Por Hernán Andrés Kruse.-

El presidente de la nación concedió este fin de semana una entrevista al periodista Luis Majul en el peor momento del oficialismo desde diciembre de 2015. Sobre el conflicto docente Majul le preguntó si creía que el gremialista Roberto Baradel pretende desestabilizarlo. La respuesta presidencial fue por demás elocuente: “es parte del kirchnerismo, es parte del kirchnerismo”. De esa forma el primer mandatario avaló la hipótesis que se viene barajando desde hace unos días de la supuesta intención del kirchnerismo de impedir que Mauricio Macri finalice su mandato en diciembre de 2019. “Valoro muchísimo lo que hacen los docentes, la mayoría de los docentes tienen las mejores de las intenciones”, añadió el presidente. “Nuestros docentes siempre merecerían ganar más”. “El problema es con un sector del gremialismo docente que no hace ni un poco de autocrítica”, acusó. Otros temas que tocaron Macri y Majul sacudieron fuertemente al gobierno nacional en estos últimos tiempos, en especial tres de ellos. Nos estamos refiriendo al Correo Argentino, Panamá Papers y Gustavo Arribas. El acuerdo entre el Estado (Macri) y el Correo Argentino (Macri) sacudió a la opinión pública y permitió a la oposición lanzar una andanada de denuncias que impactaron en la imagen presidencial. Macri dijo al respecto: “Obviamente sabía, por eso asumo mi parte y por eso pedí disculpas”, y añadió: “yo sabía que existe un conflicto hace 12 años, lo que yo hice fue no participar en nada en la solución”. “¿Alguien no sabía que yo vengo de una familia empresaria y que mi padre es Franco Macri?”, preguntó irónicamente. En relación con los Panamá Papers el mandatario expresó: “no es ningún delito”. Y agregó: “ni sabía que era director y como director no tengo que declarar una sociedad”. “Yo quiero aclarar para no evadirme de nada. Panamá Papers, el Correo, la denuncia de Arribas, en ninguno de esos hechos ha habido corrupción, en ninguno, en ninguno, ¿está? Y el tiempo, porque la Justicia demora, va a ir demostrando que son todas cosas que no son verdad, ¿está?”.Sobre el caso Arribas manifestó: “no hay ninguna relación entre Arribas y Odebrecht. “No hay ningún hecho de corrupción, es parte de la estrategia de hacer creer que todos somos lo mismo”. Durante la entrevista el presidente dejó para la posteridad las siguientes frases: “a) soy el Presidente que puso la verdad sobre la mesa”; b) la primera cosa por la que quiero que se me evalúe es por si pude bajar o no la pobreza”; c) “pobreza cero es decir que no podemos dejar nunca de trabajar para reducir la pobreza”; d) “en 2016 se importó menos que en el 2015 con el kirchnerismo”; e) “estamos en una transición entre la Argentina que no pudo y la que estamos construyendo”; f) los funcionarios K no hacen autocrítica; g) “estoy jugado para que todo salga adelante”; h) “ser políticamente correcto es decir mentiras”; i) “no le mentí a nadie, vengo del mundo empresario. Trabajé quince, veinte años en el mundo empresario”; j) “ningún pariente o amigo va a tener ventaja”; k) “no confronto directamente con Cristina”; l) “Alejandra Gils Carbó es una militante política”; m) La Argentina no puede convivir mucho tiempo más con este nivel de desorden y atropello”; n) “me queda claro que el kirchnerismo sistemáticamente pone palos en la rueda a todo lo que estamos haciendo” (fuente: “Mauricio Macri: “El kirchnerismo pone palos en la rueda sistemáticamente”, La Nación, 12/3/017).

Apenas terminé de escribir sobre esta entrevista tuve un ataque de risa de tal magnitud que debí suspender la redacción de este artículo por unos cuantos minutos. Ya repuesto continúo con la labor.

En su edición del 12 de marzo La nación publicó un editorial titulado “Volver al pasado”. El mitrismo sostiene que “la reciente huelga docente, sumada a la marcha convocada por la CGT y apoyada por organizaciones sociales, parte de la oposición, todo el kirchnerismo, la izquierda dura, los piqueteros, algunos gobernadores y hasta empresarios pymes agrupados en CAME, demuestra el grado de incomprensión que existe respecto de las causas reales de los problemas que hoy aquejan al país. Al unísono, todos los manifestantes reclaman cambios en la política socioeconómica del Gobierno, que implican volver al pasado. En la mira están las medidas que fueron indispensables para evitar la destrucción de la Argentina productiva, como la eliminación de las retenciones al campo (salvo la soja), el aumento de tarifas, la supresión de controles de precios y la limitada apertura a las importaciones en rubros como la computación” (…).

“Sin embargo, las causas últimas de los problemas que motivan los reclamos son estructurales y socavan el crecimiento argentino desde hace décadas. Detrás de cada obstáculo al desarrollo hay una distribución de ingresos patológica, lograda a través de influencias políticas y consolidada con años de hechos consumados, creadores de empleos y de liderazgos gremiales. Es tal el poder político de los intereses creados y son tan profundas las creencias populares, que los perjudicados terminan apoyando a los privilegiados” (…) “El flagelo de la inflación-madre de todas las tensiones-tiene origen en el déficit fiscal. Y el déficit fiscal tiene por causa el enorme gasto corriente del Estado nacional, las provincias y los municipios. Más de 4 millones de empleados públicos, 7,5 millones de jubilados y pensionados y 8 millones de beneficiarios de planes sociales, son casi 20 millones de personas que deben ser sostenidas por los 8,5 millones que trabajan en el sector privado. Esa es la causa de la “presión fiscal” que sufren las empresas y comercios que despiden o suspenden personal para evitar cerrar sus puertas”.

“Es el conocido efecto “expulsión”, donde la apropiación masiva de recursos por parte del Estado asfixia e impide la supervivencia del sector privado por los costos que debe afrontar. Y la razón por la cual pocos emprendimientos nuevos se inician, ya que a nadie le atrae ser invitado a una fiesta para terminar pagando cuentas ajenas” (…) “Quienes están afuera, prefieren mirar por la ventana hasta que los argentinos recuperemos el buen juicio. ¿Cuántos empleados públicos redundantes estuvieron en la marcha, protestando codo a codo con quienes fueron despedidos de comercios e industrias? Los empresarios de CAME quieren cerrar aún más la economía, repitiendo la vieja fórmula de aceptar altos costos mientras puedan vender con altos precios. Pero ¿en qué consisten esos costos? Además de la presión fiscal para alimentar a 20 millones de personas, su competitividad está afectada por impuestos al trabajo, que también “alimentan” las arcas de los sindicatos y constituyen la base de su poder. Pero al momento de marchar, están ambos, sindicalistas y empresarios, aunados para sostener el perimido modelo de economía cerrada, que ajusta su improductividad con crisis y devaluaciones. También concurren los desocupados y los informales, sin advertir que la razón de no acceder a trabajos regulares son los costos abusivos que el sindicalismo prepotente, blindado por la personería gremial única, ha impuesto a las empresas y éstas han aceptado, en el entendimiento de que son trasladables a precios en el marco de una economía sin competencia” (…).

“Es indispensable que los docentes perciban sueldos dignos, como parte de una política de jerarquizar la educación pública para cerrar la brecha educativa y lograr la igualdad con movilidad social. Pero los gremialistas ocultan que los sueldos son bajos porque los docentes son muchos y los fondos no alcanzan a pesar de la magnitud de sus presupuestos educativos. En realidad, está en juego su poder, que pivotea sobre estatutos docentes cuyos innumerables incisos sobre licencias permiten entender por qué la plata nunca alcanza” (…) “En definitiva, son dos modelos de país en pugna. Si el país en blanco y negro prevalece, se continuará el modelo populista que conduce a Venezuela, sin pan y sin trabajo. Si se comprende que la Argentina debe efectuar reformas de fondo para extirpar la inflación, el déficit desbordado, el clientelismo en el empleo público, los privilegios de legisladores, los abusos en las jubilaciones provinciales, la vergüenza de sindicalistas millonarios, las cajas de las obras sociales para desviar fondos, los empresarios enriquecidos con contratos espurios o privilegios regulatorios, entre otros males consentidos durante décadas, éste es el momento para efectuar el cambio”.

“El Presidente se encuentra en una disyuntiva. Si cede a las presiones de los huelguistas y manifestantes, teniendo en la mira las elecciones de octubre, encontrará que también después de esos comicios habrá otros y sus lectores de encuestas le señalarán buenas razones para no encarar nunca las reformas estructurales que harán cambiar al país. Y terminará su mandato-en el mejor de los casos-, sin pena ni gloria. Si, por el contrario, entiende que su principal compromiso es cumplir con esa promesa, debe olvidarse del corto plazo y, con liderazgo político, mostrar el futuro que ofrece a los argentinos, para enamorarlos con un paradigma diferente. Si logra transmitir ese camino y ese destino, es probable que gane estas elecciones y las siguientes. Porque en nuestro país no basta una renovación de lo existente, sino un cambio desde los cimientos”.

En su edición del 12 de marzo, Página/12 publicó un artículo de Alfredo Zaiat titulado “Mundo paralelo” en el que expone, una vez más, su visión de la economía argentina y que es antagónica con la postura expuesta por La Nación en el editorial citado precedentemente.

Dice el autor: “Una de las principales tareas de los principales funcionarios de la fragmentada área económica es convencer a empresarios, sindicalistas y a la población de que lo que están viviendo no es cierto. Que no hay un aluvión de importaciones que desplazan a la producción nacional; que no existe una pérdida neta de empleos; que la economía no sigue en recesión; que la tasa de inflación está descendiendo; que el salario real está subiendo; que no hay atraso cambiario; que el déficit fiscal está disminuyendo; que el tarifazo en la luz, gas, agua, peajes y transporte no es tan fuerte. Esta misión de alterar la interpretación de la evolución de la economía naufragaría rápidamente si no contaran con dos factores que facilitan la construcción de ese relato ficcional. Uno es el inmenso dispositivo de propaganda público-privado que distrae la atención acerca del acelerado deterioro del bienestar general. El otro es la alimentación del miedo del regreso del “populismo”, fantasma que expresan también empresarios nacionales y sindicalistas que tienen incorporada una concepción económica conservadora-ortodoxa que está correlacionada con su acción política” (…).

“En lo que va de la gestión de la alianza macrismo-radicalismo, cada uno de los sectores que fue a plantear sus problemas (algunos en crisis, otros en tránsito hacia una) siempre recibieron como respuesta que se atenderán sus demandas. A los empresarios que desfilaron por la Secretaría de Comercio angustiados por las importaciones les aseguraron que habría medidas de protección y financiamiento para cuidarlos” (…) “Saben ofrecer la esperanza en cada vuelta para finalmente ocultarla y quedarse con ella. Confiar en que Miguel Braun, secretario de Comercio, está interesado en ocuparse de la situación de sectores productivos en crisis es no conocer cuál es su pensamiento económico (liberalismo militante) ni cuál es su idea acerca de la competitividad de la industria nacional y, por lo tanto, de lo que hay que hacer (está convencido de que esos sectores deben desaparecer)” (…) “Algunos empresarios han optado por reconvertirse en importadores, comportamiento que empieza a generalizarse en el rubro textil y en el electrónico. Otros directamente han decidido cerrar su taller o local comercial y dedicarse a vivir de rentas. Este nuevo ciclo de apertura comercial que el ministerio sin Producción a cargo de Francisco Cabrera persiste en negar está generando un daño inmenso” (…).

“La apertura con recesión local y sobreproducción mundial deriva en la destrucción de empleos, inversiones en bienes de capital, mercados y de capacidades aprendidas. Esta es la consecuencia inmediata y visible de una política deliberada de desindustrialización. Existe un costo aún más trascendente, de transformación cultural y de proyección a futuro de empresarios nacionales que, con más o menos convicciones, han realizado inversiones para ampliar plantas y producción local con el objetivo de atender el mercado interno en los últimos años. El costo es la desilusión presente por la pérdida patrimonial y la incertidumbre acerca de qué hacer en el futuro. La opción es cerrar o reconvertirse en importador. Esta es la salida inmediata. Pero lo que está afectando la actual estrategia de apertura comercial es la posibilidad de retomar un sendero de desarrollo nacional con industrias locales e integración social” (…).

“El estrago en la industria local no es sólo porque está sumergida en una crisis aguda. Se está utilizando apenas el 60 por ciento de la capacidad instalada, el mismo nivel que en 2003, después de la tragedia sectorial de la convertibilidad y su estallido en el 2001. El principal daño si continúa esta política de reestructuración productiva es la pérdida de perspectiva de recuperarla, más aún con la frágil densidad que exhibe la burguesía nacional” (…) “Con despidos, suspensiones de personal, cierre de fábricas y retroceso del mercado interno, en un contexto de elevada inflación y tarifazos, el elenco de funcionarios del desmembrado Ministerio de Economía sale a recorrer medios de comunicación amigos con el objetivo de mejorar el clima de negocios. Cada uno se ocupa de ser vocero de un libreto de buenas noticias inventadas más que de tratar de acomodar una gestión económica sin mando” (…) “Es complicado construir expectativas optimistas luego de quince meses de adelantar una recuperación que no apareció y de enviar señales de un ajuste general del ingreso disponible de la población, como fijar un techo a las paritarias y lanzar una secuencia de tarifazos. El resultado no puede ser otro que una merma del consumo por prudencia ante un gobierno que promueve aumentos salariales por debajo de la inflación proyectada, define alzas de tarifas de servicios públicos desproporcionadas respecto al poder adquisitivo de la mayoría y postula el ajuste del gasto público como mensaje al mercado financiero. De ese modo se deterioran las perspectivas de recuperación económica, lo que se refleja en una caída de las expectativas de la sociedad de una mejora en este año electoral”.

En su edición del 13 de marzo Página/12 publicó un artículo de Mempo Giardinelli titulado “De marchas, violencias y retornos”. Dice el autor: “(…) Los docentes fueron acusados por los mentimedios poco menos que de destituyentes por el supuesto intento de “debilitar a la gobernadora bonaerense”, lo que les pareció más importante que las gravísimas amenazas a Roberto Baradel, sus hijos y nietos. Las mujeres por un show de provocadoras y violencia para acusarlas de “atacar a la Iglesia Católica”. Y la sindical del día 7 empañada por dirigentes que adelantaron la hora del acto y se negaron a poner fecha a la huelga general que ya no saben cómo dilatar para contento del Gobierno” (…) “Es el país que vienen preparando. De un antiperonismo tan visceral y necio que relució, ayer, la columna de Morales Solá admitiendo que liquidar para siempre al monstruo maldito es “imposible”. Y lo más paradójico, y hasta gracioso, es que en algunos medios del interior se acusa de destituyentes o golpistas a quienes opinan que “un juicio político al Presidente está ya harto justificado”.

“La otra cara, virtuosa, de la moneda de esta semana está en el hecho de que las marchas-multitudinarias y contundentes al punto de que algunos cagatintas debieron reconocer que fueron las más numerosas en muchos años-fueron tan masivas como pacíficas. En ese contexto, resultan cada vez más peligrosos los dislates del Gobierno. Por un lado los aumentos tarifarios, la inflación tan galopante como negada, los negocios espurios con el patrimonio colectivo y los escándalos del presidente en su afán de ocultar riquezas y negocios benéficos para familiares y amigos, son hechos violentos en sí mismos” (…) “En ese contexto resulta infame el procesamiento selectivo a algunos ex jefes de Gabinete, entre ellos Jorge Capitanich, incuestionado ex gobernador del Chaco y hoy intendente de la capital de esa provincia con una gestión hasta ahora ejemplar. El principio de “todos o ninguno” aquí no corre, porque al parecer la jueza que alguna vez fue definida con gracia como “Buruburubudía” por quien ahora funge como mariscal de campo del Grupo Clarín, estaría cumpliendo la orden macrista de destruir políticamente a futuros candidatos presidenciales en 2019 mientras se premia a los amigos. Y es claro que el 19 está muy lejos pero se lo agita a modo de distracción de los comicios de octubre próximo. Que son los que cuentan porque definirán el camino de recuperación o el entierro de las instituciones de la república”.

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