Por Claudio Valdez.-

Los historiadores son quienes, por parcialidades interesadas, suelen hacer su relato y así comienza una farsa, reproducida por editores de prensa oral, escrita y visual. Las actuales “redes sociales” la convierten en exponencial mediante “teléfonos inteligentes” operados por seres humanos no tan inteligentes: realidad virtual de este siglo XXI. De esta forma, el pasado es relatado como amañado recuerdo de un futuro deseado, pero que todavía no llega.

Los desaciertos del pasado son culpa de aquellos actores, que pudiendo hacerlo mejor no lo hicieron, pero todo hecho o fenómeno debe ser interpretado de acuerdo a su situación y circunstancias. No tiene sentido hoy juzgar al pasado con “valoraciones actuales”. Todo tuvo, sin duda, motivo y razón de ser como ha sucedido. Conflictos, guerras, pobreza, “pestes” (epidemias) también son consecuencia de errores humanos (probablemente inevitables) y en ello radica la historia del transcurrir humano; quizás difícil de aceptar, pero imperativo.

Según relata el génesis bíblico: “al 6º día Dios creó al hombre”, pero no le habría advertido que lo condenaba a vivir. “Al 7º día reposó”, y con sobrada razón… más desastre no merecía el universo.

Para la Argentina, personalidades como las de San Martín, Belgrano, Rosas, Roca, Yrigoyen y Perón fueron seleccionadas como señeros ejemplos de conducción y realizaciones políticas, sociales y culturales. Debería tenerse en cuenta que otros muchos dirigentes locales, e incluso extranjeros, también incidieron y continúan incidiendo para bien o para mal en nuestra deriva histórica.

Conclusión: el hombre, como intérprete de la historia, puede relatarla como drama, como tragedia y hasta como comedia, pero en los hechos, “la historia no se equivoca”.

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