Por Elena Valero Narváez.-

Macri concentra su gestión en obtener resultados económicos. Déficit fiscal, inflación y empleo están bajo la lupa. Es una meta, a todas luces, correcta.

Los argentinos mirarán primero el bolsillo y luego pensarán a quienes votar. Son reacios a mucho sacrificio y menos luego de enterarse de que el Gobierno anterior no dejó caja sin saquear. No quieren pagar el pato de la boda.

Hay que tomar decisiones y muchas difíciles de digerir si se pretende reducir el gasto a niveles aceptables.

Nicolás Dujovne no la tendrá fácil. El nuevo ministro tendrá que vérsela con un electorado que ya no aceptará promesas y optimismo. Quiere resultados, como también el presidente Macri, quien sabe que se juega la confianza de los argentinos y de los inversores, en las próximas elecciones.

Por ahora, lo que percibe la gente, son los aumentos de los combustibles, las prepagas, las expensas, los productos de supermercados y pronto los de luz, agua y gas.

Queda claro, además, que se perpetua, desde que Perón instaló su modelo socialista- fascista, el peso decisivo del sindicalismo nacionalista y sus ideas. Para sus líderes sigue siendo normal que el Estado mantenga empresas deficitarias y las nacionalizaciones. Están siempre dispuestos a inmovilizar al país hasta conseguir beneficios para cada sector, sin valorar la producción ni la productividad. De esta manera, sin que importe lo que Macri piense y quiera, continuamos estando en manos de quienes siguen “combatiendo al capital” como enseñó Perón, a favor del capitalismo prebendarlo y de mercados cautivos que alimentan el corporativismo. Este es un problema que trabará las pretendidas buenas intenciones.

Seguimos en parte, por ello, dependiendo de las decisiones políticas que tienden a contentar a diestra y siniestra con más subsidios y concesiones ya sea porque amenazan con huelgas, cortes de calle y la mar en coche, dejando de lado lo que importa: las elecciones que hacen los consumidores en el mercado.

Aunque esté desprestigiado por la prédica kirchnerista, y por haber claudicado en ser oposición del Congreso, ante los favores que necesitaba del anterior gobierno, el camino es hacer lo que hizo bien el ex presidente Menem: revertir la orientación peronista que aún domina, incluso en algunos sectores del gobierno. Reforzar una sociedad civil, aun debilitada por la falta de mayor libertad de los mercados y por empresas estatales deficitarias.

El nuevo ministro debiera orientar su esfuerzo a reanimar la economía que está paralizada en gran parte por los niveles de inflación que se reducen demasiado lentamente.

Macri varias veces expresó su deseo de imitar a Chile, país que terminó con el populismo socialista y llevó a cabo reformas vitales que inyectaron fuerza a la economía de mercado. Fue así como se fortaleció el Estado que dejo de ser un repartidor de dadivas para convertirse en garante del orden social, reprimiendo el terrorismo, fortaleciendo la sociedad civil y restaurando el pluralismo político. No se dio marcha atrás en la mayoría de las meritorias reformas realizadas durante el gobierno de la dictadura, aunque la presidente Bachelet ha regresado a algunas políticas de corte populista.

Sin ese cambio que se sigue con dificultades en Chile y abordado por el ex presidente Menem en Argentina, desvalorizado por el gobierno kirchnerista por una política basada, una vez más, en un nacionalismo perimido, nos quedaremos fuera de la interdependencia crítica y responsable del mercado mundial, camino ineludible hacia el progreso que buscamos.

La acumulación y creación de riqueza no lo realizan los gobiernos sino la sociedad civil a través de personas, empresas y cientos de organizaciones, no gubernamentales, que se mueven en el espacio mundial. No son obligatorias sino el resultado de decisiones libres, espontáneas, con información provista por el mercado. Son justipreciadas por las personas desde su escenario particular. La historia nos muestra que no deben ser turbadas por las arbitrariedades de los gobiernos.

Las inversiones huyen de la inseguridad, de lo imprevisible, de la falta de confianza y de justicia independiente. Si vienen con pésimas condiciones lo harán, como en el pasado reciente, con ganancias anormales.

Los llamados fondos buitres no son culpables sino los gobiernos y sus equivocadas decisiones que producen propicias situaciones para que arriben. Los especuladores no son culpables de la escasez, sólo la aprovechan. Van donde las ganancias exorbitantes son posibles.

Si hubo millones de dólares en el exterior fue porque las condiciones políticas existentes en el país no eran confiables ni previsibles. Se temían exacciones y robos del gobierno..

Millones en colchones en lugar de estar en los bancos o en emprendimientos fue una forma de especular para salvaguardar la riqueza existente que no se reprodujo por la ineficiente política del gobierno anterior.

Esperan, muchos argentinos -quienes votaron por salir del rumbo kirchnerista que los llevaba al modelo que hoy sufren los venezolanos, de opresión, falta de libertades, y desabastecimiento- que se creen, este año, lo más rápidamente posible, las condiciones que les permita tutearse otra vez con el mundo, por medio de decisiones sin interferencias y obstáculos producidos por decisiones gubernamentales. Van a estar muy atentos en el 2017.

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