eran ociosos”.
“Si se daba mucha ayuda, habría más hambrunas. Así que había una idea de que ‘No puedes ser muy generoso porque eso solo crearía dificultades de dependencia y las cosas nunca mejorarían”.
En opinión de la experta: “Las decisiones que se tomaron en Londres y el tipo de ayuda que se dio a los pobres irlandeses, en cierta forma, exacerbaron los problemas y no trajeron ayuda a la gente”.
La hambruna solo se resolvió cuando la plaga acabó, algo que, en algunas zonas de Irlanda, no se dio hasta 1851.
“No son un lugar al que uno quiera ir”, explica Narciso. “Estaban superpoblados. Ir a un asilo de pobres era el último recurso”.
“Irlanda nunca se recuperó de esa pérdida de población”, asegura Kinealy.
Antes de la hambruna, 8,5 millones de personas vivían en la isla de Irlanda. Un número que, incluso hoy en día, no se ha vuelto a alcanzar.
Cómo el gobierno colonial británico dejó morir de hambre a un millón de indios
En la actualidad, Irlanda del Norte, que pertenece a Reino Unido, cuenta con cerca de 1,9 millones de habitantes y la República de Irlanda no llega a los 5 millones.
El legado de esta experiencia traumática se ve aún tanto en la demografía actual de la isla como en aquellas donaciones de irlandeses en GoFundMe para las poblaciones nativo americanas que más sufren la pandemia de covid-19.
Pero va incluso más allá, como explica Gaia Narciso, que dirige una investigación para establecer la relación entre la hambruna y los movimientos que consiguieron la independencia de la República de Irlanda en 1921.
“Lo que encontramos es que la gente cuyas familias habían estado más expuestas a la hambruna resultaron los que tenían más probabilidades de rebelarse contra el mando británico 70 años después”.
Para ella, la lección que deja es que en momentos de crisis es que “lo importante es proveer ayudas” a quienes más lo necesitan.
“Felizmente, en la actualidad, la respuesta ha sido la opuesta a la que vimos en el siglo XVIII”.
15/06/2020 a las 12:07 AM
ACLARO QUE LOS IRLANDESES ERAN POBRES, PORQUE MEDIANTE LAS LLAMADAS PENALTY LAWS, LE QUITARON A LOS IRLANDESES (catolicos), EL DERECHO DE PROPIEDAD, EDUCACION y VOTO.
LAS VIVIENDAS y TIERRAS DE IRLANDESES (catolicos) FUERON EXPROPIADAS.
18/06/2020 a las 6:40 PM
Para Sargento Martín Toro:
Hoy me es imposible escribir. Ud. lo ha hecho por mí. Gracias.
19/06/2020 a las 1:53 AM
Estimado Argento
Compartiendo su sentimiento para con Sargento Martìn Toro, agrego: “Constituciòn”, “Congreso” y “Tribunales” son apenas denominaciones de estaciones de subterràneo (Metro) de la ciudad de Buenos Aires. Lamentable destino para la vocación de nuestros mayores. Tràgico destino “para nosotros, para nuestra posteridad y para todos los hombres del mundo que quieran habitar en el suelo argentino…”