Por Luis Alejandro Rizzi.-

…significaría que el 1% será quien decida; uno de los tres 33 pasaría a ser 34, pero si eso es en los números, en la simple aritmética, en la realidad debería ser un 66 contra 34 o 67 contra 33.

Todo parece indicar que en la próxima elección la gente votaría por tercios, lo que desde ya significaría que el poder real pasaría al Congreso de la Nación, algo que sería muy novedoso en la política nacional.

Hasta ahora, siempre existieron claras mayorías, oficialistas u opositoras; las negociaciones eran más agonales que racionales; se negociaba sobre concesiones, podíamos decir que se trataba de una cuestión de precio político partidario.

No obstante, el Poder Ejecutivo se mantenía, podríamos decir, como factor de poder institucional.

A partir del 10 de diciembre, el poder político real estará en el Congreso y las negociaciones deberán ser no sólo políticas y racionales, sino que podría pasar a ser decisiva la figura del Jefe de gabinete de Ministros, cuya sustentabilidad dejaría de ser el Poder ejecutivo para pasar al Poder Legislativo.

Se trataría de un gobierno parlamentario o como si lo fuera.

Recordemos que los diputados y senadores quedarán elegidos en la primera vuelta, la de los tercios; por eso también, y teniendo en cuenta la vigente ley de acefalía, allí podría estar un eventual presidente de la República, para completar el período, este “pertenecer” tendría un sabor diferente, podría ser una razón más para Sergio Massa; la esperanza es lo último que se pierde.

Si bien la primera figura de recambio sería el Jefe de gabinete de ministros, no cabe duda que una sucesión de “crisis política parlamentaria” podría terminar con la renuncia del Presidente de la República, hipótesis sobre la que trabajarían quienes se creen perdedores y trabajan sólo para la primera vuelta, repito, en la que se eligen diputados y senadores.

Para Cristina, el piso no es el piso del balotaje; es el necesario tercio para poder ser “poder” en el congreso.

Si esta línea de razonamiento fuera lineal, Kicillof sería el único “cordero de Cristina” capaz de garantizar ese objetivo, que no lograría Wado de Pedro.

Ajustando más esa ortodoxia, para Cristina la representación legislativa podría ser más importante que el gobierno de la Provincia de Buenos Aires.

Es obvio que en la actual situación del país los políticos están caminando por el delgado hilo de un supuesto trapecio sobre los límites de un agujero negro, llevando sobre sus cabezas nuestra representación.

Es suficiente que se caiga uno para que la consecuente turbulencia nos arrastre a todos…

Se nos vienen tiempos desconocidos, lo que da lugar al optimismo y el pesimismo; me cuento entre los primeros, prefiero el arca de Noé al fin del mundo.

Viviremos tiempos en los que las decisiones se tomen por una diferencia de apenas el 1%; si eso fuera posible, comenzaríamos a vivir mejor.

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