Por Luis Alejandro Rizzi.-

La “ficción” tiene que ver con la imaginación con la acción y efecto de “fingir”, dar a entender lo que no es cierto, pues hemos vivido una “ficción” que consistió en creer que nuestros niveles de vida eran sustentables y consecuencia de políticas acertadas.

No cabe duda que esta ficción tiene nombre y apellido “el populismo peronista”, cuyo comienzo fue el de “distribuir” el capital acumulado. Distribuyó pescado sin enseñar a pescar, al tiempo que creó y diseñó un gremialismo cuya filosofía fue la de convertir en sinónimos las palabras, “distribución, creación de riqueza mediante la concesión de prebendas como sinónimo de mérito, derechos adquiridos -conquistas sociales irrenunciables- y paradojalmente generar enemistad con los creadores de riqueza -los empresarios- y finalmente hacer del Estado un garante en la administración de privilegios mediante “retornos” y la creación de órganos de control cuya discrecionalidad tenia precio.

Este proceso se desarrolló durante años, cuando se alternaban gobiernos civiles y militares y luego durante estos 40 años de democracia con más o menos intensidad.

En una palabra, naturalizamos estas prácticas “políticas” motivo por el cual Perón dijo que, si bien en Argentina había varios partidos, “todos éramos peronistas”, lo que significaba como legitimó vivir por arriba de nuestras posibilidades. Esa es, en definitiva, la nostalgia del peronismo, que se expresa en sus letanías y en el feudalismo provincial, en especial del Norte.

Para sustentar la ficción se usaron tres medios: usar la política de tipos de cambio para mantener a nuestra moneda sin valor, con un valor irreal, de ese modo creíamos tener mejores salarios reales, endeudamiento y emisión para financiar este falso “estado de bienestar”, controles de precios en especial de servicios públicos y energía y el consecuente subsidio para abaratar “el costo de vida”, pagamos por energía, transporte, y otros servicios públicos, impuestos inmobiliarios sobre bases ficticias, de ese modo se desviaban recursos al “consumo” como motor virtuoso del mercado interno.

Este sistema le explotó a De la Rúa en 2001 y lamentablemente los dolores padecidos no generaron experiencia y en 2003 se retomó la política ficcionaria haciendo del significante del “consumo” un significado o cosa perversa.

El “kirchnerismo y el macrismo” en esto mantuvieron en escena la misma ficción, con otro elenco; recurrieron al endeudamiento, el primero dejando déficits y aumento del gasto público, que pasó del 25 al 45% del PBI; eso es deuda y Macri, primero con el ingreso de créditos financieros y luego con el FMI agotadas las vías de financiamiento normal o racional, asumiendo deuda para pagar gastos corrientes; es el camino más directo al infierno político-económico.

La famosa “bomba” de la ficción argentina está estallando desde hace tres o cuatro meses y el esfuerzo se limita a evitar que las esquirlas lastimen o bien que se noten menos, para lo que hace falta que el FMI y China nos permitan usar dólares para mantener el tipo de cambio “ficticio”.

Estamos en la época de la curandería, tratar las heridas con medios primitivos y calmar incluso con mordazas los gritos de dolor de la sociedad, y luego será el próximo gobierno que debería operar sin anestesia.

¿Será cierto que esta explosión que por ahora es silenciosa genere tal nivel de desesperación que a alguien del gobierno se le haya ocurrido lograr alguna transición hasta diciembre…?

Si el dólar explota antes de las PASO “no salimos ni terceros…”, habría dicho o pensado la JEFA venida a mucho menos.

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