Por Jorge Augusto Cardoso.-
Bloqueo de empresas y de calles. Vandalismo y usurpaciones en el sur. Toma de edificios públicos, de escuelas. Violencia urbana cotidiana. Paros justificados sólo por la ideología. Todo se permite; por eso el escalamiento de la protesta y el desborde. La dimisión de las autoridades a actuar, la pusilanimidad de las sanciones y, sobre todo, el retardo con que se aplica, crean inevitablemente un clima propicio al contagio de la agresión con saña y la delincuencia. Trabajar por un salario modesto, acorralado en los largos viajes al empleo ¿para qué, cuando amotinados, cortando calles, tomando edificios y parando la producción se obtiene del gobierno lo que desean?
Antes, la falta de civismo se castigaba; hoy se resarce; todo comenzó con quienes en la década del 70 se alzaron contra un gobierno constituido; en la actualidad fueron indemnizados; así, se concluye que la violencia es pagadora; ¿Por qué detenerse? ¿Por qué no imitarla?
El Estado, poder público, tiene el deber de hacer respetar las reglas de convivencia y la ley. No debería mirar para otro lado a la espera de que la providencia resuelva.
30/09/2022 a las 7:12 PM
Son asquerosamente irresponsables; así nos seguirá yendo. Lo grave es que hasta Dios se está cansando con nosotros.
01/10/2022 a las 3:12 PM
En tanto y en cuanto la oposición actue como verdaderos «ka-gones» jamás podremos destruir a estos imbancables!!!!!! Por eso los mejores cerebros, tanto jóvenes como maduros seguirán huyendo del país y yo personalmente los aplaudo por HUIR!!!!!