Por Luis Alejandro Rizzi.-

La Argentina luce como una dehesa, un lugar de pastoreo, donde las masas deambulan con el solo afán de encontrar un bocado, para los pobres, el pan de cada día, muy escaso; para los políticos, un lugar para repartir prebendas y recibir canonjías; para algunas “gentes”, un lugar acotado donde poder sobrevivir y para esa minoría pícara que forma los varios “círculos rojos”, un lugar donde impera la lujuria del abuso y la corrupción.

Es cierto que además hay un fenómeno que escribe Rodrigo Zarazaga: “Y ahí viene esto otro, que es un fenómeno que excede a la Argentina, donde hay un reclamo por la realización de derechos individuales a los que los sistemas no pueden responder”. Esto es también una cuestión cultural que he tratado y sobre la que volveré próximamente.

Como lugar de pastoreo, hemos tenido tiempos mejores y tiempos peores, pero siempre dentro de un marco de mediocridad y facilismo. Nuestros tiempos fueron “tiempos fáciles” y lo mejor o peor dependía del “engorde” o, como vengo repitiendo, de los “abusos adquiridos”, que se diferencian de los derechos porque estos tienen un costo, un esfuerzo y una responsabilidad.

En cambio, el “abuso” no tiene costo, no genera responsabilidad ni esfuerzo; es pura sensualidad, pornopolítica.

Cuando el “abuso” se generaliza, como política de justicia social para los pobres, como regulaciones protectoras y nichos selectivos para los “círculos rojos”, que son políticos, empresarios, gremiales, universitarios, religiosos, deportivos, etc., en una palabra, como sociedad, nos convertimos en una sociedad “vil”.

La Argentina hoy está aislada; exhalamos “olor feo” y lucimos de modo antiestético.

Confundimos el “enojo” con la firmeza de carácter, el “grito” sustituye a la conversación y el diálogo, el improperio con la discrepancia, la obsecuencia con la amistad política y personal, el mando o poder formal sustituye a la “autoridad” y las “fuerzas del cielo” no son más que una impostura sacrílega.

En síntesis y razonando con Ortega, nuestros usos son malos y el “abuso”, al revés de su significado, serían las pocas expediciones que aparecen en la “dehesa argentina”.

Por eso todo funciona mal en la Argentina y confundimos “la casta” con lo “castizo” generalizando en un mismo significado descalificador.

La “casta” puede conformarse con la ascendencia y linaje o “nobleza” o con lo peor y el libertinaje que también es libertario; podrían ser sinónimos, que no pasa de ser un desenfreno hipócrita y cínico.

Como no podía ser de otro modo, si así somos, así es la política, la universidad, la educación; sólo tiene valor la excepción.

La fortaleza de una nación ocurre integralmente; no se logra ni con más fusiles ni con más maestros, porque, admitiendo la buena fe, son o somos lo mismo.

Sin embargo, tenemos minorías que viven aparte, fuera de la “dehesa “y diría contra la corriente, y quiero creer que algún día, como también lo decía Ortega, influyan en la vida del país la buena escuela, el buen colegio y la mejor universidad deje de ser una excepcionalidad, como lo es hoy.

En el diario La Nación de ayer se dio una de esas excepciones que nos hacen mantener el optimismo de que podemos cambiar.

Se trata de una entrevista que le hizo Carlos Pagni al cura jesuita Rodrigo Zarazaga, uno de los pocos hombres profesionales y cultos que tiene la Argentina.

Opté por seleccionar párrafos; el reportaje íntegro se puede leer en el siguiente link: https://www.lanacion.com.ar/ideas/rodrigo-zarazaga-el-peronismo-vacio-el-concepto-de-justicia-social-nid27042024/

Los títulos de cada párrafo me pertenecen y sustituyen las preguntas de Carlos Pagni, salvo una y en negrita destaqué los que me parecen párrafos más significativos.

EL MERITO DE MILEI

–Milei da con algo que está presente y por eso se convierte en exitoso. La sociedad ve lo que él describe de la misma manera. Uno ve una cantidad de privilegios no sólo de la política, sino también del empresariado, del sindicalismo, de los movimientos sociales. Y como la propuesta económica encuentra un límite y fracasa, esos privilegios se hacen más patentes. Si los programas económicos hubieran sido exitosos, la sociedad hubiera sido más indiferente a ellos.

LA POLÍTICA EGOÍSTA

Si la política pierde la referencia al otro, y me parece que la perdió, si el político deja de preguntarse para quién hace política, necesariamente termina en un proceso de corrupción. Porque si estás encerrado en vos mismo, lo que buscás es tu enriquecimiento. Creo que la sociedad advirtió esto y por eso Milei tuvo éxito.

Iglesia y pobreza

Pienso que en la Iglesia siempre hubo una idealización del mundo del pobre. Es decir, me parece que la solidaridad y el individualismo existen en todos los grupos sociales. Eso sí, en el mundo de la pobreza todo se hace más patente. La crueldad del que roba a su propio vecino se hace más cruda, la solidaridad del que parte el paquete de arroz para que coma su vecino también se hace más patente. Dicho esto, lo que lo noto en la sociedad es que lo colectivo va perdiendo peso en nuestras vidas. Los partidos pesan menos para la vida política, la Iglesia pesa menos en la vida comunitaria, la organización comunitaria también se diluye. Creo que los rasgos más individualistas se van haciendo cada vez más fuertes.

EL PROCESO DE DETERIORO SOCIAL Y POLÍTICO

Me parece que las cosas se dan más bien al revés. Primero el fenómeno es la disolución de lo colectivo, la disolución de las instituciones, y la política es una dimensión más en la que se expresa eso. Todas las instituciones están en crisis. La Iglesia, el matrimonio, los partidos, y la política también.

¿LA RELIGIOSIDAD DE MILEI?

No sé hasta dónde se expresa en él ese mandato religioso que asume tener. Él se siente en una misión, habla de “las fuerzas del cielo”. Pero esto no necesariamente tiene que ser coherente con su propuesta política. Porque en el Antiguo Testamento tenés a muchos profetas que hablan de la atención al pobre, a la viuda, al huérfano. Por eso te diría que me desconcierta.

Ahora voy al mismo tema, pero con vos ¿Cómo es un sacerdote politólogo? ¿Hasta dónde es cura? ¿Hasta dónde es politólogo?

– Creo que ese es un problema más de los demás que mío. Me lo preguntan mucho mis empresarios amigos, por ejemplo. Yo no lo veo como una antinomia. Yo no puedo entender la política si no es en relación a los otros, si no es como servicio. Por más que a vos te resulte ingenuo. Y no creo en la política que no se pregunta qué está haciendo por los demás. Bueno, eso está completamente en línea con el mensaje del Evangelio. Todo el Evangelio es Jesús que da la vida por los demás. Y que dice que la vida tiene sentido cuando amás al prójimo. Llevar eso al análisis político, a la formación de políticos, me parece que es completamente sacerdotal. No le encuentro una contradicción o una competencia entre los tiempos que le dedico a una cosa y a la otra. Sí, a veces uno tiene que decir “no, esa misa no te la tomo” porque tengo que terminar este paper. Pero con el paper creo que estoy haciendo una contribución también.

EL RICO Y EL POBRE

Yo tengo amigos íntimos ricos y amigos íntimos pobres. Y los ricos me dicen que los pobres no trabajan, pero lo que veo es que los pobres trabajan mucho más que los ricos. Mucho más. Y no sé por qué existe la idea de que el pobre no se deprime. De hecho, ves en la pobreza trayectorias de vida que se quiebran. Madres que no logran sostener una familia y la abandonan, que se van a la calle. Me parece que no hay manera de que la pobreza extrema no haga mella en tu equilibrio emocional. Uno de los lugares a los que voy es un basurero. Terminás normalizando la basura. Terminás incorporando el olor. No hay manera que eso no te haga mella.

El lobby y los punteros sociales, no hay diferencia

Sí, hay un gran mito. La AUH tiene cuatro millones y medio de beneficiarios, es universal. Vos vas y te anotás en el Anses. Puede aparecer un puntero que te diga “yo te acompaño”, pero es universal y está medio aceptada. De hecho, Milei ha aumentado la AUH. También sería un mito decir que Milei está destrozando todos los planes. Ahora, entre esos planes universales, casi al mismo tiempo que la AUH, sale lo que fue el Argentina Trabaja. Y ahí sí, porque la oferta es menor que la demanda, hay discrecionalidad. Alguien tiene que anotarte y aparecen los movimientos sociales. Este es el programa que, en general, el que no conoce este mundo llama “los planes”. Pero ese componente discrecional lleva a invalidar toda contención social. E, incluso, como se producen desmanejos, lleva a cuestionar toda mediación social. Toda mediación de los pobres. Y ahí veo las dos cosas. Primero, veo un riesgo enorme en invalidar toda la contención social por el componente discrecional que tienen estas cooperativas. Y también en invalidar a todos los referentes comunitarios y buscar que desaparezcan. Porque los dos componentes son fundamentales. No podés, en este país y con este nivel de pobreza, no tener alguna contención social. Cargártela toda por ese componente discrecional me parece una barbaridad. Y es más, me parece que hace bien Milei en aumentar la AUH y la tarjeta Alimentar, pero no te podés cargar a todos los referentes comunitarios. Lo que uno ve en el territorio es que lo que hay de organización comunitaria es la frontera con el narco. Por otro lado, hay una cosa muy curiosa. Las empresas pueden tener director de relaciones institucionales, lobbistas, y la política puede tener operadores, pero parece que a los pobres hay que eliminarles todo líder comunitario, todo intermediario. Ese espacio que dejan libre estoy seguro que lo va a ocupar el narcotráfico.

El mundo de la pobreza. Hambre.

Hay un deterioro con inflación. Volvió a ser tema. En la estrategia de supervivencia de los pobres, la inflación volvió a ser el tema principal. Noté el incremento de gente en los comedores que nosotros atendemos. Va en aumento. Ya en diciembre nosotros teníamos un incremento muy grande de la lista de espera. Hay gente que va por primera vez a un comedor. Gente que no quiere ir. Lo mismo me pasó en la pandemia con las cajas. Te dabas cuenta en la mirada, el tipo que se acerca con vergüenza y bronca. Hay hasta una actitud física. Primero, lo ves rondar. Un día pasa por enfrente y al tercero ya llega con el tupper, pero sin mirarte a los ojos.

PLANES Y TRABAJO

–Noto un nivel de tensión. La licuación de los planes es un proceso que viene de los últimos dos gobiernos enteros. Pero la gente tiene estrategias mixtas de supervivencia. Uno de los grandes mitos, como te decía, es que no trabajan. Cobran el plan, pero trabajan. Con una AUH quizá te alcance para tres paquetes de pañales. Con lo cual, la gente cobra la AUH, por ahí cobra el Potenciar, cartonea y va al comedor.

NECESIDAD Y DROGA

No lo sé. Pero volvemos a lo mismo. Hay ahí dos fantasías o dos prejuicios. Uno es el que dice “Son vagos y cobran planes”. No, el orden no es ese. Primero los dejamos sin trabajo en los 90 y después les dimos planes. Entonces, cobran planes porque los dejamos sin trabajo y no se pensó nada en ese momento. Y el otro mito me parece que es el de “cortás los planes y van a ir a trabajar”. Pero cuidado, vos tenés más o menos ocho millones de personas ahí. ¿Cuánto puede absorber el mercado laboral? El chico de 16 años al que le cortaste el Progresar no puede comprarse zapatillas y deja el secundario. ¿Pensás que va a poner un emprendimiento, que va a vender budines de banana con canela o que va a ir de caño? Indudablemente, cuando vos sacás un mínimo de bienestar…

LO MARGINAL

Sí. No va a ir a vender alfajores. A veces noto en los medios una exaltación del emprendedurismo. Sí, te podrá aparecer en Fuerte Apache un Tévez, te podrá aparecer un emprendimiento exitoso de alfajores en una panadería de Itatí con el apoyo de 25 mil empresarios, pero eso es la excepción, no la regla. La idea de que corto los planes y van a trabajar no es real. La otra vez una mujer tenía una entrevista de trabajo para limpiar baños y me pidió zapatos para poder ir. Mirá la distancia. No tiene los zapatos para poder ir a la entrevista de trabajo para poder limpiar baños. El problema nace en los 90, cuando se genera esa gran masa de desempleados. No se pensó en cómo reciclarla, en cómo darle oportunidades. Eso cristalizó en un mundo de informalidad. Pero los pobres no quieren eso. Quieren participar del bienestar de la formalidad.

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