Por Luis Américo Illuminati.-

El papa Francisco cuestionó el discurso de Giorgia Meloni durante la canonización del tercer santo argentino, Artémides Zatti, y arremetió contra la indiferencia de Europa hacia los migrantes que arriesgan sus vidas para cruzar el mar Mediterráneo. La lógica, el buen sentido y la buena diplomacia indican a todas luces que antes de oponerse a la política de un nuevo líder o gobernante antes hay que aguardar el desempeño y desarrollo. Como dice el evangelio: «El árbol se lo conoce por sus frutos». Pero hacerlo antes de tiempo, prematuramente, no sólo es un despropósito sino una injusticia.

Más legítimo sería que el papa proteste enérgicamente, luche y haga una cruzada para salvar a las mujeres iraníes. Y si tanto le preocupa los migrantes extranjeros entonces que los reciba y les dé refugio en el Vaticano y los mantenga con las reservas de que dispone. Pero ningún Estado del mundo puede abrir sus puertas y recibir multitudes que vienen de afuera si sus arcas y disponibilidades no lo permiten si tal apertura de fronteras implica comprometer y fundir la economía propia en perjuicio de los propios ciudadanos.

No queda otra conclusión que pensar que el papa es de izquierda -de una izquierda atrabiliaria y larvada- ya que si una referente como Giorgia Meloni que tiene un discurso que proclama la defensa de los valores tradicionales de Europa es obvio que este discurso -verdadera parresia- nunca podría caerle bien a este papa. Pues ya se ha visto con creces que Bergoglio adhiere ideológicamente y apoya a las demagogias populistas y es indisimulablemente afín a personajes seudo demócratas como Cristina Kirchner y Alberto Fernández, Milagro Sala, Evo Morales, Nicolás Maduro y toda la izquierda latinoamericana.

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