Por Alberto Buela.-

Salió en estos días un excelente artículo, sin firma, sobre la CGT en la agencia de noticias Urgente 24, en donde sostiene que la CGT quiere más espacio político en la lista de candidatos dentro del movimiento peronista, pero que esto está mostrando la debilidad de la CGT que no logra de suyo y por sí misma imponer sus candidatos.

Hasta acá el razonamiento es correcto pero esta incapacidad la atribuye a que “la CGT tal como la conocemos, es una herramienta antigua, propia de otra Argentina y de otro PJ”.

Y este es el error. Porque la CGT es el instrumento político de los sindicatos adheridos a ella. Pero la CGT no es patrimonio del peronismo pues hay gremios que no lo son. La rama político-sindical del peronismo son las 62 Organizaciones.

La CGT como herramienta política de los sindicatos está obligada de suyo por sus propia naturaleza peticionar, exigir, condicionar, solicitar, negociar, etc. con el gobierno de turno para que las cosas se hagan como ella solicita. Y si todo esto no da resultado tiene que utilizar la vía de la fuerza llamando al paro, a la movilización o a la huelga general. Que si no da resultado, puede transformarse en “huelga general revolucionaria”(Sorel).

La presencia del movimiento obrero en la vida política tanto partidaria como nacional depende solo de él. Y esta no es tarea de la CGT, es tarea de las 62 Organizaciones peronistas.

El artículo mencionado culpa de incapacidad a la CGT debido a su estructura obsoleta, vieja y retrógrada que lo único que logra es conservar los privilegios de sindicalistas enriquecidos. Eso es en parte cierto, pero el fracaso del sindicalismo en integrarse a la política no se explica por esos fallos sino porque el sistema de representatividad política liberal que rige en Argentina y no permite a ninguna otra institución la representación en el Congreso que no sea el partido político.

No es que los sindicalistas sean incapaces o corruptos lo que explica su fracaso en la política las veces que han participado. Muchos secretarios generales lo han hecho como diputados y fueron absorbidos por el partido político. Y esto ocurre y ocurrió porque los partidos políticos tienen el monopolio de la representación política y no permiten que se rompa ese monopolio, ni desean compartirlo. Ellos afirman que es por el principio de igualdad ante al ley que son los únicos que pueden representar al pueblo, pero lo que defienden es un monopolio colgado de las arcas del Estado.

El peronismo histórico o el peronismo nacionalista (de Patria Grande) vio el problema y creó (antes el peronismo creaba e inventaba) la Constitución del Chaco de 1951 a instancias de Evita, donde en el momento de votar se lo hacia por dos listas: 1) la de los diferentes partidos políticos (socialistas, peronistas, radicales, etc. y 2) la de las diferentes organizaciones sociales (cámaras empresarias, cooperativas, sindicatos, asociaciones, etc.).

No es creando un partido político (hoy el Mesa Nacional sindical peronista) como la CGT puede resolver el problema de la participación obrera en la política partidaria sino modificando el régimen liberal de representación política. En esto hay que insistir. Esto hay que lograr.

Que no gaste la CGT tiempo y dinero haciendo cursos repitiendo la monserga peroniana de “mejor que decir es hacer o cada peronista lleva en su mochila el bastón de mariscal. No. Que ocupe sus esfuerzos en propuestas de cómo combatir la inflación, sobre nuevas condiciones de trabajo, sobre mantenimiento del empleo, sobre la deuda pública. Que haga autocrítica sobre la destrucción de la educación pública por parte de los propios sindicatos del sector. Que denuncia el aparato burocrático de algunas Federaciones que solo engordan a parásitos sindicales.

En fin, tiene mucho por hacer. Que la CGT retome la iniciativa.

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